Sophia no pudo dormir en toda la noche, al sentir el cuerpo de Sebastián muy cerca del suyo, sentir sus piernas, su brazo rodear su cintura y la excitación de su miembro, la estaba haciendo enloquecer sin siquiera poder hacer algo para remediarlo.
En la mañana del siguiente día, cuando Sophia despertó abostezando y estrujandose los ojos por el agotamiento de no poder conciliar el sueño, la esposa de Sebastián bajó las escaleras luego de una ducha, con un vestido marrón y el cabello ligeramente suelto cayendo por su espalda desnuda, caminó hasta la cocina donde se encontraba Catriona, quién al percatarse de su presencia se acercó.
-¿Le sirvo el desayuno señora?- pregunto observando como tomaba una manzana y le daba un mordisco
Sophia hizo seña que estaba bien así
-¿Y mi esposo?-preguntó sentándose en la isla de la cocina sin dejar de comer la manzana
Catriona le miró curiosa y luego argumento
-Acaso el señor no le comentó, salió de viajes y viene en dos días para la luna de miel- Sophia abrió los ojos y comenzó a toser, Catriona abrió el fregorifico y le pasó un vaso con agua, con dificultad Sophia con ayuda de Catriona tomó el vaso y bebió un sorbo
-Y me dejó aquí sola y no me dijo nada- añadio en un hilo de voz que Catriona pudo escuchar con cierto pesar
La mujer la miró con tristeza por un segundo
-Se le presentó un viaje de negocio improvisto y pues no tuvo tiempo de avisar-
Sophia se levantó de la isla caminando cabizbaja, la desilusión invadió su cuerpo y su estado emocional, su relación no era realidad pero aún así imaginaba ver a Sebastián aunque fuese el día siguiente de su boda, ella lo anhelaba tanto, todo lo imaginó de otra forma.
Salió a la terraza, cubierta por una pérgola llena de glicinias, sintiendo el calor de las piedras en los pies descalzos. Se sentó en una butaca de color blanco y miró alrededor, fascinada con el paisaje y con una estrecha angustia por el comportamiento de su esposo..
El jardín era enorme, con muchas flores y diversos aromas.
Sophia pasó dos días explorando el jardín, los días suficiente como para pensar que hacer con el mujeriego de su marido, si estaba con otra lo hundiría se dijo viendo el agua moverse ligeramente, sus ojos azules se fijaron en un animal recordado en el kiosco sin hacer ruido se acercó lentamente viendo un perro tirado en el frío suelo
-¿Cómo estás hermoso? -llamó al ejemplar-. Prometo tratarte bien
El perro la miraba con desconfianza, pero Sophia no se asustó. Inclinándose, alargó su mano para que la oliese y el animal se acercó un poco moviendo ligeramente la cola.
-Buen chico.
Cuando estaba a punto de agarrar al perro por el collar para ver si llevaba alguna identificación, sonó un ruido tras ellos y el animal salió corriendo.
-Serás Pendeja. ¡Podría haberte mordido! -exclamó Sebastián.
-No iba a morderme.- grito furiosa al ver como se alejaba el cachorro
-Es un perro vagabundo. Debería de haberme desecho de él hace días.
-Como lo hiciste conmigo por dos días,- Sophia grito y Sebastián le miró mal -Me abandonaste un día después de nuestra boda, me dejaste sola y no me comentaste nada- gritaba furiosa
-Y ahora tengo que decirte todo lo que haga?- Esto no es real Sophia así que no te ilusiones conmigo- dió un pasó para adentrarse al interior
-Si me pegas los cuernos te voy a hundir Sebastián Méndez-
Su esposo se paró y la miró
-Y quién me lo va a impedir? Tu y la desabrida de tu madre-
Sophia entrecerró los ojos estaba admitiendo serle infiel, con solo un día de casados
-Si tienes una amante dile que espere hasta después de seis meses- se acercó para ver sus ojos muy de cerca -Si no puedes esperar seis meses pues te acuso de adulterio, te pido el divorcio y me quedo con todo lo que es tuyo, sabes muy bien que por placer estoy dispuesta hacer lo que sea-
Sebastián vio incredulidad y disgusto
-A mi no me amenazas y deja tu histeria, maldita loca, estaba en un viaje de negocios, no tengo ninguna amante, al menos no todavía- y se alejó dejando a Sophia votar humos por los ojos y las orejas
-Por qué no desapariste sin dejar razón- maldijo viendo la espalda ensanchada de su esposo llegar al mango de la puerta.
Al caer la noche Sophia se adentró al dormitorio que ambos compartían, sintiendo la regadera encendida así que se dijo que su esposo se encontraba debajo de ella, despacio se acercó y abrió la puerta lentamente viendo su perfecta figura refleja a otra lado de la puerta corrediza, sin pensar mordió su labio inferior y sintió un leve calor arder en su cuerpo, al ver como se abría la puerta, entrecerró los ojos y se alejó despacio chocando con un artilugio.
Sophia se tapó la boca contenido el dolor y para no dejar salir un grito desesperado, se arrastró por el mármol hasta llegar a la punta de la cama, en ese santiamén salió Sebastián mirando el semblante de su esposa
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Editado: 04.03.2023