Dioses: Los elegidos

CAPITULO 6: Encomendación.

Los recuerdos de Adeline estaban confusos, sus memorias se encontraban dispersos con cosas que podía asegurar que jamás pasó, cosas que la hacían sentir fuera de lugar. En su recuerdos se encontraba enfrente de una mujer con ropa blanca, su cara estaba dispersa, no podía verla muy bien, pero tenía pelaje, lo que le llamaba la atención, a su lado estaba un hombre su lenguaje corporal era de una persona preocupada.

—Sejmet. ¿Por qué hiciste eso? — Sostiene el hombre a la mujer.

—¿Acaso te importa, Ptah? — ¿Qué clase de nombre era ese? Se preguntaba Adeline, hasta que cae en cuenta, estaba delante de los dioses egipcios Ptah y Sejmet. Ella no creía en los dioses como tal, sino como un mito, por lo que al estar enfrente de lo que creía que eran dioses, le generaba conflicto.

—Eres demasiado — Le dice el hombre. Pero este rápidamente se queda callado.

—¡SÍ! ¡SI LO SOY! ¡PORQUE SOY LA PRIMOGÉNITA DE NUESTRO DIOS TODO PODEROSO! ¡SOY LA HIJA DE RA! DIOSA MADRE — Le grita al dios, causando un estruendo en todos lados —. ¿NO LO ENTIENDES?

—Mi error diosa madre. Siento cuestionarla diosa madre — Inclina la cabeza. Según las historias eran esposos, lo que hacía que Adeline se sintiera intrigada, la chica se trata de pellizcar al pensar que tal vez era un sueño, pero estaba demasiado equivocada —. Pero siempre pensé que su plan era destruir a la humanidad, mi señora.

—Levanta la cabeza, Ptah. No seas ridículo — Sin duda era una diosa caprichosa. La mujer mira hacia el pueblo egipcio. Adeline tiene miedo de acercarse, miedo de todo en general —. Te equivocas. Mi deber es proteger al faraón y a Egipto, no destruirlo.

Ella cae en cuenta de algo que jamás había caído en cuenta. Es que estaba enfrente también de Hathor, solamente que cuando esta se enojaba era cuando aparecía Sejmet. Se pensaba que era mala porque ella traía las plagas, pero era solo para defender a quien debía.

Su suelo se mueve nuevamente, para aparecer enfrente de muchas personas. Estaba nerviosa. Pero más porque parecían que miraban a alguien a su espalda. Era un hombre viejo, parecía humano. Adeline creía que así se miraban realmente los dioses como humanos, pero nada más allá de la realidad, era la manera en la que ella percibía, podía verlos así.

Todos los dioses, estaban presentes ante Ra para aconsejarle. Hasta que un dios, no se miraba quien se armó de valor para hablar con el

“Gran Ra, dios todopoderoso. Mantenga su trono sus súbitos se lo rogamos y recuerda el miedo de la gente cuando su ojo está sobre ellos” Enuncia este “Deja libre a su ojo y ella golpeará a los rebeldes por ti”

Las voces se encontraban dispersas entre el caos infinito.

“Suelte a Hathor y los malvados intrigantes serán destruidos”

Una luz iluminó todo, para cuando Adeline abre los ojos, es como mira de que la hija del dios Ra Hathor, se había transformado en Sejmet, la leona de la furia devastadora, que arrasaba con los enemigos de su padre con el calor destructor guiado por el sol.

El desierto se encontraba de un color rojo húmedo, derramado por la sangre de los traidores de su padre. Ella los mataba uno por uno. No se detenía lo que causaba que Adeline sintiera fascinación, el mar de los cuerpos delante de ella le causaba temor. La diosa había sido saciada temporalmente.

—Padre, grandioso Ra — La mujer se encontraba con sus telas con manchas rojas.

—Bien hecho hija mía — Al principio el dios parecía que estaba satisfecho, cada vez se iba haciendo más, pero más joven, pero al poco tiempo empezó a temer acerca de lo que había hecho, del poder que había liberado. El dios decidió que ya habían sido suficientes con las demasiadas muertes que había tomado esta diosa. Adeline lo percibía como compasión, pero la verdadera razón es que el dios temía que al final no quedase nadie que pudiese llevar a cabo las ofrendas diarias que necesitaba.

—Sejmet. ¡TE ORDENO QUE TE DETENGAS! — Este exclamó, pero eran solo palabras para ella, no significaban nada realmente. Su ojo, su hija, ya había probado la carne humana y le había gustado. Estaba decidida a continuar con su labor, después de todo por eso ella había sido creada, para eso ella había sido despertada.

Esta decidió seguir con la matanza y acabar con el resto de la humanidad. A pesar de los ruegos de este. Se dirigió al desierto a completar su misión, pero ella no contaba que Ra había vaciado en el desierto varias jarras de cerveza, que lo cubrieron todo con un espumoso líquido rojo. Ella pensó que era sangre y se lanzó a tomar el líquido sin cuidado.

Lo que Adeline logra mirar callando las risas, a una diosa toda ebria. Quien volvía con su padre toda calmada y satisfecha, obviamente bajo las influencias del alcohol y las artimañas de su padre. Y este le dio la bienvenida.

Esta vuelve a la sala donde había iniciado. Se encontraba confusa con las personalidades de las diosas, con lo que acababa de ver. 

—¿Por qué le cediste tus recuerdos a la copa?

—Porque tres personas pensarán mejor de lo que crees — Está voltea a ver a donde estaba Adeline —. Buena suerte.

Es lo último antes de abrir los ojos. Ella estaba asustada, agitada, pero en brazos sus amigos, tenía un paño helado en la cabeza. Con la ayuda de Anthony se incorpora, sintiendo la necesidad de correr a vomitar, su estómago le dolía, y se había mareado.




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