Dioses de la penumbra

Furia

El día para la invasión ha llegado; todas las fuerzas militares de Mors y Beleb iniciaron los preparativos antes de que el sol carmesí comenzara a alumbrar. Ailaan permaneció insomne, infiero que la causa innegable es porque analizó todos los métodos que usará para tomar venganza contra Abaddón y sus hijos, incluso el mismo Barnett. Por ordenes de Mors recibimos el armamento para la incursión: espadas de doble filo, un cargamento muy completo de arañas mortis que tienen la cualidad de enterrar las puntas que sobresalen de sus patas en cualquier superficie que sea carne provocando traumatismos inmediatos, lanzaderas para arrojar con precisión a las mortis, dagas para descarnar con suma facilidad y receptáculos con ácido.

Antes de salir Mors nos exhorto con gran furia, diciendo:

-Hoy mismo Abaddón y sus hijos, y todos los que los apoyan, morirán porque los asesinaremos con nuestras propias manos y con métodos que les harán saber que nunca jamás debieron haber desafiado a nuestro Dios, Tenebris. Iremos hasta las puertas de su ciudad sin mostrar ningún temor porque sabemos de sobra que nosotros tenemos la victoria a nuestro alcance. Cuando los tengan vencidos mátenlos despiadadamente ejecutándolos de las maneras que ustedes consideren y que más les plazcan.

Cuando las huestes oyeron este discurso alzaron estrepitosamente sus voces para clamar por venganza y no fue una sorpresa para mi ver que Gehenna celebraba airosamente las rabiosas palabras de Mors. Estoy seguro que esperaba ansiosamente el momento para asesinar sin misericordia primeramente a Barnett y posteriormente a Abaddón o a cualquiera que se le pusiese delante.

Salimos de la ciudad enfilándonos hacia Etnom para empezar el descenso hacia Eversor. No puedo negar que yo mismo sentía una exaltación desbordada porque llegara la hora y comenzáramos con la mortandad. Estando en camino mi mente inevitablemente hizo el recuento de todos los sucesos que desembocaron en esta guerra fratricida, así como el hecho de que fuimos engañados tontamente con la idea disparatada de los Dioses de la penumbra. Ahora solo nos restaba bajar y tomar sangrientamente nuestra venganza.   

  

 

  




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.