Era fin de semana y finalmente podía pasar unos días con mi abuelita y mi mami. Me encontraba leyendo un libro llamado: "El principito". Al principió se ve como un libro infantil cualquiera pero analizándolo bien, habla sobre la vida y la naturaleza humana; con ayuda de mami pude conseguir ese increíble "análisis" como lo suelen llamar las personas adultas.
Abuelita ha desaparecido durante unos minutos y justo cuando le quiero preguntar a mami sobre ella; aparece con una pequeña bicicleta con rueditas.
—Mi pequeña Galehidrelle, esto es para ti —La termina de colocar en el pasto verdoso de aquella mañana. Nos encontrabamos en el parque.
—¡Wow, es increíble! Muchísimas gracias abuelita —Respondo con pequeñas lágrimas de alegría que salen de mis ojos.
—Oh cariño, no llores que yo también lloraré —informa abuelita con una sonrisa alegre.
Después del fallecimiento de papi Andrew, las cosas han sido difíciles para mami en muchos aspectos, incluyendo lo económico. Tenemos lo necesario pero de vez en cuando podemos gozar de una comida fuera de casa o alguna distracción; mami hace lo posible para poder darme lo mejor. Es la primera bicicleta que obtengo y debido a ello me puse muy feliz.
Abuelita nos suele ayudar con dinero ya que tiene un pequeño negocio de comida. Mami más que todo lo ocupa para cosas escolares que me piden o algún imprevisto que sale de sorpresa.
Cojo la bibicleta y me subo a ella, cuando empiezo a mover mis piernas y pies para moverla, una terrible lluvia inunda el lugar. Mami me agarra y yo me sostengo de la bicicleta.
—La lluvia no me detendrá de mi día de diversión —Alzo la voz para que mami me escuche debido al ruido de la lluvia.
—Galehidrelle Jane, no es tiempo para juegos. Conseguirás un resfriado —Comunica mami con un tono de voz molesto. Y de nuevo, mami quiere sacarme de la lluvia y yo me sostengo con más fuerza de la bicicleta.
—Truene, llueve o relampagueé, me quedaré aquí —Aclaró.
Intento mover mis pies; sin embargo, la lluvia ha conseguido que se forme lodo y que las ruedas no puedan moverse. Vuelvo a querer conseguir movimiento y lo único que logro es caerme de la bicicleta, golpearme con ella y ensuciarme de lodo.
Me levanto con ayuda de mami y nos dirijimos rapidamente a una pequeña cabaña donde venden artículos deportivos. Abuelita ya estaba ahí ya que la lluvia le hace daño. Del enojo que tengo, ni siento el dolor del golpe que he conseguido.
—Dios, tú definitivamente no me has bendecido. Siempre haces que me pasen las peores cosas del mundo. No me ayudas en alguna situación, sino que la empeoras, ¡no te entiendo! ¿De verdad ayudas a la gente? ¿O acaso las bendices? ¿Qué he hecho yo a mis seis años de edad? —Vocifero viendo el cielo gris. Lágrimas de enfado, decepción y tristeza inundan mi rostro andrajoso.