Enrique estaba decidido a trabajar en la empresa donde trabaja su primo, no le importa si el trabajo es muy duro o inhumano como dice su primo.
Cristian le recuerda otra vez a Enrique:
— Primo, acá pega el sol muy duro y toca cargar los bultos de caña. Yo sé que ya te había dicho, pero piénsalo.
— No hay nada que pensar, mañana me presentas a tu jefe, y así te ayudaré con los gastos de la casa.
— Bueno primo, entonces mañana hablaré con Tomás.
En ese instante, Cristian busca en su agenda el teléfono de su jefe, para incorporar a Enrique de inmediato al trabajo.
Yessenia por su parte, se dirige nuevamente a la cocina y comienza a servir la comida de todos.
Yessenia arregla y organiza el comedor por primera vez. Hace todo con una paciencia y una devoción que nunca había visto Cristian.
En ese momento, Yessenia les dice:
— Muchachos, la comida ya está servida, venga o se enfría.
En seguida, Cristian y Enrique se sienta a comer y a disfrutan de la comida de Yessenia.
Saboreando la salsa junto con la carne, Enrique le expresa a Yessenia:
— Esto está delicioso.
— Gracias Enrique, que bueno que te haya gustado.
— Está buenísimo todo esto.
Cristian le dice a su mujer:
— Amor, esta vez te has lucido.
— Gracias amor, esperen un momento, traeré más jugo.
Luego de varios minutos en el comedor disfrutando de una buena comida. Enrique se va a su habitación. Y se recuesta toda la tarde pensando en su hijo Johan.
7: 50 pm, Cristian entra a la habitación de Enrique, y le dice:
— Ya hablé con el jefe y de inmediato acepto.
— Que bien.
— Como no va aceptar primo, si le salió otro esclavo para abusar a su antojo, pero como no quieres esperar que te salga algo mejor.
Enrique le dice:
— Mañana veremos qué tanto es que dices del trabajo duro.
— Primo te voy a dejar para que descanses, porque lo vas a necesitar.
En la mañana siguiente, Enrique ya está despierto y listo para ir a trabajar. Cristian se pone sus botas y le dice a su primo:
— Como no sabía desde antes que ibas a trabajar cargando y cortando caña, no tenía preparado tus botas.
— Tranquilo primo, a ya me las arreglo.
En ese instante, se van a trabajar en una zona que Enrique no se imaginaba lo duro que iba hacer para él.
Cristian y Enrique llegan a la empresa de Thomas, y le dice a su jefe:
— Este es mi primo.
— Lo veo como muy delicado, ¿será que puede con esto?
Enrique le dice:
— ¿Por dónde empiezo para demostrarle que no soy lo que está viendo señor?
— Puedes empezar junto a tu primo en esa hectárea.
En ese instante, el sol que está pegando en Jamundí es terrible, pero Enrique coge un machete y junto con su primo comienzan a cortar muchas cañas.
La temperatura comienza a fastidiar a Enrique, con tan solo quince minutos de trabajo.
En ese instante, Enrique estaba sudando como si estuviera recién bañado.
Cristian le dice:
— Primo, trata de lanzar los machetazos con menos fuerza, así no gastaras tanta fuerza en los cortes, recuerda que estos machetes están bien afilados.
Enrique le dice:
— No puedo creer el calor que está haciendo, esto es infernal...