Dioses: Los elegidos

CAPITULO 4: Lagrimas

Las personas tienen tendencia de ser egoístas, por lo que nunca se dan cuenta del valor que realmente tiene un recuerdo, hasta que es una simple memoria. La frase anterior no tenía valor alguno para Adeline, hasta que por fin se dio cuenta de que había perdido a su padre, sin saber que hace mucho ella ya lo había perdido. Que ahora su padre era polvo de estrellas.

Ella se levanta solamente por qué siente cómo le hablan. La cara de la madre de Adeline estaba demacrada, lucía realmente acabada. Ella lo notó, aunque su madre no quería que lo hiciera. 

—Adeline, tienes que comer — Le dice en un hilo de voz. Ella tenía que ser fuerte, pues su hija había perdido a su padre. Aunque ella jamás admitiría que había perdido al amor de su vida. Amaba a su actual esposo, pero en secreto extrañaba esa pizca de adrenalina que emitía el padre de Adeline.

—Mamá… Mi papá — Las lágrimas caían de la cara de ella, era demasiado feo verla de esa manera, era doloroso, era una tortura para su madre. Las manos de esta temblaban mientras le acercaban un plato de sopa. El asco y rechazo a la comida no se hace esperar, ella tenía el estómago lleno de emociones —. Yo estaba…

Ni siquiera podía terminar de hablar, pues las lágrimas no la dejaban hablar.

—Tranquila. Ellos están en sus casas, Arthur se aseguró de ello. Menos un chico llamado Owen — Le menciona. Este se había negado a irse, se subió al carro para quedarse cerca de ella, tenía la extraña sensación que debía de hacerlo. Arthur pensaba que tal vez era un novio que ella tenía escondido, pero no estaba más alejado de la realidad,

La madre de Adeline baja, haciendo que este levante como si se tratara de un médico que le trajera información de un enfermo, este tenía un mal presentimiento por lo que él juega con sus dedos esperando que la mujer hable.

—Lo siento. Ella realmente está muy indispuesta — No es que guardará esperanza de que la recibiera, pero este solo quería sentirse útil, esperaba que la mujer le permitiera más tiempo, pero ella voltea a otro lado para no verlo —. No creo que sea buena idea que estés aquí.

—Gracias aun así por permitirme quedarme todo este tiempo, señora…

—Iré a buscar a alguien para que te lleve — La mujer se ofrece, desapareciendo del cuadro. Él se vuelve a sentar, pero una idea se le cruza por la cabeza.

—Disculpa. ¿Podría usar su baño?

Arthur se ríe. Tendría que admitir que tenía un poco de ingenio.

—Arriba a mano derecha al fondo. El cuarto de Adeline es la segunda puerta al fondo de lado izquierdo.

Él asiente, haciendo lo mismo que él le dijo sube, pero en lugar de ir a la derecha, va a la izquierda, le sorprende que la puerta no estuviera cerrada por completo. En eso mira a la chica. Estaba sentada al borde de la ventana, él pensaba que se arrojaría, pero la cara era de una persona que pensaba en algo. El hace lo mismo que ella, se sube al lugar teniendo miedo de que pese demasiado para hacer que se caiga.

Al poner una mano en la espalda de esta siente como su piel se contrae, para llorar aún más fuerte.

—Puedes hablarlo, puedes llorar e incluso puedes quedarte callada. No me iré.

Esas palabras tocaban las fibras más blandas de Adeline. “No me iré” su padre le había dicho lo mismo y no lo había cumplido que le hacía pensar que este sí lo iba a hacer. Pero esa palabra, esa voz hizo que no pudiera detenerse, su cabeza iba a explotar. Owen que podía hacer. Nada. Solamente quedarse allí y consolarla. Decirle que todo iba a estar bien cuando ni siquiera él sabía si esto era verdad. Ni siquiera sabía si ella estaría bien.

La mente de Adeline cruzaba por un millón de ideas. Pero logró calmarse, sentía la cara y la boca hinchada, voltea a ver la luna, esta estaba demasiado grande. Es como si la luna estuviera haciéndole un tributo a su padre, al menos ella lo sentía así.

—Él era mi mejor amigo. Pero el más grande defecto de mi padre era que amaba más la arqueología que a mí y a mi madre, era su más grande amor. Era maestro en una universidad, pero cuando lo invitaron a formar parte de un grupo selecto, él ni siquiera lo dudo, nos dejó como si fuéramos algo tan sencillo — Ella se abría con él como si fuera algo tan fácil. Sin darse cuenta de que Owen notaba la dificultad de sus palabras, como si voz se cortaba y en algunos momentos desaparecía —. Mis padres tuvieron una gran pelea, y mi madre decidió que lo mejor era el divorcio.

—Fue demasiado difícil.

—Para mi madre no, ella se había cansado de esperar que mi padre mostrará responsabilidad por su hija. Mi padre era la clase de padre que quiero tener para mis hijos, pero no la clase de esposo. Dejó sola a mi madre para seguir investigando… — Eso hizo que Owen se sintiera intrigado por eso —. Mi madre hizo su vida al año de desaparecer mi padre.

—A veces las personas pasan su duelo dentro de la relación. 

—Mi papá antes de irse me prometió que volvería cuando menos esperaba, él ya estaría sentado aquí. El saber que no volverá duele, es como si me hubiera dejado sola…

Entonces Owen entendió, la esperanza de Adeline es que cuando su padre volviera ella volvería a tener su familia.

—No volverás a estar sola Adeline… Te prometo estar contigo siempre — Le toma de la mano para darle calma —. Seré tu amigo hasta que estemos viejitos y arrugados.




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