Dioses de la penumbra

Un secreto bien guardado

-¿Estás despierto Arthur? - inquirió Grace con la voz entrecortada.

-Sí, todavía siento vértigos y nauseas; no puedo conciliar el sueño. Todo lo que vimos y escuchamos fue desmesuradamente horripilante. Admito que fue escalofriantemente real, tanto que aún mi cerebro no consigue establecer alguna premisa para deducir si fuimos magistralmente engañados o testigos de la verdad que con tanta seriedad y furia proclama Gehenna.

- ¿Te imaginas si todo lo que presenciamos es auténtico? – cuestiono Kelly.

Arthur ya no contesto la interrogación de Kelly, se  limitó a ver a los demás oyentes tratando de salir, por sus propios medios, de la cascada de terror que experimentaron en la Gran Sala. No pocos de ellos dormían, no tanto por el cansancio, sino por el pánico que sufrieron al ver y escuchar al guardián. Otros más lucían con los rostros pálidos y demacrados, como muestra del horror que vivieron. Gehenna ordeno que todos los novus fueran arrojados a la habitación donde Arthur fue echado cuando arribo por vez primera a Fratum. Ahora el aire era irrespirable, con la consecuencia que algunos de los oyentes estaban desmayados o encima de su propio vómito, haciendo más insoportable la estancia.

Cuando menos lo esperaban la puerta del cuartucho se abrió mostrando las siluetas de Gehenna y Furor.

- ¡Levántense! Basta de ser pusilánimes. Sin lugar a dudas obtuvieron una prueba irrefutable de que el mundo de Abaddón no es una falsedad. Todos ustedes cumplieron hoy su periodo de oyentes. ¡Salgan ahora mismo! - espeto Gehenna.

Casi al unisonó todos se levantaron, aun aquellos que casi no podían andar.

- ¡Al fin me largare a casa! - pensó para si Arthur.

Los auxiliatores se encargaron de, sencillamente, echar a todos los novus a la calle, sin mayores explicaciones. Después de haber estado en condiciones deplorables el aire del exterior se sentía exquisito.

- ¡Arthur, Arthur! – se oyó a lo lejos.

Él levanto su cabeza, entretanto los rayos del sol lastimaban sus pupilas, y sí, eran Carol y sus hermanos.

-Nos enteramos por un miembro del culto que Barnett mando que todos los oyentes salieran hoy. Es sumamente extraño eso, porque todos los nuevos siempre, sin excepción, cumplen su periodo en la sala de los oyentes. Supongo que viviste un infierno adentro, aunque veo que hiciste amigas- específico Carol.

-Sí, ella es Grace y …

-Las conozco perfectamente, son sobrinas de Barnett. Por tu cara veo que olvidaron decirte ese pequeño secreto- declaro Carol, con cierta antipatía hacia Grace y Kelly.

- ¿Es verdad? - dijo con recelo Arthur, volteando a verlas.

-Quisimos decírtelo, pero sabemos que Barnett y Ot son los encargados de enviar a todos los nuevos a Fratum; así que concluimos que mencionártelo solo sería contraproducente- explico Kelly con algo de pesar.

-No te confíes de ellas Arthur, en Eversor no muchos las quieren- aclaro Noah, mirándolas con suspicacia.

-Vámonos; hay que regresar a casa para que Arthur descanse y recobre fuerzas y, por supuesto, un buen baño porque apesta a muerto- declaro Jacob, ignorando por completo a Grace y Kelly.

Por unos segundos Arthur sintió el impulso de olvidar por un momento todo lo que Carol revelo porque, a final de cuentas, ellas lo ayudaron para que su ánimo no naufragara. No obstante, sin más Jacob dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su auto con prisa, incluso sin esperarlos. Era indiscutible que el odio y las sospechas prevalecían en los corazones de Carol y sus hermanos. Mientras el auto se alejaba Arthur noto a la distancia como Grace y Kelly se despedían de él sutilmente con las manos.

   

         

 

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.