Después de solucionar el seguro de gran parte de la mercancía quemada en el local, Enrique y Milenna vuelven al local. Donde un vecino de los almacenes de más abajo, les ofreció un local en muy buen estado.
En ese instante, Milenna le dice al señor:
— Gracias. ¿Cuál es su nombre?
— Mi nombre es Humberto, pero me pueden decir Cortico.
— Bueno, usted nos dice que nos da el local, ¿pero no hemos hablado de precio?
— Para que todos estemos bien, pueden darme quinientos mil pesos cada mes.
Milenna le gusta el precio y de inmediato mira a Enrique, pero este no dice nada.
En seguida, Milenna le expresa a Enrique:
— ¿Que sucede amor?, el local esta súper barato, di algo.
Enrique sigue pensando en el rostro de aquel anciano. Cuando es sacudido por Milenna.
En ese momento, Enrique muy desconcertado, le dice a Milenna:
— ¿Qué sucede?
— No lo puedo creer Enrique, ¿no has escuchado nada de lo que estamos hablando con don Cortico?
— Perdona, estaba pensando en lo que te había dicho anteriormente.
— Bueno, el señor nos dice que nos arrenda su local en quinientos mil pesos.
Enrique le gusta el precio del local y de inmediato le da la mano a don Cortico, diciéndole:
— Listo, mañana en la mañana si Dios quiere le damos los quinientos mil pesos.
Cortico le dice a Enrique y a Milenna:
— Entonces los espero en la mañana.
De inmediato, Milenna le dice a Enrique:
— En la mañana vamos a ir a la Iglesia, estaremos aquí hablando en la tarde.
— Se me había olvidado que íbamos a la Iglesia del pastor José.
En ese instante, Enrique y Milenna se despiden de Cortico y luego pasan nuevamente al local donde Estaban. Cuando se encuentran otra vez con Valentina.
En ese momento, Valentina les dice:
— Si ustedes se van a ese local, van a pasar trabajo, ese señor es una mala persona.
Milenna y Enrique, no le prestan atención a la mala y pésima actitud de Valentina y luego de volver a ver el que era su local, se van a casa.
En la mañana siguiente, José les da la dirección de la Iglesia a Enrique y Milenna, el cual llegan al barrio ciudad 2000 rápidamente.
En ese momento, Enrique saluda a José, diciéndole:
— La casa de Dios, este lugar tiene bastante espacio para albergar muchas personas.
José saluda de besos a Milenna, y le dice a Enrique:
— La casa de Dios. Somos cada uno de nosotros, en este lugar venimos a recargarnos de fe. Y esperanza.
Milenna entra hasta el fondo de la Iglesia, y le dice a José:
— Es perfecto, yo he soñado muchas veces en tener a Monte de Sion en esta ciudad. Y por fin se cumplió.
Enrique se acerca a Milenna, y le dice:
— A pesar que tuvimos ese tras pie en el trabajo, yo siento amor. Que todas las cosas van a salir bien...