El fuerte sol y mucho calor, azota en las hectáreas donde trabajan Cristian y Enrique.
En ese momento, Enrique de tanto calor comienza a ver las cañas como a Mójame y Hali...
En ese instante, Enrique corta las cañas con mucha rabia y desesperación. Viendo muchas imágenes de sus socios que lo habían traicionado.
Su primo Cristian se asusta, y le dice:
— ¿Qué estás haciendo Enrique?, ten cuidado con ese machete.
Enrique al escuchar la voz de su primo se tranquiliza, y le dice:
— Perdona Cristian, se me vino a la mente muchas cosas desagradables.
— Paremos quince minutos para descansar. Y me cuentas que te está pasando.
En ese instante, el jefe los mira desde lejos, y les grita:
— ¿YA TAN RÁPIDO ESTA CANSADO EL NUEVO? AQUÍ SE VINO ES A TRABAJAR.
En seguida, Cristian sale del terreno, y le dice al jefe:
— Señor, téngale un poco de paciencia a mi primo, es su primer día.
— Mírame muy bien Cristian, si yo soy condescendiente con el nuevo. Entonces los demás trabajadores se me van a echar a las petacas, y eso no lo voy a permitir, así que trabaja o se va.
Cristian al escuchar esas palabras se enoja terriblemente con su jefe.
En ese instante, no habla más con él, y toma dos botellas de agua que están puestas en una mesa para todos los trabajadores.
Cristian regresa al terreno y le da agua a su primo. Enrique bebe y se hecha agua en el rostro al mismo tiempo. Cuando su primo le pregunta:
— ¿No me vas a contar que estabas viendo?
— Son tonterías.
— Las tonterías tienen nombre, quizás pueda ayudarte primo.
Enrique le dice:
— Vi el rostro de Hali y Mójame cuando estaba cortando las cañas en repetidas ocasiones.
— ¿Quiénes son?, ¿no me habías contado todo primo?
— Hali y Mójame, fueron las personas que me quitaron toda mi riqueza e intentaron matarme en aquel avión.
Cristian sorprendido por todo lo que está escuchando, le dice:
— Que te puedo decir primo, esos tipos si tienen cojones y no te moleste por lo que dije, pero no a cualquiera le roban todo eso que tenías. Yo te voy a dar buenos concejos para que trates de concentrarte de ahora en adelante en tu propia vida.
Enrique más animado le dice:
— Cuáles son esos buenos concejos primo.
— Perdona a esos infelices que su hora de rendirle cuentas con Dios llegará tarde o temprano. Y ellos no van a saber a qué hora se les cayó el mundo encima.
Enrique le dice:
— Es cierto todo lo que has dicho, pero mientras pasa eso que hago con mi mente.
— Primo, estas muy estresado, recargado con muchos problemas, tienes cansancio mental y eso es normal por todo lo que te ha sucedido. Te confieso que, si yo no me hubiera conocido con Yessenia, mi vida no tendría sentido.
En seguida, Enrique se acordó de cómo lo miraba Yessenia, y le dice:
— Yo también te daré un concejo primo.
— ¿Cual?
— No puedes aferrarte así de esta manera a una persona, perdóname, pero tengo que decirlo...