La sangre de Alex comenzó a escurrir por el piso mientras los gritos de muchos novus saturaban la sala. Carol yacía postrada, entretanto Arthur estaba congelado de terror. Varios de los oyentes vomitaban y el hedor del vomito era insoportable, al tiempo que otros se esforzaban por huir del recinto. No pocos de ellos fueron regresados a punta de rabiosos latigazos. Furor se mostraba imperturbable ante lo que pasaba frente a sus ojos, parecía que la adrenalina lo dominaba. Gehenna y los demás adeptos rápidamente se colocaron frontalmente a Jezebel; era evidente que el ritual para contactar al guardián iniciaría.
-Dioses de la penumbra, os pedimos su poder para pasar ante los ojos del guardián. Anhelamos tener la vida eterna ante la presencia de nuestro Dios, Abaddón. No somos dignos de recibir su gracia, pero la imploramos fervorosamente por que sabemos que, sin ella, seremos aniquilados por su poder- decía Jezebel en forma de súplica.
Y, entonces, sucedió lo impensable: el cuerpo inerte de Alex empezó a moverse, primero lo hizo torpemente, después se incorporo y por último cayó de bruces. Repentinamente una potente voz se oyó en toda la sala:
-Os concedo mi gracia para que paséis a través del portal que mi hijo Vosx custodia desde hace milenios. Seréis arrebatados hacia mi reino y allí permaneceréis junto a mí. Nadie que me odie pasara, únicamente aquellos que han seguido mi infernal palabra cruzaran salvos. Algunos de los que estáis aquí siempre habéis afirmado que no me servís, pero bien conocéis que sois parte de mi rebaño.
Para este instante los gritos y los movimientos cesaron. Arthur veía con terror que Jacob clamaba:
-Dios Abaddón, siempre he sido tu siervo. Cumplí mi misión para que dos corderitos llegaran y he mantenido mi palabra de llevar a mi familia ante tu presencia. Permítenos ser parte de tu reino.
Entonces fue cuando Arthur se dio cuenta: sí, todo había sido un engaño siniestro. Él y Alex desde el inicio habían sido conducidos hacia Eversor y, efectivamente, Jacob fue pieza clave para que fueran embaucados.
- ¡Aperta porta! - exclamaba Jezebel y todos los adeptos- ¡Aperta porta!
Súbitamente un vórtice apareció tragándose el cuerpo de Alex y triturándolo como si fuera pasado a través de infinitas aspas. La sangre aún fresca y tibia salpicaba a muchos de los presentes.
En aquel momento Arthur sintió que una obscuridad de muerte lo devoraba, que le infligía heridas por todas partes; trato de gritar, pero se percató que su lengua, así como todo su cuerpo, tenía un peso excesivo, como si raudamente hubiera sido trasladado a la superficie de un planeta gigante, donde la gravedad fuera decenas de veces superior a la de la tierra. Quiso ver que había sucedido con Carol y Noah, pero lo único que percibió fue una penumbra monstruosa que lo engullía ferozmente.