Avergonzado de la noche anterior, Enrique le dice a Gloria:
— ¿Qué es todo?
— Ven, siéntate a desayunar con nosotros, y te diré lo que me dijo mi hija.
Melissa le muestra un pan que está en la mesa, y también le dice a Enrique:
— Siéntate, no seas como mamá, ella no desayuno.
Enrique se sienta a la mesa y le dice a Johan:
— ¿Cómo pasaste la noche?, ¿ya te siente mejor?
— Si, ya no me duele nada papá.
En ese instante, Enrique con mucha curiosidad le dice a Gloria:
— ¿Cuéntame que te dijo Milenna?
— Esto que te voy a decir, no se lo vayas a mencionar a ella. Por qué se pondría muy enojada conmigo.
— Claro Gloria, yo no diré absolutamente nada, pero ya me preocupaste.
Gloria se acerca y muy seria le dice a Enrique:
— Lo que me dijo mi hija es; que esta perdidamente enamorada de ti.
De inmediato, Enrique se sonríe, y le dice a Gloria:
— ¿Era eso?, me hiciste preocuparme demasiado.
— ¿Estabas esperando algo terrible que te digiera?
— No, nada de eso, mejor desayunemos para ir a trabajar al garaje.
Después que Enrique desayuno, rápidamente se fue al garaje y le dio un fuerte abrazo a Milenna, diciéndole:
— Cada día me sorprendes más.
— Parece que dormiste muy bien anoche, amaneciste muy contento.
— Si, pensando que las oportunidades que Dios le da a uno son para aprovecharlas, yo no me imaginaba encontrarme una mujer tan especial como tú en mi vida.
Milenna se ríe y le da un beso a Enrique, y le dice:
— Me desconcentraste en el trabajo, ¿qué voy hacer contigo?
— Pues, yo te ayudare a sacar la nueva ropa para mujer, así acabaras más rápido.
Desde ese momento, Milenna, Enrique y Gloria, trabajaron todo el día para sacar las primeras blusas femeninas.
El día siguiente, Milenna pone a vender dos hermosas blusas con el valor de veinticinco mil pesos.
En ese instante, una vecina que nunca en su vida había saludado e ido a casa de Milenna, se acerca, y le dice a ella:
— Hola, ¿cómo esta vecina?
— Bien, en que puedo ayudarla.
— Desde mi casa alcance a ver esa hermosa blusa y me dio curiosidad de saber su precio.
Milenna descuelga una blusa, y le dice a la señora:
— Ellas están a veinticinco mil pesos.
La señora se queda viendo la blusa y luego ve todo el garaje, para luego decirle:
— Es que no tengo dinero, pero si me la fía. Yo se la pagaré dentro de una semana.
En ese momento, sale Enrique y alcanza a escuchar lo que dijo la vecina, y le dice:
— Perdón señora, pero nosotros aquí no fiamos.
La señora al ver la negativa de Milenna y de Enrique, se marcha para su casa.
Después de diez minutos de lo sucedido, la vecina vuelve al garaje, pero esta vez se para al frente y comienza hacer unos rezos y unas cosas extrañas moviéndose por toda la casa.
En ese instante, Enrique le dice a Milenna:
— Pero, ¿qué está haciendo esta señora?, ¿será que se enloqueció?
Gloria un poco asustada le dice a Milenna y a Enrique:
— Hay que llamar a la policía, esta señora tiene malas intenciones...