- ¿Qué te sucede Arthur? - pregunto Jacob con indiscutible molestia- ¿No me digas que las Harper causaron mella en tu alma? Grace y Kelly no son lo que aparentan. Son sobrinas de Barnett, el mismo que desde el principio te busco para matarte. No deberías mostrarles tanto agradecimiento.
- Deduzco que tienes toda la razón; pero no dejo de pensar que sin su ayuda y consuelo la estadía en Fratum hubiese sido más horrenda. Lo que vi también las aterrorizo a ellas. ¡Sus rostros eran de pavor cuando aquel liquido nauseabundo y negro comenzó a salir de las bocas de Barnett y Furor! Mi mente me dice que si estuviesen curtidas en lo maligno se hubieran mostrado impávidas.
- Probablemente sea cierto, pero el simple hecho de que sean unas Harper hace que me hierva la sangre. Tú no sabes toda la maldad que Barnett y Otis han derramado sobre Eversor y sus habitantes.
- Quiero hablar con ellas – aclaro Arthur, mientras Jacob torcía la boca en muestra de absoluta desaprobación.
- ¿Por qué eres necio? – dijo Carol con manifiesto enojo- Todo lo que huela a Harper está podrido. Pero si tanto machacas sobre lo mismo creo que alguien de nosotros te tendrá que llevar a Eversor para que sacies tu curiosidad.
- Yo lo llevo – menciono Jacob algo iracundo.
Al salir de la casa Jacob no pudo evitar azotar la puerta como prueba de que su odio por Barnett y sus consanguíneos era enorme. Durante varios minutos Jacob no le dirigió la palabra, sin embargo, una interrogante lo impelió a hacerlo.
- ¿Así que tuviste el ‘privilegio’ de conocer a Vosx?
- Sí, fue espantoso oírlo y verlo. ¿Cómo lograron sobrellevar ustedes su aparición?
- Te equivocas, todo el que ha visto a Vosx nunca se recupera. Ninguno de nosotros hemos conseguido superar esa visión espantosa, solo comparable al infierno.
- ¿Es verdad que Gehenna y otros adeptos cruzaron la puerta que vigila Vosx hacia el otro Eversor?
- Bueno, sobre ese punto la situación es todavía más espantosa. Algunos de los adeptos no han sobrevivido al cruzar el umbral. Noah y yo estuvimos presentes cuando uno de ellos murió espeluznantemente. Sus ojos se tornaron negros, su cuerpo empezó a comportarse como si careciera de huesos, un hedor repugnante emergía de él y, al final, su cráneo se abrió como si fuera un cascarón de huevo. La Gran Sala quedo impregnada de una gigantesca fetidez que pasaron meses antes de que desapareciera.
Arthur no atinaba a decir palabra ante tal descripción de lo horrendo que era intentar cruzar hacia Eversor.
- ¿Ves?, ¿cómo puedes pensar que las Harper no están podridas de su alma cuando viven en la mismísima casa de Barnett? Pero, como tú quieras muchacho, es tu alma la que se puede perder en el abismo de Eversor.
Durante todo el trayecto noto que los paisajes cercanos al pueblo eran de ensueño. Cualesquiera que pasara por el lugar estaría dispuesto a visitarlo para, supuestamente, pasar unas vacaciones maravillosas. De hecho, cuando entraron a Eversor se sorprendió aún más, hasta el grado de verse atónito; no era lo que él pensaba porque cuando llego para cumplir el desafío de la cabaña era de noche y únicamente entro al bar que está a las orillas.
Eversor se mostraba con un esplendor inusitado: calles estrictamente trazadas, una arquitectura que denotaba mucha reflexión antes de construirlas, gente caminando por las aceras, niños corriendo contentos e, increíblemente, iglesias.
- ¿Te das cuenta? Quien sea que venga a nuestro pueblo supondrá que somos personas con valores cristianos arraigados. Que no te engañen las apariencias; lo maligno no siempre se oculta dentro de lo tenebroso y grotesco. ¿Eres creyente? Ójala lo seas, aunque sea un poco, porque en Eversor diariamente se libra una batalla entre Dios y Belcebú.