Dioses: Los elegidos

CAPÍTULO 31. Dioses de vuelta.

Había pasado un año exacto desde que pasó todo, Adeline tenía pesadillas todas las noches sin falta, para ella era habitual, pero esto era diferente, se sentía ansiosa, sin darse cuenta se había quedado dormida mirando una película con Dylan. Se para hacia el baño de su cuarto, para mojarse la cara. El agua estaba demasiado caliente.

—¿Estás bien? — Le pregunta alguien detrás de ella. Esta obviamente pensó que era el chico que yacía a su lado.

—Sí, Dylan. Ve a dormir — Al mirar por el espejo se da cuenta que no era su casi novio, era una silueta de mujer esta se voltea asustada. La única arma que tenía para defenderse era un destapa caños —. ATRÁS. ¡DYLAN!

La mujer solamente la miraba con tristeza, esta lanza un polvo lo que provoca mucha tos en la chica, cuando se da cuenta ya tiene a la mujer delante de ella. Adeline se queda petrificada sin hacer nada, sin palabras, la mujer toca su cara. Y esta vuelve a despertar, estaba sudando frío, había tenido un sueño dentro de otro sueño.

Esta se levanta, y al momento de tocar el piso, esta siente como su cabeza comienza a dolor. Se toma de la cabeza, mientras no puede callar sus gritos, las luces  se prenden de entre todos los lados, lo único que podía hacer era ponerse en bolita mientras estaba siendo sujetada por su madre.

Los recuerdos que había perdido por causa de los dioses ahora eran devueltos de una manera dolorosa. Su madre, quien no sabía a qué acuñar esto, lo único que puede hacer es pedirle a su esposo que llame a la ambulancia. Dylan se encontraba durmiendo en unas cuantas habitaciones, por lo que corrió tan rápido para sujetar.

—RÁPIDO UNA AMBULANCIA — Dylan estaba desesperado, pues Adeline estaba sufriendo demasiado. Esta abre los ojos por un momento, para ver esos ojos cafés, esos ojos café que una vez perdieron su brillo ahora estaban cristalinos, pidiéndole a Adeline que resistiera, la cual hace caso omiso perdiendo completamente el conocimiento.

Ella despierta en el mismo lugar en donde perdió los recuerdos, se trata de incorporar, haciendo que se devuelva sus últimos recuerdos. La arena estaba demasiado brillante sobre la misma piel de Adeline, esta se sienta un momento en la fuente, tocando con su mano el agua, el agua no se sentía “mojada” estaba dentro de su cabeza.

—¿Ahora me recuerdas? — La chica levanta su cabeza, esperaba que todo fuera un sueño, pero lamentablemente no fue así, no era un sueño. Una lágrima se resbaló al ver todo.

—Diosa madre… ¿Qué está pasando? — La mujer cambia la locación haciendo que estén una habitación completamente blanca, a excepción de un gran hoyo en el centro. Adeline lo mira con curiosidad.

—Adeline Allen, me da lástima tu destino — Eso provoca un poco de coraje en la chica, se sentía ofendida —. Se avecina una gran tormenta… Es más grande de lo que te podrás imaginar. Los dioses los necesitan otra vez, te necesitan.

—¿A mí? ¿Por qué? 

—Porque eres un recipiente. Lamentablemente naciste para ser un recipiente de dioses. Tu vida siempre estará rodeada por este incidente. Tu atraes a la singularidad por lo que tendrás que enfrentarte una y otra vez a los “dioses” — Ella no quería escuchar más, pero la diosa madre tenía que decírselo —. Naciste para ser el canal de comunicación con el mundo real. 

—¿Yo? Diosa lo siento, pero se equivocaron.

—Vienes de una lista larga de recipientes por parte de tu padre.

Eso la dejó helada. Nunca había escuchado hablar de eso a su padre. Esta cae de rodillas, mientras comienza a llorar. Ahora no había necesidad de ocultar su debilidad.

—Todos los Allen, han sido desde hace mucho canales con los dioses. Pero no todos terminan en el mismo final que tu padre.

—No todos terminamos muertos.

—Algunas culturas los llamarían “Mesías” pero son recipientes de algunos dioses — La mujer pone de pie a Adeline, mientras le da la misión para la cual fue convocada —. Nathan Wayne también es un recipiente, pero es diferente a ti.

—¿En qué sentido?

La mujer comienza a explicar sobre cómo los dioses son seres superiores que están conectados con otros dioses, e incluso algunos son los mismos pero bautizados de distintas maneras por los humanos de distintos lugares, y todo esto los llevaba a los aztecas.

La existencia de los aztecas estaba firmemente atada a sus deidades, entre las que resaltan Huitzilopochtli (dios de la guerra), Quetzalcóatl (la serpiente emplumada, un héroe cultural, descubridor del maíz), Tlaloc (dios de la lluvia) y Coatlicue (diosa tierra, madre de Huitzilopochtli). Siendo este primero el que debían de preocuparse pues hace unos miles de años después de su muerte nació un varón que si no fuera poco el destino los ligó por un lazo invisible, y una parte de Huitzilopochtli quedó grabada en este chico, trayendo consigo una parte de él.

—Este chico está en peligro Adeline Allen. El dios de la guerra pronto va a despertar completamente al momento que el chico esté por cumplir los diecisiete y con él, el mal inminente — Adeline no se sentía lista en absoluto, pero tenía que hacer algo —. Es un año más chico que tú. 

—Lo haré.

La mujer no esperaba que aceptará tan rápido.

—Pero a cambio quiero dejar de ser un recipiente.




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