Enrique toma el teléfono que le trajo su hijo y habla nuevamente con su padre, enseguida Armando le dice:
— Todo va bien en el negocio con excepción de Jonathan.
— ¿Qué sucede con él?
— Le está dejando todo el trabajo a Jimmy y eso no puede ser.
— Llámale la atención cuando lo veas.
— Bueno, eso haré, ah... una última cosa. ¿Cuándo vienes a Medellín?
— No sé, ahora no puedo viajar por lo de Milenna, sigue manejando el negocio como vas.
— Bueno, entonces quedamos así.
En ese instante, Jonathan llega al local y saluda a Armando, diciéndole:
— Buenos días señor, no lo esperaba tan temprano en el local.
— Pues ya ves que si, como es eso que le estas dejando toda la carga a Jimmy.
— Se me presento algo en la casa y por eso llegue tarde nada más.
— Espero que esto no se repita, mira yo no soy una mala persona, pero no me gustan los abusos y no me gustaría prescindir de tus servicios.
— Aunque usted sea el padre de Enrique, fue él quien me dio trabajo. No usted.
Armando se enoja demasiado. Cuando Jimmy les dice a los dos:
— Paren con esa discusión, en los negocios no se puede alegar o nos va ir mal.
De inmediato, Armando le dice a Jimmy:
— Quedas a cargo, voy al centro a relajarme un poco y ya vuelvo.
En ese instante cuando se va Armando, Jonathan insulta a Jimmy, diciéndole:
— Que es lo que te crees sapeándome con el viejo este.
— Di lo quieras, pero ponte a trabajar.
— Me das lastima Jimmy, te vas a quedar para siempre de mandadero.
— ¿Y tú que estás haciendo ahora?
Jonatahn se ríe, y le dice:
— Estoy esperando que me confirmen un nuevo empleo donde voy a estar de gerente, como la vez, voy a regresar como estaba mi estatus antes.
— Te felicito.
En ese instante, entra un cliente y Jimmy le dice a Jonathan:
— ¡Mira!, ve y atiéndela.
Después de una hora, Armando vuelve al local y se sienta en un lugar donde no le ve la cara a Jonathan, en seguida Jimmy le muestra a Armando todo lo que se ha vendido en el tiempo que se fue al centro.
12:00 del mediodía, por primera vez Yeimi la mujer de Armando, fue a dejarle comida en el local.
En ese instante, Jonathan la vio y se enamoró de ella. Y ella también le gusto como el la miraba detenidamente.
En seguida, Jonathan antes de irse a comprar su comida, dice en voz baja:
— Ese viejo no se merece a esa mujer.
Jimmy y Jonathan salen a buscar donde comer, mientras Armando se queda con su mujer en el local.
En ese instante, Yeimi le dice a Armando:
— Amor, tú no tienes necesidad de estar todo el día cuidando el negocio de tu hijo, tú vives de tu jubilación.
— Quieres que este sentado en la casa esperando a que mi estómago se infle de solo comer. Y no hacer nada.
— No, no te enojes.
— No lo estoy, como podría hacerlo, hace mucho tiempo que estaba esperando a una mujer como tú.
En ese instante, Jonathan vuelve al local y Armando de inmediato, le dice:
— ¿Qué paso?, ¿se te ha quedado algo?
— Hice un pedido y voy a comer aquí, ¿algún problema?
— Eres muy insolente, vamos a ver cuándo tengas a Enrique al frente y te portes a si de esta manera.
— Solo le estoy diciendo que voy a comer aquí, ¿o piensa hacer algo inusual?
A Yeimi le causa mucha risa lo que está sucediendo. Cuando Armando la coge de la mano y la lleva para su casa.
En el camino Armando llama a su hijo, y le dice:
— No sé qué vas hacer tú, pero no me aguanto a ese tal Jonathan.
— Voy hablar con él, pero no ahora.
— No te molesto más hijo, sigue cuidando de tu esposa.
En la mañana siguiente, Jonathan está llegando al local. Cuando recibe una llamada de su padre que le dice:
— Ya tienes el puesto de gerente, y puedes empezar mañana mismo.
Jonathan entra al local, y le dice a Armando y a Jimmy:
— Me voy de este miserable negocio, ustedes son poca cosa para mí...