Dioses de la penumbra

El guardián

Las palabras de Gehenna le robaron el sueño a Arthur, no porque conjeturara que de verdad el mundo de Eversor existiera tal como ella lo declaro solemnemente, sino porque él sospechaba que probablemente ejecutarían alguna acción sangrienta o cierto tipo de acto para engatusar a todos los oyentes.

En Fratum no había forma de conocer la hora del día, tarde o noche; ese privilegio solo lo tenían los auxiliatores y los adeptos. Por lo tanto, Arthur dividía el cielo en cuatro cuadrantes, de Este a Oeste, asignando tres horas por cuadrante; con este método consiguió saber aproximadamente la hora.

Después de la lectura del libro de Abaddón todos los oyentes fueron conducidos a la Gran Sala, que era donde los adeptos periódicamente se reunían para conversar y organizar las actividades de Fratum. Mientras Arthur caminaba con Grace y Kelly los tres se miraban con visible temor de lo que pudiera acontecer dentro. No eran los únicos; en los rostros de los demás novus también se evidenciaba sino miedo, gestos de pánico. No era para menos porque era conocido de sobra que los de la hermandad no eran tibios ni misericordiosos.

- ¡Guarden silencio! – declaro con frialdad Furor, el adepto que siempre caminaba al lado de Gehenna-. Nuestro hermano Mortuus se dirigirá a todos los oyentes para dejarles en claro que sucederá en los siguientes minutos.

La sorpresa de Arthur fue mayúscula cuando vio que Barnett era el que subía al estrado y entretanto ascendía no despegaba sus ojos de él.

-Oyentes, están aquí porque hoy sabrán que nuestro Dios Abaddón no es un personaje sacado de una novela de terror ni un mero cuento para causar pavor a jóvenes de débiles mentes. No, nuestro Dios es completamente real y hoy tendrán la oportunidad de comprobarlo. Para entrar al mundo de Eversor es forzoso pactar con el guardián. Solamente los que han formado un cuerpo astral pueden ser admitidos por el guardián de la primera puerta. El cuerpo astral esta formado de partículas estelares formadas de caos y orden. Ustedes tienen la posibilidad de construir su cuerpo estelar si permiten que el orden y el caos presida sus miserables vidas.  No se diga más, comencemos con la demostración.

Arthur vio como Barnett y Furor se posicionaban frente a frente, en antífona, indudablemente para recitar algún canto.

      Mortuus                                            Furor

-Magnus es Abaddón.                   -Él es caos y muerte.

-Él emano del abismo.                  -Él es el padre de todos los Dioses.

-Él domina las penumbras.          -Eversor es su reino.

-Nunca muere.                              -Solo sus adeptos lo aman.

…                                                   …

 

Después de algunos minutos los cantos cesaron y Arthur y todos los demás observaron que Mortuus caí en una especie de trance, al igual que Furor. Lo espeluznante fue observar que de la boca de ambos un fluido espeso y negro empezaba a derramarse, escurriendo en forma alarmante sobre el piso, al  tiempo que un olor repugnante ahogaba el aire de la sala. Muchos de los oyentes, incluidas Grace y Kelly, se levantaron de sus asientos haciendo la intentona de huir lo más rápido posible. Sin embargo, eran regresados con latigazos propinados por los auxiliatores que no mostraban ninguna piedad. Arthur simplemente yacía congelado de terror y aunque hacia el esfuerzo de mover sus piernas para escapar estas no le respondían.

- ¿Quiénes son estos humanos despreciables que se atreven a estar en mi presencia? – grito una voz gutural.

-Son sus próximos siervos, mi señor- respondió con temor Gehenna.

Todos los oyentes giraron sus cabezas solo para percatarse que esa pregunta provenía de un ser ectoplásmico que se había formado con el liquido negro de Barnett y Furor.

-Soy Vosx, el guardián de la puerta hacia Eversor. Todos ustedes son abominables, pero aun así mi padre Abaddón les extiende la gracia de pertenecer a su reino. ¡Arrodíllense!   

         

 

 

 

 




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