—Mami, ¿me das dinero para comprar un helado en la escuela? —la miré con la esperanza de que accediera.
—Claro cariño —de su bolso extrajo su monedero y sacó el dinero— Aquí tienes, solo uno ¿si?
—Si mami, se que mucho dulce en mi cuerpo es malo—sonreí.
Mami solo rio y me acompañó al bus escolar que me recogía todos los días en mi casa.
***
Era recreo y el camión de helados estaba muy lleno. Hacía varios días llego ese camión a mi escuela y todos los de la escuela decían que eran deliciosos. Me dirigí a hacer fila y esperar mi turno.
Al fin era mi turno y el heladero con una sonrisa amable me preguntó que sabor quería y de inmediato le conteste que de chocolate, amaba el chocolate ¿a quien no podría gustarle? Me entregó mi helado y me fui del lugar, al probarlo se me cayó todo mi helado; todos mis compañeros miraban mi uniforme, lo observé y había manchado mi camisa. Salí furiosa corriendo hacia el baño y me encerré en uno de ellos.
—Dios ¿por qué no me has bendecido? —inquirí gritando.
Y luego lágrimas salían de mis ojos y sollozos de mi boca, mientras los demás niños lloraban de tristeza por caérseles el helado, yo lloraba de enojo.