Sostenido por varias personas, Enrique se encuentra en una situación muy confusa y tormentosa. En la que está en duda su cordura.
En ese instante, la doctora le introduce las pastillas a Enrique, diciéndole:
— En el fondo eres un buen hombre Rodolfo, lástima que poco a poco has perdido la fe y la confianza en Dios.
— Te repito que mi nombre es Enrique. Y yo no me olvidado de Dios.
En ese instante, Enrique vota las patillas al suelo y le dice a la doctora:
— Yo no estoy loco.
En seguida, Enrique comienza a darle un ataque nervioso y es acostado rápidamente en la camilla.
La doctora trata de reanimarlo, diciéndole:
— Abre los ojos por favor, no quiero que te vayas de mi lado.
En ese instante, Enrique se despierta en el baño en los brazos de Milenna, y le dice:
— ¡Milenna!, ¿Milenna eres tú?
— Sí, soy yo, parece que te has golpeado muy fuerte la cabeza. ¿Quién es Rodolfo?
Enrique se sienta en el suelo, y le dice a Milenna:
— No sé, tu ve como una especie de sueño, pero era muy real.
En ese momento, Milenna trae un frasco que contiene alcohol y un poco de algodón y le limpia la herida que Enrique se hizo en la cabeza.
Enrique le dice:
— En ese sueño, yo estaba en una habitación totalmente blanca con una camisa de fuerza que me apretaba hasta los huesos. Y tú después llegabas vestida de doctora llamándome por el nombre de Rodolfo:
— Por eso estabas gritando tantas veces ese nombre, por suerte mi madre y los niños aún no se han levanta. Pero hubo algo que escuche de ti antes de que despertaras que me contento, a pesar que estuvieras soñando.
— ¿Qué dije?
— Que no te habías olvidado de Dios.
— Sí, sentía que están abusando de mí, pero realmente en ese sueño me abrieron los ojos, ni hoy ni nunca me voy a olvidar de Dios.
Milenna abraza a Enrique, y le dice:
— Todo pasa por algo, de pronto necesitabas eso, seguir en el camino de Dios y no desviarse de el por ningún motivo.
— Si, tienes toda la razón.
Milenna ve la hora y le dice a Enrique:
— Ya es muy tarde, ¿ya te sientes mejor?, porque mañana tenemos que seguir trabajado para crecer el negocio.
— Sí, estoy bien, pero quiero que estés a mi lado esta vez, y si vez que estoy gritando, despiértame cuanto antes.
Milenna se sonríe un poco y acepta la petición de Enrique y vigila su sueño hasta quedarse dormida junto a él.
En la mañana siguiente, Enrique se levanta de la cama y escucha las máquinas de coser del garaje, y dice:
— Vaya, el espíritu de trabajo de Milenna es formidable.
En ese instante, Enrique se arregla y sale a la sala. Cuando encuentra a su hijo junto a Melissa y gloria desayunando.
En ese momento, Gloria le dice a Enrique:
— Ya mi hija me contó todo...