Dioses: Los elegidos

CAPÍTULO 8: Noah

Lo primero que Adeline nota al llegar a la escuela eran los murmullos que ella expedía, ella retrocede algunos pasos, quería ocultarse, la sensación de picazón vuelve a causa de su ansiedad. Algo la pone sobre alerta una sensación de que había algo más.

—¿Adeline? — Ella ya había perdido la cuenta de cuantas veces la habían llamado por su nombre hoy.

—Solo necesito respirar — Le comenta ella, sintiendo aún más la presión. 

La chica aun así pasa por todo el pasillo para llegar hacia su salón, las miradas eran de lástimas, los murmullos no paraban, así sentía ella, pero no podía callarlos, lo que la sorprende es ver a Noah en su asiento, tenía los ojos cerrados. 

Estaba dormido en el escritorio como si no hubiera clase.

—¿Qué le ocurre? — Pregunta señalando a Noah. Este tenía el cabello rizado, era castaño con luces que caía sobre su ojos. Ella nunca había estado tan cerca de él, para notar sus pequeñas, ni mucho menos sus largas pestañas.

Los chicos tardan en responder, pues ni siquiera ellos sabían.

—Si te soy sincero, ni yo lo sé — Agrega James, rascándose el cabello —. Me llamó justo después de cuando te dejamos en casa. Estaba demasiado agitado, pensé que había tenido un mal sueño.

—¿Y no lo ayudaste? — Le pregunta Adeline sorprendida.

—Claro que sí. Pero no podía hacer mucho por llamada.

—¿Qué decía? — Adeline lo trata de mover, pero su reacción era nula.

—Era algo sobre su vida pasada. Que tenía una misión que le habían encomendado los dioses. Sigo diciendo que fue una pesadilla.

—¿Qué dioses? — Se ríe un poco Samuel.

—No tengo ni la menor puta idea — Dice sin pensar mucho. Tomando un momento de silencio —. Ah no esperen, creo que dijo Ptah.

—¿Crees? Tu amigo te necesitaba ¿Qué andabas haciendo?

—Andaba leyendo — Todos se quedan perplejos, mientras él saca su celular —. Estaba leyendo “Naruto: Lo que en verdad nos une”.

—¿Eso no es un libro de Wattpad? — Pregunta Anthony mirando el celular más de cerca.

—Efectivamente, solo disponible en dicha plataforma — Adeline se acaba de tragar un comercial sin que se diera cuenta. Ella voltea los ojos, preocupándose por el chico. Sabía que en parte había sido su culpa, pero no entendía por qué ahora. En la información que ella conocía Noah había crecido con esa tienda, como es que hasta ahora era reclamado dicho poder.

—Noah — Lo mueve, pero la única respuesta del chico es tomar su mano. Adeline no sabe cómo responder a eso —. ¿Saben si el profesor va a venir?

—Él no vendrá — Le contesta un compañero de clases. Este era un chico algo alto, de tez morena, delgado como un palo. Adeline lo mira haciendo que ambos se pongan nerviosos solamente de verse.

—¿Estás seguro Albert? — Anthony le cuestiona y este solo responde asintiendo con la cabeza.

Anthony lo invita a que lo siga, para salir del salón, aunque iban en diferentes clases. Los demás decidían estar en ese momento. Se sientan el pasto que había detrás de los salones, este aún estaba húmedo. Adeline tenía miedo de manchar su falda, pero más miedo le daba lo que estaba pasando. 

Ella recuesta al chico en sus piernas, no sin antes poner una sudadera debajo de la cabeza de él. Su cara estaba con signos de dolor. Que era lo que lo mantenía dormido tanto tiempo. Eso realmente le causaba intriga.

—Es demasiado raro todo esto… — Cuestiona Samuel —. Sería mejor llevarlo a la enfermería. 

—Solo necesita descansar — Adeline defiende.

—Cuando lo mire consciente en la mañana. Estaba consternado, podría jurar que estaba completamente ido, pero estaba en sí, se movía caminaba hablaba justo como Adeline… — James abre los ojos como si con eso descubriera algo, por fin le había hecho clic todo lo anterior —. ¿Qué pasó ayer con el abuelo?

Le pregunta a la chica, quien no sabe qué responder.

—Estamos hablando de Noah. No de mí — Esquiva la pregunta, sin mucho éxito.

—En un momento volveremos con Noah. Ahora vamos contigo — Ella se ríe nerviosa, pues Daarick andaba hablando en serio.

—Ayer el viejo habló de mi padre…

—Mientes. 

Contesta Albert, justo al momento de que ella termina de decir.

—Las malas mentirosas arrugan la nariz y se tocan la nariz porque se sienten nerviosas o con miedo de ser descubiertas — Ni siquiera ella se había dado cuenta de esto, alejando su mano de la nariz.

—No me van a creer si se los llegará a decir — Ella mira a Noah, este sufría.

—El creerte o no, es decisión nuestra, así que habla — Samuel estaba algo serio, como el resto. Ella mira un momento, pues Albert estaba aquí y no sabía si contarlo.

Respira, pidiendo que le entreguen su mochila. Ella saca la copa enseñándosela a todos, por su reacción ella supo perfectamente la cuestión de esta.

—¿Te robaste la copa maldita? — Le pregunta James.




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