Enrique llega a casa de Armando. Y de inmediato lo abraza, diciéndole:
— ¿Cómo estas papá?
— Bien, muy bien, tu matrimonio con Milenna trajo buenos frutos para mí.
— No entiendo papá, ¿qué quieres de decir con buenos frutos?
En ese instante, Armando grita, diciendo:
— AMOR, VEN A LA SALA.
En ese momento, una despampanante mujer sale a la sala y rápidamente Armando se la presenta a Enrique, diciéndole:
— Yeimi es el amor de mi vida, la conocí en Cali.
Enrique no le gusta la apariencia de Yeimi, pero de todos modos le da la mano y hace como si no pasara nada.
En seguida, Enrique le dice a Armando:
— Necesito hablar en privado contigo.
Armando manda a Yeimi a la habitación, y le dice a su hijo:
— A mí no me engañas, no te agrado para nada Yeimi.
— Tienes razón, no confió en ella, ten cuidado con todas las cosas que haces, pero es tu vida y tengo que respetar tus decisiones.
— Gracias hijo.
— Ahora a lo que vine, llama al muchacho que va a estar en el nuevo negocio, hace semanas me dijiste que era muy serio.
— Sí, se llama Jimmy. Y es un muchacho del barrio muy serio.
En ese momento en Cali, Niji está muy pendiente de varias mujeres que entraron al local, solo hacerle conversa a Milenna.
Niji le hace señas a Milenna, para que las despache de inmediato del local.
En ese instante, Milenna le hace caso a su prima. Y rápidamente se excusa con las tres mujeres, diciéndoles que va a cerrar el local.
Las mujeres se fueron del local, y de inmediato Niji le dice a su prima:
— Esas tres venían a robar.
— ¿Cómo sabes?
— Lo vi en sus caras, tienes que tener más malicia y desconfiar casi de todo el mundo.
— Sí, yo lo hago, pero pensé que iban a comprar.
— Te estaban distrayendo, para luego robar.
— Gracias prima.
En Medellin, Armando llama a Jimmy. Y se lo presenta a su hijo.
En ese momento, durante veinticinco minutos, Enrique habla claramente con Jimmy se ponen de acuerdo como va hacer el trabajo y el pago.
Luego de hacer todo eso, Enrique le dice a Jimmy:
— Espera mi llamada.
— Listo.
Jimmy se va de la casa de Armando. Cuando Enrique le dice a su papá.
— Me ha caído bien el muchacho, es muy humilde.
— Sí, confía en él, es un buen muchacho.
— Error, tengo que confiar en Dios y desconfiar en el hombre...