Enrique no puede creer lo que le está pasando, no logra comprender está situación tan compleja.
En ese momento Emiro y Calvo le dicen:
— Señor, es mejor que se retire o tendremos que sacarlo por la fuerza, y eso no estaría bien, porque usted fue nuestro jefe anteriormente y le debemos gratitud.
Enrique les dice:
— Muchachos, me tendrán que sacar arrastras de aquí, porque yo voy a entrar a lo que es mío, esto es hecho por mi propio sudor, toda esta empresa majestuosa es mía, así que no se interpongan en mi camino que voy hablar con el que está tomando mi lugar.
Emiro le expresa:
— El dueño de todo esto ahora es un árabe y no está en Colombia, así que pierde el tiempo don Enrique, no lo encontrará.
Enrique muy molesto les contesta:
— Ustedes que me respetaban y cumplían a cabalidad mis órdenes, ahora no quieren hacerme un favor de entrar a mi propia empresa.
Emiro y Calvo se quedan callados sin mirarlo a los ojos.
En ese instante, Enrique trata de entrar por la fuerza, pero Emiro y calvo reaccionan bruscamente y lo arrastran hasta la calle, y Emiro le dice:
— Señor, no puedo jugar con el sustento de mi familia, si yo lo dejo entrar, de seguro que me echan de esta empresa, así que ya conoce el camino. Y perdóneme por haberlo sacado así, pero tenía que hacerlo.
Enrique no puede creer esto que acaba de pasar. Y no se imaginaba que su gran amigo Hali, lo llevará a Dubái a conocer a Mójame, con engaños y falsedades para lograr su propósito de quitarle la empresa.
Enrique saca fuerzas y se levanta donde lo tiraron los vigilantes de la empresa, y les dice:
— Muchachos, yo los entiendo y comprendo su situación económica, y los perdono de corazón, porque fui yo quien les fallo a todos ustedes al negociar con gente extraña, fui yo quien jugo con sus trabajos, también fui yo quien por muchos años los vía como piezas reemplazables, la cual podría disponer de ellas, realmente si miro hacia tras. No fui un buen jefe, pero la vida te da estos cambios abrumadores. Para sentir en carne propia lo que sienten las demás personas que no tienen nada.
Arrepentido y muy sentido, Emiro le dice:
— Don Enrique, discúlpeme por favor. Mi reacción fue muy mal contra usted. ¿Qué puedo hacer para que me perdone?
Calvo le dice a Emiro:
— No seas tonto. Estamos trabajando, ahora este señor es un don nadie, no le debes nada para que estés así.
Enrique le responde a Calvo:
— Si, ahora soy un don nadie, pero aún tengo familia, la cual voy a buscar desde ahora, ellos no saben que estoy vivo aún. Y de nuevo sí. Tengo problemas y todo lo que tú quieras, pero desde mi accidente tengo lo más preciado y lo más valioso que yo mismo estaba olvidando por mi arrogancia y orgullo, me estaba privando de conocer la esperanza y la fe de ser salvo por Jehová mi señor, y eso si es tenerlo todo.
Calvo le dice:
— Vea señor, estamos ocupado aquí, usted ya no es dueño de esto. Así que retírese.
Enrique sin mediar más palabras, toma un taxi y se va directo a su mansión.
En ese mismo instante en Dubái, Hali recibe una llamada de Colombia de parte de su asistente encargado en la empresa.
Arel le dice:
— No lo vas a creer Hali, esto es impresionante.
— Pero habla que no estoy para juegos de adivinanzas.
— El muerto está vivo.
Hali muy enojado le contesta:
— ¡¿Qué es lo que estás diciendo?!
Arel le vuelve a decir:
— El muerto está vivo... quiero decir que Enrique sobrevivió a la caída del avión. Y vino a reclamar lo que es suyo...