Injustificadamente, Enrique le reclama fuertemente a Mirna y a su marido por los actos de su hijo.
De inmediato, Mirna se altera un poco y le dice firmemente a Enrique:
— Yo no sé realmente lo que sucedió ahí, pero de algo si estoy muy segura señor, y es que a esa muchacha no la vi obligada o presiona en ese lugar, a ella nadie le puso una pistola en su cabeza. Ella quiso estar con mi hijo, así que no sé a qué viene todo esto, yo sé que usted está muy dolido, pero no busque culpable donde no los hay. Laura busco su destino.
En ese instante, Milenna mira desde lejos que Enrique agita sus brazos como si estuviera peleando. Y rápidamente va hacia ese lugar.
Lleno de rabia y enceguecido por el dolor de haber perdido a Laura, Enrique le dice a Mirna:
— No los quiero volver a ver en mi vida, lárguense de mi vista.
— Antes de irme quiero decirle que yo hable con ella y le dije que se alejara de Cesar, pero ella no lo hizo.
— No quiero escuchar más, lárguense de una vez por todas.
Milenna escucha el mal trato que Enrique le da a estas dos personas. Y de inmediato lo mira, y le dice:
— Te desconozco Enrique, ¿por qué tratas a estas personas así?
— Su hijo mato a Laura, te parece poco eso.
Mirna y su marido, hacen caso omiso a la reacción de Enrique. Y se van del cementerio.
Milenna mira fijamente a la cara a Enrique, y le dice:
— No eres el hombre el cual yo me enamore, ¿qué te sucedió?
— Me estás malinterpretando, a ti no se te ha muerto nadie, y no entiendes nada.
— Como te atreves a decir eso, yo no voy por el mundo maltratando a la gente porque estoy triste, nadie tiene la culpa de las cosas que pasan en la vida, parece que no has aprendido nada en todos estos meses.
Milenna intenta irse muy enojada de ese lugar. Cuando Enrique la coge de la mano, y le dice:
— Espera, perdóname, perdóname, no era mi intención ofenderte amor.
— ¿Ahora ya soy tu amor?, estas endureciendo tu corazón y esto hace que cometas y digas cosas que no gusten a Dios.
Enrique se arrepiente de todo lo que le dijo a Milenna, y le dice:
— Tienes toda la razón, a veces pienso que nunca voy a cambiar.
— Hay que empezar de nuevo, esto que le paso a Laura no puede ser motivo para que te vuelvas un hombre resentido, amargado y de corazón de piedra, debes de reflexionar afondo, porque la salvación es en serio...