Dioses de la penumbra

Muerte

-Lamento mucho que Jacob te decepcionará- declaro Carol después de un buen tiempo sin hablar. Sé que nada de lo que diga podrá remediar todo el daño que te hizo. Nosotros ignorábamos que él formaba parte de toda está conspiración. Te juro que nunca paso por mi cabeza que maquino para que Alex y tú cayeran en las manos de la hermandad.

-Ahora pienso que quizás no haya nadie en quien pueda confiar- al decir esto note que su rostro mostro intranquilidad.

Seguíamos un sendero que mostraba indicios de haber sido pisado recientemente. Lo que empezaba a inquietarme es que algunas huellas eran demasiado grandes para ser humanas. Reflexionaba que jamás paso por mis razonamientos que Abaddón y sus hijos habitaran un planeta. Siempre supuse, con mis pequeños juicios, que el inframundo no estaba formado de materia, sino de una consistencia hecha de elementos que no aparecían, ni en sueños, en la tabla periódica de los elementos químicos.

- ¡Mira! - exclamo Carol muy sobresaltada- Era asombroso, allá en la lejanía se erguían imponentes construcciones que, a todas luces, no eran humanas. Si, en medio de la nada, una multitud de edificaciones irradiaban como si el sol de la tierra las iluminara. De inmediato concluimos que los adeptos caminaron hacia ese punto. En medio de la espesa obscuridad caminábamos a trompicones respirando temor que pudiésemos caer por una pendiente o acantilado. Empezamos a discurrir que probablemente en Eversor también existía una fauna de muerte y, por eso, nuestros miedos se acrecentaban. No tengo idea de cuánto caminamos o cuántas veces caímos de bruces, solo sé que nunca pensé, ni por asomo, experimentar un miedo tan horrendo al recorrer un sendero en medio de la obscuridad. Después de mucha angustia llegamos a las faldas de las edificaciones. Estaban excelentemente pulidas; no halle, al palparlas con mis manos, rugosidades que indicaran estar hechas de bloques, parecía que los seres que las construyeron las erigieron con una sola pieza de un material refulgente desconocido. Hacia mis indagaciones cuando Carol me dijo:

- ¡Chistt! - era la señal para que guardara silencio- Voces en una lengua irreconocible aparentemente daban órdenes. A pesar de que Carol se esforzaba por impedir para que asomara la cabeza y viera quienes hablaban, lo hice porque la angustia de saber que ocurría me superaba. Lo que enseguida vi fue aterrador: seres de tamaño descomunal conversaban con Jezebel, Furor, Barnett y Ot, mientras los demás adeptos escuchaban junto con varios de los oyentes. A un lado de ellos un cuerpo respiraba agitadamente mostrando signos de agonía.

- ¡Hice todo lo que me mandaron! Por favor, guardián, te suplico, permíteme continuar sirviendo a tu padre- El terror se apodero de nosotros; era Jacob suplicando por su vida ante la mirada impávida de los adeptos y esos seres. Carol intento levantarse e ir hacía él; no tuve otra opción que tirar con excesiva fuerza de ella para que no lo hiciera. Era patente que el guardián y sus acompañantes no sentían la menor piedad. Repentinamente uno de ellos coloco su gigantesco pie sobre la cara de Jacob y sin pensarlo, aplasto su cabeza. Los ahogados gritos de Carol- yo le tapaba la boca con violencia- eran horribles entretanto sus ojos daban la impresión que salían desesperadamente de sus cuencas.                         

 




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