Dioses: Los héroes de Egipto

CAPITULO 7

El sonido de mi celular me despierta, miro el reloj y lamentablemente es mi alarma, trato de ponerme de pie y al mirarme al espejo mi cabello se encuentra completamente lacio, paso mi mano y veo que el espejo no me engaña, los recuerdos del ayer golpean mi cabeza.

Soy una diosa....

El simple pensamiento me da risa, pero esta sonrisa se desvanece al ver la copa, la tomo entre mis manos y recuerdos de luchas de enfrentamientos, en primera persona hacen que me mareé.

—Señorita, ¿Se encuentra bien? — me dice la empleada, trayendo mi uniforme.

—Esto...si— le digo tomándolo.

—Señorita su cabello...— me dice sujetando un mechón— se le ve muy bien!

—Gracias, puedes retirarte— sacó la bolsa de maquillaje para hacerlo por mi cuenta.

Al salir ella, noto como mi oído es más agilizado, tanto que escucho a las muchachas hablar de mi cabello y que suponen el cambio es por qué entre a esa etapa pero eran típicos cotilleos de adultas, decido ignorar y continuar con lo mío, me pongo el uniforme y noto como mi madre decidió cortar mi falda, me encontraba molesta, tomo mis viejos zapatos y me los pongo, en la mochila pongo mis libros y la copa, tengo muchas preguntas, y por si necesito recordar algo.

Bajo las escaleras, con mis cosas y decido ir a la cocina a comer con ellos.

—Buenos días, cariño— me dice mi madre detrás de mí, dándome un beso en la frente— ¿Te hiciste algo diferente?

—Mi cabello amaneció lacio— me siento en la silla mientras que le tomó la mano a Robert, volteó y Arthur se encuentra leyendo un libro de civilizaciones egipcias, si bien recuerdo es la quinta vez que lo lee— Papá...

La mirada confusa de Arthur voltea a verme, mira a varios lados como si llamarlo padre fuera tan desconcertante— ¿Adeline?

—¿Qué tanto sabes de Seth? — sus ojos se abrieron como platos, si bien recuerdo era la primera vez que entablaba una conversación con él.

—¿Qué quiere saber del dios de la guerra? — baja el libro para verme la cara.

—Lo más importante— le doy un sorbo a mi jugo de naranja.

—Es un dios ctónico, deidad de la fuerza bruta, de lo tumultuoso, lo incontenible, señor del caos, dios de la sequía y del desierto en la mitología egipcia, también es el hermano de Osiris— dice tratando de calmar la emoción, tomando un largo trago a su jugo.

—Según recuerdo Seth, mató a Osiris ¿no? — le pregunto intrigada.

Parece que lo toma por sorpresa ya que empieza a toser, manchando el libro, que rápido lo limpia.

—Cuando Osiris fue asesinado por su hermano, Seth, su esposa Isis lo revivió convirtiéndolo en el dios de la muerte, ya que fue el primer hombre que descendió al inframundo y revivió, pasando a ser Isis la diosa de la maternidad, el matrimonio y la salud— me dice casi de memoria.

—¿Eso quiere decir que Osiris puede revivir a cualquier persona? — sin darme cuenta lo dije.

—Eso no lo sé, Adeline— apoyó sus manos sobre la mesa.

—Pero era considerado un dios benevolente, me refiero a Seth, entonces ¿Qué le pasó? ¿Puede ser la envidia que le tenía a Osiris? o tal vez el que no es malo — no se dé donde sabía tanto, parece como si mi yo normal se mezclará con mis recuerdos de diosa...Que estúpida idea, parece como que estaba empezando a creer todo eso.

—Eso tampoco lo sé, Adeline— se rasco la cabeza—Ten— me entrega su libro— esto responderá muchas de tus dudas, y si tienes más siempre puedes investigarlas.

—Gracias— miro el reloj se me hace tarde— lo terminaré de leer en la escuela.

—No es nada— se lleva una mano a la cabeza como si intentara procesar algo.

—En la tarde tendré más preguntas— le advierto, me asiente con la cabeza, pero sigue con la mirada ida.

—Mamá, ¿me podrían llevar? — le digo a quien solo observaba la conversación con boca abierta.

—Eh. Claro cielo— le manda a dar la orden al chofer, tomó una manzana y espero en el recibidor, mientras que los escucho hablar.

—¿Qué le pasa a Adeline? — dice Arthur.

—No lo sé, eso es muy raro, ¿será que es otra persona? — esa última pregunta me puso la piel de gallina.

—Mercy, eso es demasiado estúpido— dice el escéptico de mi padrastro— pero algo había diferente en ella hoy, no te sabría decir qué? Pero es diferente es como...

—Señorita ¿Nos vamos? — interrumpe el chófer, en realidad quería seguir escuchando, pero sabía que no iba a ser posible.

—Sí, vámonos— le digo mientras lo sigo.

En el camino voy leyendo el libro de Arthur, pero los tosidos de él conductor me hacen perder la concentración.

—¿Se encuentra bien? — le digo, esperando que me responda con la verdad por qué se encuentra pálido.

—Sí, señorita— me dice sin despegar la vista del frente — Señorita ese el señor Cliveliux.

Volteó y claramente es él, su bicicleta se encontraba rota, y desesperado.

—Owen sube— le gritó una vez que el chofer se detiene.

Este sube, pero decido darle agua en mi copa, al principio se niega, pero después de insistir él toma el agua, su color regresa a su piel, algo milagroso tenía la copa, que hace que Owen me susurré.

—¿Esa no es la copa maldita? — me dice señalando la copa, que estoy guardando.

—No le llames así—le digo mostrándole enfado.

—Que tenía lo que le diste, se ve mejor— se acerca a mi oído.

—Son mis poderes mágicos— le sonrió y él lo tomó como broma.

El camino hacia la escuela normal, entre burlas entre Owen y yo sin tocar el tema de ayer, mi mente se encontraba confusa pero tal vez sería un extraño sentimiento por la semana que acaba de pasar, tratar de actuar normal y fingir que estoy bien, cuando la verdad no es así, cuando tengo miles de dudas y ninguna respuesta, apoyo mi cabeza en el hombro y cierro mis ojos por unos momentos...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.