Dioses: Los elegidos

CAPITULO 2: Un trabajo misterioso.

Algunas personas hablan de que las mejores cosas pasan cuando menos lo espera, porque inconscientemente se atrae lo que necesitamos, pero la duda era ¿Eso también aplica para las personas? ¿Las mejores personas llegan cuando menos lo esperas?

—Perdona ¿Estás bien? — Menciona el chico, se miraba preocupado. Y más por el notorio brazo rojo de la chica, pensaba que tal vez algo le habían hecho por lo que se acerca a ella.

—Sí, solo — Las palabras se atoraron en la garganta de ella. Ella por fin lo mira dándose cuenta de que lo había visto en alguna parte, ella lo conocía.

—Soy Owen. Owen Cliveliux. ¿Segura qué estás bien? — Él llegaba a pensar que tal vez estaba bajo los efectos de alguna sustancia, pero al verla bien, se había dado cuenta de que jamás habían hablado tanto como en este momento.

—Sí, sí sé quién eres. Solo tuve un poco de ansiedad.

—Ah por eso tienes la piel roja, yo pensaba que te había lastimado.

Ella niega con la cabeza. Ambos estaban incómodos, pero Owen toma un pedazo de pan para tirarlo al estanque.

—Los patos siempre tienen hambre, por más que los alimente — Le menciona para distraerla un poco, aunque no se ocupa mucho para eso. Él le estira el pan para que ella también lo intente —. Te miras algo diferente. 

—Ah sí. Tendría que decir ¿Gracias? — Se acomoda la falda mientras toma otro pedazo de pan para arrojarlo más lejos, el restante se lo entrega a Owen quien sin dudarlo se lo mete a la boca —. Se supone que debería de verme bien para mi primer trabajo.

Ella se acordó hasta este momento de todo.

—Tengo que ir a trabajar — Esta comienza a atarse el cabello porque iba a correr.

—Te llevo en mi bici — Se ofrece este, en parte porque estaba preocupado por ella y en otra porque quería acercarse a ella. Era el típico chico que odiaba que alguien se quedara solo —. ¿Dónde queda?

—No sé los nombres de las calles, pero está en el distrito comercial. Antigüedades Bernard.

Este levanta su bicicleta, para hacer que Adeline se siente enfrente de él, de costado ella pone una mano en el maniobró y otra sobre sus piernas, tenía miedo de que por la velocidad su falda se levantará. Owen una vez que ella le dijo que estaba bien, comenzó a subir la velocidad gradualmente, no quería asustarla, ni mucho menos marearla, puede que haya escogido el camino largo porque era el más seguro, y en el que no había tantos topes para hacerla sentir segura.

Pero, en cambio, Adeline iba con los ojos cerrados porque tenía miedo de caerse, en un tope ella cambia la mano que tenía en la falda para tomarlo a él, estaba nerviosa. Nunca había estado tan cerca de un chico, pues su mejor amigo, Dylan no era una persona de mucho contacto, así que estar de esta manera con Owen era distinto. Este para en seco, se escucha como las llantas derrapan.

—Ya llegamos — Le dice este poniendo su pie para que ella baje. Ella limpia su falda mientras le agradece.

—En serio muchas gracias — El intento de pagarle por el viaje se miraba nublado por el hecho de que él la interrumpe.

—Hora de salida, me debes un helado — Él le había enviado un emoticono por mensajes —. Si ocupas algo trabajo enfrente.

Ella se sentía extraña, pero le agradeció nuevamente entrando. 

Si tuviera que describir con alguna palabra el local, diría que era oscuro. El olor a humedad estaba presente en todos lados, era como una casa vieja, el tiempo y la modernidad había llegado afuera, pero adentro era como si el tiempo jamás hubiera pasado. Había cajas por varios lugares, pero estas estaban llenas de tierra y tenían más tiempo de lo que parecía. En unas repisas había objetos y en otras libros, había cosas que tal vez no deberían de estar allí, pero por alguna razón estaban. 

Adeline estaba maravillada, pero esa emoción cambia a un poco de perturbación, el maniquí de un hombre anciano con un disfraz oriental rojo hacía que su piel se pusiera de gallina, sin duda era un buen trabajo, hasta que mira que este comienza a respirar es que se da cuenta de que es una persona.

—Lo siento. Esto… — Ella recupera las palabras —. Soy Adeline Allen, entré aquí porque estoy interesada en el trabajo.

—¿Allen? 

—Sí, Allen Adeline Jane — Le repite pensando que tal vez no la escucho. 

—Un placer Bernard hijo — El viejo se queda un momento pensando antes de hablar —. Mira niña, aquí se va a ocupar a alguien que cargue cajas, se ensucie por lo que creo que este trabajo no es para ti.

Ella asiente sonriendo, en realidad estaba molesta mayormente con su madre, agradece, pero mira algo en un estante. Ella sabía que era eso, era una tablilla de los antiguos testamentos turcos otomanos. Su padre la había encontrado, pero ella sabía exactamente por qué estaba en ese lugar.

—¿Es hermosa verdad?

—Sí, lástima que sea falsa — Le responde causando una intriga en el anciano.

—¿Qué dices?

—Los antiguos testamentos otomanos estaban hechos de papiro, no en mármol, el mármol se le acuñó más a los griegos, periodo diferente — Ella pasa su mano por las grietas como su padre le enseñó —. Se siente como si hubiera sido hecho con…




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