Mami y abuelita tan solo me observaron sin tener la intención de acercarse y hablarme. Demás personas que estaban en el parque, también se encontraban en la cabaña, y me miraban como un pequeño bicho desagradable; mami se percato de dicho acontecimiento y me sujeto de la mano. Nos fuimos del lugar. Sorprendentemente la lluvia había acabo y las nubes grises se empezaban a dispersar por el cielo.
Llegamos a casa y lo primero que quería hacer era encerrarme en mi cuarto y no hablar con nadie, sin embargo, como si mami leyera mis pensamientos —Que lo puede hacer debido a que es una super mami— me dijo que necesitaba hablar conmigo. Nos dirigimos a la sala de estar.
—Hija, ¿enserio crees lo que dijiste en el parque? —cuestionó mami.
—S…si—Respondí avergonzada. Mi enojo había disminuido pero aún tenía tristeza, decepción y algo de enojo también.
—Hija ¿por qué sientes que Dios es así? Si el es todo lo contrario de lo que lo acusaste—Suspira y se pierde unos segundos en sus pensamientos, buscando que decirme —Se que no lo entenderás pues nadie nunca podrá entender a Dios en su totalidad. Pero Dios nos pone un propósito en esta vida, y nosotros tenemos la misión de encontrarla siguiendo el camino que él quiere que sigamos. La vida nos pondrá pruebas, desafíos o como quieras llamarlo y aunque sean terribles nosotros tenemos la capacidad de afrontarlas y seguir adelante. Tropezaremos para encontrar ese propósito de la vida, pero cada ser humano es lo suficientemente capaz para levantarse y seguir adelante. Cada error o fracaso nos debe dejar una enseñanza y aprender de ello.
Culpas a Dios de tus “desgracias” pero el no tiene la culpa. Esas situaciones son de la vida y hay que superarlas con ayuda de nuestro Dios padre, el siempre estará ahí para nosotros mi pequeña Galehidrelle. Cuando papi Andrew murió quedé devastada y sin ánimos para seguir adelante, no quería darte una vida de tristeza y sin esperanza ¿y sabes qué? Yo también culpe a Dios porque se llevó a una persona muy importante y que amaba mucho, y aún lo amo. Pero luego tuve un sueño y sentí como Dios trataba de comunicarse conmigo, en ese sueño estabas tú, mi cielo. Estabas sonriendo y dando tus primeros pasos mientras papi Andrew te hacía caras raras y que con tu inocencia reías sin parar; y es ahí mi pequeña, donde me di cuenta que aunque papi Andrew ya no estaría yo aún estaba viva. El mejor regalo que pudo darme Dios: fuiste tú —Mami soltó lágrimas mezcladas de alegría y tristeza—y papi Andrew tambien fue participe de ese regalo. ¿Cómo pude cegarme por la tristeza y opacar mi pequeña hija que era mi completa felicidad desde entonces? Y así fue como comprendí; que los humanos tenemos ese error de culpar a Dios cuando la vida nos da desgracias, quedando como víctimas de un crimen sin culpables. ¿Ahora comprendes mi cielo? —Mami preguntó y sonrío.
—Si mami, lo siento por todo lo que he pensado y dicho durante un tiempo. Me disculparé con Dios y también contigo mami, por no creer en tus palabras —abrazo a mami con todas mis fuerzas. Abuelita de pronto se nos une y lágrimas caen de su rostro.
Ahora ambas lloran y no me gusta verlas de esa forma. Por lo que limpió con mis pequeños dedos las lágrimas y luego me encamino junto a ellas afuera de la casa.
Después de una terrible lluvia, un hermoso arcoiris se divisaba en el cielo azul. El sol irradiaba calor a nuestros cuerpos.
Aún con mi ropa sucia y mi golpe. Me puse de rodillas y alce mis manos.
—¡Dios gracias por bendecirme! ¡Gracias por darme a la mejor mami del mundo! ¡Gracias por darme una increíble amiga! ¡Gracias por darme a una maravillosa abuelita! Y…gracias por darme la vida —grite alegremente.
Y desde ese día, jamás volví a culpar a Dios de mis “desgracias”.