Jonathan recibe una gran noticia de parte de su padre. Y de un momento a otro, se le despertó por completo toda la arrogancia y el desprecio por las personas que le habían tendido la mano.
Controlándose para no tener un problema mayor con Jonathan, Armando le dice:
— ¡Vete de aquí! ¡Pero ya!
— Eso es lo que voy hacer, no aguanto estar más en este lugar.
En ese momento, Jonathan se va del local y de inmediato Jimmy le dice a Armando:
— Es increíble lo que ha sucedido, había necesidad de insultarnos, después que su hijo de buena manera nos dio este trabajo.
— Ahora que mi hijo está en la Iglesia, le está dándole oportunidad a las personas, pero con Jonathan creo que se equivocó.
En Cali, Enrique y Cristian abren el local. Cuando Lewiston les pregunta:
— Hola, ¿Dónde dejaron a Milenna?
Enrique termina de abrir la puerta y le dice responde:
— Ella está descansando, pero mañana viene.
— Bueno, los dejo para que arreglen sus cosas.
En ese momento, Cristian se pone a lavar el andén, mientras Enrique se acuerda del problema de su papá con Jonathan. Y saca su teléfono para llamarlo.
En ese instante, Jonathan se encuentra presumiendo de su nuevo trabajo con varios amigos. Cuando recibe la llamada de Enrique que le dice:
— Hola Jonathan. ¿Cómo estás?
— ¿Ya fue tu padre con el chisme?
— ¿De qué hablas?
— He renunciado al trabajo.
— ¿Estás seguro de lo que hiciste?
— Sí, gracias por darme esa oportunidad, pero mi padre me consiguió algo a mi nivel, no te ofendas, pero en tu negocio no me sentía bien, ahora voy a tomar un cargo muy importante y amerita de todo mi tiempo.
— No, no me ofendo, me gusta que las personas progresen, bueno Jonathan disfruta de tu nuevo trabajo.
En ese mismo instante, Enrique llama a su papá, y le dice:
— Hola, ya hablé con Jonathan.
— No me hables de el por favor, no sabes con todos los insultos que nos dijo antes de irse, mira, te voy a decir una cosa hijo, si tu vuelves a meter a alguien así aquí en este lugar, tendrás que venir a manejar tu este negocio.
— Cálmate papá.
— No me calmo, tu no estabas oyendo los insultos que decía ese muchacho, tuve que contenerme para no golpearlo.
— ¿Así de mal es que se comportó?
— Sí, Jimmy esta de testigo.
— Bueno, él ya se fue y lo que se iba a ganar el, te lo doy a ti.
— Gracias hijo, cambiando de tema, ¿cómo sigue Milenna?
— Bien, pero hoy estoy trabajando con mi primo.
— Espero que Cristian valore su trabajo.
— Sí que lo está haciendo, bueno papá, te dejo, estamos hablando.
— Bueno.
Después de trabajar todo el día con su primo, Enrique se queda pensando en todo lo que le dijo su padre de Jonathan
En ese instante, Cristian y Enrique entran a la casa. Cuando Milenna recibe a su esposo con un beso, y les dice:
— ¿Cómo les fue?
— Bien, pero en Medellín no tanto.
— ¿Qué paso?
— Jonathan se puso de grosero con mi padre y renuncio.
— No sé qué decirte.
— Ya mi padre se comprometió de lleno con el negocio y se va a quedar más tiempo.
En la mañana siguiente, Jonathan madruga a la empresa donde su padre le había conseguido un puesto. Cuando antes de entrar lo llama su padre, diciéndole:
— Hijo perdona, quiero que me perdones.
— No me asustes. ¿Qué sucede?
— Hay un pequeño malentendido.
— ¿Un pequeño malentendido?, explícate mejor.
— La solicitud de empleo que envié a la empresa de mi amigo fue confirmada.
— Sí, ya tú me dijiste, yo tengo el trabajo.
— No, el Jonathan que paso a la gerencia fue sobrino de otro amigo.
— ¿Que estás diciendo papá?
— Si quieres echarle la culpa a alguien, échasela a mí, me emocione cuando me enteré que habías ganado la gerencia y me apresure en llamarte.
— No puede ser, no puede ser, yo renuncie a lo único que tenía fijo, nooo...