Dioses: Los héroes de Egipto

CAPITULO 9

En un lugar desconocido, unas semanas atrás.

—Gran dios Seth, bienvenido a nuestro mundo— una chica de cabellera rubia se inclina para mostrarles respeto al dios resucitado, sin duda estaba aterrada, pero a la vez asombrada.

—Ana... mish... fahem— dice el cuerpo que se encuentra posicionado en un ataúd.

—No lo entiendo, señor— la joven se encontraba asustada— Ese cuerpo, lo encontré especialmente para usted, le serviré a usted mi amo, pero traiga devuelta a mi padre, se lo imploro.

El cuerpo decrépito se trata de mover, pero le es imposible ya que la putrefacción de este ya iba avanzando, mira a la rubia y con la mano le pide que se acerque, a pasos torpes lo hace, siente miedo y es normal, haber revivido a un muerto que es el Dios del desierto y del caos, era para temer, alrededor las velas iluminaban todas las viejas paredes de una cueva.

—Mi señor...— no puede terminar su oración por qué este la tenía del cuello, absorbía su luz, el cabello rubio lentamente iba convirtiéndose en negro, una luz salía de su cuerpo y se le transmitía a Seth, quién cada vez estaba más fuerte, las velas se apagan, ella ya no podía forcejear, pero de pronto la suelta está cae de rodillas y siente el temor, las luces de las velas se vuelven a encender y se arrincona, las lágrimas fluyen mientras respira bocanadas de aire, estaba mucho mas aterrada, sintió la muerte.

—Solo quieres a tu padre...—Esta vez hablaba perfectamente, el haber absorbido la luz, lo había rejuvenecido, pero no lo suficiente, aún se encontraba débil.

—Sí, sólo quiero eso, mi señor— sus manos no paraban de temblar.

—Lo haré, pero antes tendrás que ayudarme— dice mientras se sienta en donde antes estaba acostado— necesito que traigas a un par de gemelos.

—¿Para qué los ocupa mi señor? — pregunta la ahora azabache, estaba intrigada.

—¡SOY TU AMO Y SEÑOR! ¡OBEDECER ES TU MISIÓN NO CUESTIONAR! —Grita haciendo que las paredes tiemblen y una parte se desmorone.

—Lo siento mi amo, perdone a este siervo inútil, los traeré, no importa el precio— su voz se quebraba.

Ella salió a prisas de ese lugar, a buscar lo que su amo le había pedido, su padre había muerto y la había dejado sola en este mundo cruel, por primera vez en su vida estaba en contra de la voluntad de Alá, dios la perdonará por blasfemar ante su voluntad, pero su desesperación era tan grande que lo único que podía hacer era revivir a esta deidad que le podía brindar lo que anhelaba, sabía dónde encontrar a estos gemelos y también sabía que lo aceptarían porque ellos necesitaban lo que ella quería un hogar.

Esquiva varias tiendas, donde roba comida para mantenerse vida y para después llevarle a su señor, brinca por los techos de una ciudad de arena, abandonada se encuentra ya que todos se han ido a la gran ciudad, a una gran vida, pero no era su deseo, a lo lejos ve sus objetivos, unos gemelos iguales que ella, roban para vivir, viven al día, pero así es la vida de los huérfanos o de los abandonados.

—Hola, par de ladrones— saluda, haciendo que ambos volteen a prisa, poniéndose en modo de batalla listo para pelear — Descansen soldados— se burla, pero no logra ninguna risa.

—¿Qué quieres? — pregunta el mayor de los gemelos, un chico castaño con una cicatriz en la cara que abarca toda su mejilla y detrás de él se oculta su hermana, una copia exacta de él, pero con el cabello descuidado y ropa de muchacho.

—Tengan— les lanza una bolsa de comida, que no dudan en bajar la guardia para empezar a comer como si la vida dependiera solamente de ello— No coman tan rápido o vomitaran.

Solo asienten y siguen comiendo no era mucha, pero los mantendría con vida, sus ojos se conectaron con la de la chica, pero está baja la mirada mientras sigue comiendo, ella parece no masticar, pues quien sabe cuantos días llevaban sin probar un bocado.

—Soy Amira— les dice mientras ve que acaban de comer y saca una botella de agua y se las entrega — tengo más comida y agua, síganme si quieren vivir.

—¿Qué quieres de nosotros? — vuelve a preguntar el castaño.

—Les di de comer y les brinde agua, solamente les ofrezco una mejor calidad de vida y me cuestionan, ¿Acaso no confían en mí? — se encuentra ofendida pero no lo demostrará.

—Mi hermano te hizo una pregunta— recalca la chica de cabellera larga.

—Mi señor me pidió que los llevara con él— dice bufando— él puede cumplirles cualquier cosa.

Se acerca hacia ellos y les habla muy cerca de sus oídos.

—Solo digan lo que quieren y mi amo lo hará, quieren oro, se los dará, quieres ser un héroe, él te convertirá— le susurra al chico que le agrada la idea— quieres ser una hermosa dama, no lo dudes— la chica sonríe— quieren una familia, lo seremos.

Los chicos dudan un segundo, pero sus ganas de vivir son más, pueden que hoy esta chica los haya salvado, pero mañana los pueden matar una persona o el hambre, su conciencia estaba nublada, solo era ganar o ganar.

—Soy Malek, has salvado la vida de mi hermana estaré a tus órdenes— se acerca y besa la mano de Amira, sabia que tal vez lo que iban a hacer no era bueno, pero tenia que pensar en su hermana, el podía hacer lo que sea por ella— Ella es Malak.

—Está bien ambos síganme con mi señor— les sonríe mientras les extiende sus manos para que les siga.

Una última mirada de los hermanos entre ellos, Malek dudaba nuevamente que, si era lo correcto, pero sabía que si lo hacía por su hermana entonces era una razón justificada, ni dios podría justificarlo por sus acciones, estos lo siguen, el paraíso encarnado será si logran vivir un día más, acepta y sigue a la chica.

Llegan a la cueva donde se horrorizan de lo que ven, parecía que era una broma, pero al ver moverse al supuesto dios, supieron que era verdad, la existencia de un dios para el chico, era casi un mito, pues por la vida que les toco vivir les había dado suficientes motivos para no creer en un dios todo poderoso, que le da las batallas mas feas a sus soldados mas fuertes, pero que culpa tenían 2 niños...




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