Después de lo sucedido con la vecina, Enrique, Milenna y su madre, comenzaron a vender todos los días más y más todas las prendas y camisetas que hacían.
Con la biblia abierta en el negocio, Milenna le dice a Enrique:
— No te has dado de cuenta, que todos los días leo el salmo 43 en el negocio y en la casa. Y ha dado buenos resultados.
— La verdad amor, es que no he observado los cambios que dices, ¿a qué te refieres con los cambios?
En ese momento, Milenna coge la biblia y se la entrega a Enrique en el salmo 43. Diciéndole:
— Por favor, lee el salmo y te darás cuenta de lo que te digo.
De inmediato, Enrique lee el salmo y se da de cuenta que el capítulo 43 habla de la opresión del enemigo, y cae en cuenta que han tenido tranquilidad desde aquel incidente con la vecina.
En ese instante, Milenna le dice a Enrique:
— Me gustaría que empezaras en forma a estudiar la biblia, veras que en ella encontraras todas las respuestas que te a quejan.
— Claro amor, desde hoy comienzo.
Ocho meses después, Enrique, Milenna y Gloria, no se dieron abasto con las ventas en su local. Y decidieron poner un nuevo local de ventas en el centro de la ciudad.
Contratando a dos personas, Enrique y Milenna, se ocupan del local del centro, mientras Gloria en la casa, termina de enseñarle a coser más rápido a Lorena y Niji, para poder abastecer de más producción al nuevo local.
Lorena y Niji, primas de Milenna, necesitaban trabajar para poder llevar algo de dinero a su casa, aprendieron a coser muy rápido y mejor que Gloria.
En ese instante en Medellín, Laura sale del centro de rehabilitación siendo una mujer completamente renovada. Y diferente a la que entro hace varios meses.
En ese momento, Laura mira hacia todos lados y se desilusiona porque ningún familiar está a su lado.
Luego de esperar un rato, se prepara para irse. Cuando escucha a alguien que dice:
— Somos libres.
De inmediato, Laura se sonríe. Dándose vuelta y ve a Cesar, y le dice:
— No estábamos en la cárcel.
— No lo estábamos, pero se siente muy bien haber salido de ese lugar de locos, creo que se cansaron de nosotros por ser tan feos.
Laura no puede contener su sonrisa, y le dice a Cesar:
— Ya basta, vas hacer que me duela el estómago, ¿qué vas hacer de ahora en adelante?
Cesar se acerca a Laura, y le dice:
— Yo te prometí allí a dentro, que te llevaría a un lugar maravilloso, donde nadie nos fuera a molestar por el resto de nuestras vidas...