Después de hora y media de viaje, por fin el avión aterriza en la ciudad de Panamá.
Luego de esperar a que el avión haga su recorrido, Enrique descansa un poco y se vuelve a tranquilizar.
Milenna le dice a su esposo:
— Gracias a Dios llegamos, porque te estoy viendo muy pálido.
El avión se detiene e inmediatamente todos los pasajeros salen del avión hacia su destino.
Enrique no pierde el tiempo y de inmediato para un taxi, y le dice:
— Por favor, nos puedes llevar al hospital Paitilla.
— Claro señor, ¡súbanse!
Enrique y Milenna se suben al taxi. Y sin conocer la ciudad, Enrique le dice al taxista:
— ¿Esta no es la dirección?
— Perdonen, es que estoy evitando posibles trancones, pero ya vamos a llegar.
Milenna sorprendida de Enrique, le dice:
— ¿Cómo sabes eso?, ¿ya habías venido a Panamá?
— No, nunca había venido, me estoy guiando por el sueño.
— Vaya.
Luego de varios minutos, el taxi los deja al frente del hospital Paitilla.
Enrique ayuda a bajarse del taxi a Milenna. Y enseguida entran al hospital.
En ese momento paso algo extraño, Milenna se queda en la sala de espera mientras Enrique busca la habitación número siete.
Nadie, absolutamente nadie vio a Enrique merodear por todo el hospital en busca de la habitación del sueño.
Custodiada por un hombre que está revisando su celular, Enrique encuentra la habitación siete y de inmediato abre la puerta.
En ese instante, Enrique no lo puede creer lo que está viendo, su corazón comienza a latir fuertemente al ver a Hali moribundo en una cama. Y con tubos por todos lados.
Como un volcán en erupción, Enrique se le vinieron todos los recuerdos de la horrible traición que le hizo este hombre.
Enrique se encuentra confundido, y le pregunta a Dios:
— ¿Porque me has traído aquí? Si yo ya me había olvidado de este hombre y de su amigo.
En ese momento, Hali en su agonía se despierta y al ver el rostro de Enrique se sorprende demasiado. Y le dice llorando:
— Perdóname... perdona a este hombre que fue malvado contigo.
Enrique se acerca y con mucho valor le dice al que fue su mejor amigo:
— Durante mucho tiempo estaba pensando, que iba hacer cuando te tuviera al frente. Y si te soy sincero, nunca creí que en nuestras vidas volveríamos a encontrarnos, pero ya ves cómo es la vida.
— Perdóname.
— Tenía mucho odio a ti y a Mójame por atentar contra mi vida, pero gracias a Dios que me dio fortaleza. Y desde que estoy en la Iglesia te pude perdonar a ti y a Mójame, no voy a negar que hace unos segundos se me revolvió todo al verte, pero Dios me aclaro la mente y me devolvió la paz interna que tenía antes de entrar a este lugar.
— Si no te fuera traicionado todo sería diferente.
— ¿Dónde está Mójame?
— Mójame está muerto.
— ¿Qué le sucedió a él? Y a ti también. ¿Qué te paso?
Hali comienza a sentirse muy mal, pero saca fuerzas, y le dice a Enrique:
— Todo lo perdimos, todo absolutamente... todo se fue en ruina, desde que Mójame se puso hacer negocios con los rusos, todo salió mal para nosotros.
Los rusos nos traicionaron y le tendieron una trampa a Mójame para matarlo. Yo pude escapar e irme hasta Suiza, Francia y España, pero me siguieron hasta a ya.
La única opción que tenía era venirme a América y perderme de ellos en cualquier país de todos estos, pero al tocar suelo de este país, pasando una calle tuve este gran accidente con un bus que venía a toda velocidad, aun no sé porque estoy hablando... ¿yo debería de estar muerto?
— Hali, ¿esto cuando te sucedió?
— Hace... como cuatro días.
En ese instante, Enrique queda muy pensativo y recuerda el día que empezó a soñar con ese hospital, y le dice a Hali:
— Mójame perdió la oportunidad de hablar con Dios y limpiar sus pecados, pero tu estas todavía consiente, Busca de Cristo, debes de aceptar a Jesucristo como tu salvador. Y arrepientete de todos tus pecados.
— No tengo tiempo, acaso no me ves que estoy muriendo y no puedo pararme...