Totalmente decidido a cambiar las telas que trajo Milenna. Y su mamá, Enrique se prepara para salir de la casa. Cuando Milenna lo detiene y hace que entre en razón, diciéndole:
— Amor, solo estamos haciendo camisetas de hombres, ya es hora que hagamos otras cosas diferentes, como ropa para mujeres.
Gloria también le dice a Enrique:
— Mi hija tiene toda la razón, hay que tener variedad en el garaje, así podemos vender más de todo.
— Tienen razón, estaba ahogándome en un vaso de agua. Claro que podemos trabajar en todo eso.
Después de varias horas, Enrique entra en la habitación de su hijo, lo ve dormido y de inmediato le da un beso en la frente, y también se va a dormir.
Luego Enrique entra en la habitación de Milenna le da un beso, y le dice:
— Amor, ¿deberíamos dormir en la misma habitación?
— No, como crees, no los hemos casado y lo más importante. Todavía tienes que estar completamente de lleno con Dios.
Enrique le da nuevamente otro beso, y le dice:
— Casarme contigo es lo que más quiero en esta vida. Y le debo a Dios por estar este momento aquí contigo, vamos a luchar para sacar nuestro negocio adelante.
11:45 pm, Enrique entra en su la habitación y se acuesta a dormir, pero luego de cinco minutos se despierta y se levanta a orinar. Cuando se resbala en la puerta del baño y se golpea la cabeza.
Enrique se levanta de una camilla, y con una camisa de fuerza que lo aprieta totalmente todo su pecho.
De inmediato, Enrique comienza a gritar desesperadamente, diciendo:
— ¡MILENNA!, ¡MILENNA!, ¡GLORIA! ¡¿DÓNDE ESTÁN TODOS?! ¿POR QUÉ ESTOY ASÍ?
En ese instante, entran tres personas muy acuerpadas a la habitación de Enrique y lo golpean para tranquilizarlo.
En ese instante, entra una doctora con la apariencia de Milenna, diciéndole:
— Rodolfo, otra vez causando problemas como siempre.
Enrique desconcertado, le dice:
— ¿Qué pasa?, yo me llamo Enrique, amor, ¿por qué estás vestida así?
— No, Enrique era un amigo tuyo que murió en tus brazos, eso siempre lo dices, debes de controlarte Rodolfo, estás muy mal el día de hoy, será que estás perdiendo la fe en Dios.
Enrique trata de soltarse de las tres personas que lo tienen sujetado, pero es inútil, en seguida le dice a la doctora:
— Desde que Dios me salvo de ese avión, nunca he perdido la fe en él.
La doctora saca varias pastillas de su bolsillo, y le dice:
— Bueno Rodolfo, parece que ya es hora de tranquilizarte un poco y tomarse las pastillas juiciosamente.
Enrique pone resistencia, y le dice a la doctora:
— ¿Por qué me haces esto Milenna?, yo no estoy loco.
— Mi nombre es Natalia y no conozco a ninguna Milenna, ahora no me hagas perder tiempo y abre la boca...