Sorprendido y asustado, el taxista que lleva a Milenna y a la señora, les dice:
— Alguien me puede decir, ¿qué paso aquí?
Milenna se queda callada solo pensando en lo que acaba de vivir. Cuando la señora le dice al taxista:
— Yo no vi nada y no sé de qué están hablando, pero por favor encienda el taxi que voy de afán.
En ese instante, el taxista le hace caso a la señora. Encendiendo su vehículo y se van de ese lugar.
En ese momento en casa de Milenna, Cristian le dice a Gloria:
— No siento ningún dolor, voy acompañar a mi primo y a Milenna.
— Oye muchacho, tanto alboroto que hiciste hace unos minutos, ¿es que estabas fingiendo?
— No, como se le ocurre doña Gloria, de verdad que me sentía muy mal, pero ya me siento mejor y creo que puedo ir a trabajar.
Centro de la ciudad, Milenna llega al local con una cara muy seria. Encontrando a su esposo leyendo la biblia.
En seguida, Enrique le dice:
— ¿Le paso algo a Cristian?
— No, soy yo, tengo que contarte algo que me paso en un taxi.
— Yo también te tengo que contar algo extraño que me acaba de suceder, pero me da vergüenza reconocer que estaba a punto de hacer algo que iba a dañar nuestro matrimonio.
Milenna lo queda mirando fijamente, y le dice:
— Amor, dime tu primero.
— No me siento para nada cómodo con lo que diré, pero hace unos minutos entro una mujer con una belleza exótica, que fue capaz de tentarme por varios minutos hasta el punto, de dejar de pensar en ti y solo pensar en ella. Pero repentinamente logre salirme de ese trance al recordar el nombre de Jezabel, el espíritu de la seducción... me siento muy mal amor.
Milenna le dice a su esposo:
— Estamos en días peligrosos, ¿me creerás si te digo que yo también fui tentada antes de llegar aquí?
— ¿Cómo?
— Sí, el taxista le paro a un hombre muy bien vestido y con una belleza impresionante, yo también al igual que tú, fui tentada, pero al percatarme de una pesadez y que no era normal lo que estaba pasando, le dije en su cara, que era lo que tanto me miraba y que no iba a caer en su seducción.
— ¿Y luego que paso?
— El taxista le para a una señora, la cual abre inmediatamente la puerta trasera y se sube a mi lado, lo extraño de todo esto, es que el hombre ya no estaba en el taxi.
— ¿Cómo?, ¿no lo viste bajarse?
— No, el taxista y yo lo vimos entrar, pero nuca salir.
Enrique se preocupa un poco, y le dice a su esposa:
— Tenemos que comenzar a orar mucho, para no caer en la trampa del enemigo.
— Si amor, desde ahora hay que hacerlo.
Enrique y Milenna, aprovechan que no ha entrado ningún cliente en el almacén. Y se ponen a orar para alejar todo lo que les quiere hacer daño a ellos y a su familia.
Después de haber orado durante varios minutos, Milenna recibe una llamada de parte de su mamá, que le dice:
— Hola hija, Cristian ya está mejor y ya se fue para allá.
— Que bien, gracias mamá por avisarme.
En ese momento en que Milenna colgó su teléfono, un hombre se para al frente del local. Y queda viendo fijamente a Enrique...