Milenna le ve la cara de preocupación a Enrique, y le dice:
— Amor, tu no conoces esta ciudad, es posible que te pierdas.
— Solo voy a caminar cerca de aquí, no te preocupes amor. Yo solo quiero pensar un poco.
En ese momento, Milenna entiende la posición de Enrique y lo deja ir solo. Para que pensara en que iba hacer.
En ese instante, Enrique sale del barrio El caney, y en un bus del mío, llega a la plaza de Caicedo. Y se sienta junto a miles de palomas.
Después de varios minutos sentado y pensando en que hacer, Enrique trata de devolverse a la casa. Cuando mira a Milenna.
En ese instante, Enrique le dice:
— Vaya, ¿amor me estas siguiendo?
— Se me olvido decirte algo muy importante.
— Dime.
— Voy ayudarte con la parte que te toca dar en el centro de rehabilitaciones.
De inmediato, Enrique le dice a Milenna:
— No, tú no tienes responsabilidad en eso, yo me voy a en cargar de buscar lo que falta.
Milenna no le hace caso a Enrique, y le dice:
— Se supone que estamos junto, me has convencido en renacer la empresa que tenías de textiles, ahora que las cosas están difíciles, debemos estar juntos. Tus problemas ahora son mis problemas, y si yo tengo como ir solucionando las dificultades que se presentan, no debes impedirlas. El enemigo quiere que nos dividamos. Y la verdad es que no voy aceptar un no por respuesta.
Enrique se sonríe y le da un beso y un abrazo a Milenna, diciéndole:
— Me falta mucho que aprender de ti.
Milenna aprovechó el momento que estaban en la plaza de Caicedo, para tomarse unas fotos con Enrique.
Después de pasar media hora en ese lugar, Milenna y Enrique se fueron a la estación mío cable tierra blanca.
Enrique y Milenna se montan en el teleférico, después de que Enrique venciera sus miedos y sus dudas con respecto al aparato, llegan hasta lo más alto de la montaña y disfrutan de una tarde muy bonita.
Horas más tarde, llegan a la casa y de inmediato Enrique llama a su padre. Y le dice:
— Ya conseguí la parte que faltaba para la mensualidad de Laura, mañana en la mañana giro el dinero.
Armando se alegra, y le dice:
— Muy bien hijo, sería muy triste que Laura no terminara de rehabilitarse.
— Todo esto se lo debo a MIlenna, mi compañera, la mujer que cualquier hombre desearía tener, sin ella no había podido reunir lo que faltaba.
— Con todos los elogios que dices de Milenna, me dio mucha curiosidad y quiero conocerla.
Enrique se sonríe, y le dice:
— Claro papá, en algún momento iremos todos a Medellín de visita.
— Eso espero.
Enrique termina de hablar con su padre y se dirige hacia el comedor. Donde se encuentran esperándolo Milenna, Gloria, Melissa y su hijo...