Dioses: Los héroes de Egipto

CAPITULO 6

En mis recuerdos....

—Sejmet, dime por qué hiciste eso? — sostiene Ptah, a la diosa de su mano.

—¿Acaso te importa? — dice Sejmet mientras se voltea dándole la espalda a Ptah.

—Eres demasiado...— se escuchaba agobiado.

—Si lo soy, ¿Por qué soy la primogénita de nuestro Dios Ra, soy la diosa madre, que no lo entiendes?!— le da la cara se encontraba enojada y eso era malo.

—Siento cuestionarla Diosa madre— inclina su cabeza, mostrándole respeto a Sejmet— Pero pensé que su plan era destruir a la humanidad, señora— sin levantar la cabeza, pues bien era contradictorio que intentara salvar a lo que tanto anhela destruir.

—Levanta tu cabeza— dice amablemente y se acerca a él — Ese es mi plan, mío, no quisiera que alguien más se llevará el crédito — se soba su brazo.

—Es por eso o por el Festival de la Embriaguez — se burla, pero la diosa se estaba enojando.

—Espero que la futura portadora, sea como yo — suspira mostrando su preocupación.

—¿Por qué le diste tus recuerdos? — pregunta tomando en brazos a Sejmet.

—Por qué ella sabrá qué hacer, confío en ella — voltea hacia mi perspectiva y me susurra —buena suerte, mi pequeña.

Abro los ojos y me encuentro, con los chicos mirándome asustados, me paro y los recuerdos de una vida pasada, se golpean en mi cabeza, tengo un dolor de cabeza insoportable, alzó la vista y Owen se encuentra preocupado.

—Adeline, ¿estás bien? — me dice un Owen preocupado, no sabía que decir con los recuerdos, en verdad eran recuerdos, o eran simplemente alusiones provocadas por beber, en serio tomar tu primer trago te provocaba alucinaciones, mi cabeza se empieza a hacer bolas por las ideas, Owen me toma del brazo para que lo mire, y comienzo a llorar, no puedo hablar, mis manos y piernas tiemblan, me abrazo a mí misma dándome calma, los recuerdos de tener que luchar una batalla, no podía con ello, simplemente no podía.

—Déjenme solo con ella— el viejo habla poniéndome una mano en el hombro.

—No— volteó y la voz proveniente de esta negación es de Daarick.

—Abuelo, ya es suficiente— dice Noah, apartando la mano de su abuelo de mí.

—Se la dejamos un rato y está en un ataque de pánico— dice Daarick furioso, sus manos se encontraban hechos puños—No se la dejaré...

—Déjenos...solos— lo interrumpo.

Todos voltean a verme, he cobrado un poco la compostura, pero sigo débil, sigo temblando, me sentía como gelatina o como diría una vieja conocida café aguado.

—Adeline— la miraba de Owen, es de preocupación.

—Estoy bien, ya pasó... —le digo con la mano —necesito hablar con él— y agachó la mirada.

—¿Nos platicaras después qué pasó? — pregunta Samuel, tenía los brazos cruzados también estaba molesto, asiento con la cabeza y ellos confían plenamente en mi, así que salen de la sala dejándome sola con el viejo.

Owen se queda mirándome a los ojos buscando algo, pero sinceramente no quería estar cerca de ellos, tenía muchas preguntas, me da un apretón en mi mano, para después dejarme ir, se rasca la cabeza mientras se va.

—Gran diosa madre, bienvenida— inclina su cabeza y me venera, esto no podría ser mas raro de lo que se ve, pues el ya estaba loco...

Me levanto y trato de sentar mi cabeza que sigue dando vueltas, algo está mal, no sé qué, pero un escalofrío me recorre después tengo náuseas.

—¿Quién eres tú? — le digo lo más calmada posible.

—Soy fiel servidor, mi señora— me dice lo más calmado, saca la tabla y me la entrega— He guardado esta tabla por muchos años, con el temor de que regrese Seth y la angustia de no saber quién podría ser la elegida.

Tomó la tabla entre mis manos y lo que antes eran símbolos raros ahora puedo leerlo con claridad, pero enserio no quería involucrarme.

—Lo siento, pero no soy quien buscas...— le digo entregando la tabla— Soy solo Adeline Allen, soy una chica normal, común, yo no soy una diosa, si esto es una mala broma le pido que pare— me dolía la cabeza y sentía un nudo en la garganta combinado con los ojos llorosos.

—Señora, tiene que calmarse la necesitamos— por primera vez no se miraba tan viejo, es como si muchos años le fueran regresados.

—A mí, ¿Por qué? — La confusión era tan grande.

—Solo usted y los demás dioses, lo saben — me entrega la copa— regrese a su casa y descanse mañana la veré y le platicare más de usted, aunque por ser la hija de un arqueólogo sabe mucho de esto — me dice mostrándome respeto.

—¿Cómo le explicaré esto a los chicos? — me pongo de pie, sentía un poco de ansiedad.

—Solo diga que le hable de su padre— me dice de la forma más calmada.

Mi cabeza está hecha un lío, me encontraba distraída, no podía pensar con claridad, la mano de James me detuvo.

—¿Estás bien? Estás más distraída de lo habitual— me dice mientras me sujeta.

—Eso fue mi culpa, le hable de su padre...— miente el anciano y yo solo agacho la cabeza.




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