Capítulo 7| Los nuevos

M A R
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El intranquilo corcel piso fuerte el suelo moviendo su cabeza hasta que de su cresta cayo un pergamino. Con sus pesuñas golpeaba el suelo una y otra vez indicándome con su cabeza que debía tomar el mensaje. Me agache tomando el pergamino abriéndolo rápido delante del corcel que se tranquilizó de inmediato, mi padre que estaba a unos pasos de nosotros se acercó con cautela. Pegaso lo observo de manera desconfiada y se alejó un poco de mi desplegando sus enormes alas blancas. Mi mirada bajo al papel que tendía escrito algo en griego que de inmediato leí, pero no comprendí el mensaje.

Cuidado princesa de la luna y el mar, las dulces miradas pueden llegar a matar. Enviamos a un fiel corcel para que te prepares la batalla entre bien y el mal está cerca. Solo tú y tu clan podrá detenerlos.

Att: N, M y L

– ¿Quiénes son N, M y L? ¿Qué quieren decir con este mensaje? – entregándole el pergamino a mi papá dirijo mi mirada a Pegaso que ahora ya no está. Miro al cielo donde el caballo blanco galopa sobrevolando entre las pocas nubes que había en el cielo.

– son Nessa, Megan y Layna son las Oρατή hijas de las Moiras ellas ven el futuro, pasado y el presente de las personas ellas tienen el poder de cambiar el destino. Princesa solo tú puedes interpretar el mensaje es para ti y a menos que alguien reciba uno similar – mi padre dirigió su mirada a Pegaso que volvió a la tierra golpeando sus pesuñas contra el suelo. – no tenemos una granja para esconder a Pegaso, pero si se donde él puede estar cómodo y seguro – mi padre paso su brazo por mis hombros atrayéndome a él para que le dé un abrazo. Sin dudarlo lo hice olvidando lo mal que me estuve sintiendo por haber sido castigada y la culpa que me carcomía por no decirles que la fiesta fue en casa de Sam la cual sus padres ya habían advertido que no podía volver o de lo contrario la enviarían a un internado para chicas problemáticas. No quería mentirles a mis padres, pero tampoco quería que alejaran a mi prima de mí, con Samanta no podemos vernos siempre pero cuando podemos todo es muy divertido y lleno de bromas cosa en la que mi prima es demasiado buena.

– ¿Dónde llevaremos a Pegaso? – pregunte separándome de mi progenitor para que no notara lo tensa que estaba ocultando el enorme secreto que me carcomía por dentro desde anoche.

– solo lo llevaras tu princesa en el olimpo puede quedarse en el jardín de Artemisa – dándome un sube empujón hacia donde estaba el corcel alado mi padre se esfumo en envuelto en estrellas.

Montándome en el caballo blanco que no opuso resistencia deje que el sobrevolara las nubes conmigo sobre su lomo. Esto era mucho mejor que nadar como una sirena. Aferrándome con fuerza de la cresta de Pegaso veo el mundo bajo nosotros y es simplemente increíble lo pequeño que se ve todo desde los aires. No tardamos mucho en llegar al olimpo donde en el enorme portón se encuentran vigilando las Horas1. Presentándome como hija de dos divinidades las rejas fueron abiertas dejándonos pasar con Pegaso que galopaba haciendo ruido con sus herraduras sobre el suelo de oro.

Me baje de encima suyo cuando quedamos frente al jardín de la diosa Artemisa y tocando sus puertas espere a que la divinidad me dejara pasar. Sus ninfas abrieron las puertas dejándonos pasar y se llevaron al corcel alado dándole de comer manzanas y zanahorias.

– Mar ¿quieres practicar tiro con arco? – de entre los arboles aparece imponente con un aura de superioridad y poder la diosa Artemisa. En su espalda cuelga un kayak con flechas y en su mano derecha sostiene su arco.

– sería un placer tía Artemisa, pero estoy castigada y solo me han permitido traerte a Pegaso – señale al caballo blanco que se sentía como rey por los tratos que las ninfas le estaban brindando – ¿puede quedarse? – pregunte con cautela viendo a mi tía que se lo pensó un segundo para luego asentir y dirigir su mirada a sus ninfas.

– lo trataran como a un héroe estará bien puedes venir a verlo cuanto gustes – dando un último vistazo al corcel me retire envolviéndome en aguas.

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Mentirosa. Eres una horrible y despreciable mentirosa.

Es lo único que grita mi mente impidiendo que concilié el sueño, me estuve moviendo en la cama desde que me acosté y en mi mente solo surge la palabra mentirosa. No podía dormir pensando en que no le había dicho a mi madre que mentí acerca de la fiesta, que le mentí de que nada me pasaba. No podía dejar de pensar en la mirada de Colín esos ojos verdes que con tanto odio me miran, esos mismos ojos verdes que con una chispa de burla me miraban cuando me puso una rata muerta sobre mi cabeza en el jardín de niños. Sentándome en la cama salgo de esta para agacharme y sacar de debajo de la cama una caja azul algo polvorienta. La abro sacando varias fotos donde aparezco de niña junto a mis amigos, algunas en el olimpo, otras de cuando nacieron mis primos menores y de cuando nació Bianca. En la foto aparezco yo con mis dos trenzas a los costados y cargando a la bebé con algo de miedo porque era tan chiquita.