Dioses: Los héroes de Egipto

CAPITULO 11

Nos miramos a los ojos, no puedo descifrar su reacción, sé que algo está mal porque no dice nada, pone su mano en mi cabeza midiendo mi temperatura, me apartó y lo miró de nuevo, estaba enojada, si bien no esperaba nada de el, aun así su comportamiento dejaba mucho.

—No me crees ¿verdad? — le digo con tono firme y un poco decepcionada. 

—Eso es bastante loco, Ade— me dice rascándose la cabeza.

—Dyl, no te estoy mintiendo— le tomó las manos, para mirarlo nuevamente a los ojos, y un "recuerdo" viene a mi cabeza.

Mi mente viaja a una ciudad, en esta la arena es el principal gobernante, y se acompaña con el hambre y la inseguridad de una ciudad vacía, niños huérfanos, y adultos que roban y aun así se van a la gran ciudad, la figura de unos hermanos pasan por detrás mío jugando con mi cabello y una chica que me apuñalan, por enfrente para reír a mis espaldas, los ojos de un hombre cubiertos me advierten en un idioma desconocido, cierro los ojos y al abrirlos me asombra la destrucción del pueblo es como si viera el futuro, el fuego predomina y los 3 jóvenes le sirven a un adulto, él es Seth y está de vuelta.

—¡Yo soy la reencarnación de Sejmet y te detendré! ¡Por el honor de mi padre lo haré! — Me incorporo y les gritó a esas figuras.

Sus ojos por fin me miran, me asusto ante lo que veo y es la cara huesuda con partes humanas de un hombre, él me sonríe con satisfacción, puedo ver sus articulaciones que cada vez encarnan un poco más, este se acerca a mí, moviéndose galante acompañado de un pequeño movimiento izquierda y derecha.

—Tú no eres nada— me dice la voz en un perfecto y duro hablar—Te encontraré y robaré todo lo que mas amas junto con este mundo, donde no habrá rastro de la existencia de alguno.

No me puedo mover, no sé si es el miedo o mi sexto sentido advirtiéndome de la mala idea, tomó el coraje, aprieto mis puños y lo reto.

—Eso ya lo veremos— sonó más fuerte de lo debería.

Muestra una mueca de gracia, para después acercarse, huelo a carne podrida, siento arcadas, pero no puedo vomitar, da unas vueltas a mi alrededor, como si me estuviera examinando, me sonríe y un escalofrío recorre mi ser, acerca su mano esquelética hacia mi frente y me empuja hacia atrás, haciéndome caer en un abismo tan grande y profundo, como un cielo estrellado en pleno día.... Al abrir los ojos nuevamente, la ansiedad esta en máximo apogeo dándome cuenta estoy en la realidad.

Los ojos míos y de Dylan se conectan, mis lágrimas no se reprimen y las de él tampoco, me acercó y lo abrazo.

—Te creo...— me susurra, el miro mis recuerdos y eso me aterra, él no tenía nada que ver en esto y yo lo involucre— ¿Qué vas a hacer?

—No lo sé— digo en un hilo de voz, ambos estamos abrazados, yo sigo en shock por lo que acabo de ver en mis recuerdos.

—¿Cómo puedo ayudarte? — me toma la mano, y entrelaza sus dedos con los míos, no sabemos qué hacer, ni mucho menos lo que va a pasar, pero estoy aquí con el chico que amo debatiendo en si dejar que me ayude, o alejarlo, miro sus ojos castaños y en su mirada hay temor.

—¿Te alejaras de mí? — lo sigo mirando y con mi mano libre tomó su cara.

—Nunca, Adeline— besa el dorso de mi mano, mientras me sonríe, aún con algunas lágrimas cayendo de su rostro—Eres mi mejor amiga, por nada del mundo te dejaría.

Mi corazón duele, pero ahora eso no importa tengo algo más importante que los problemas de una adolescente, tengo que decirles a los chicos, los había olvidado, limpio mi cara.

—Enserio me tengo que ir, te llamo más tarde— le digo mientras me levanto.

—Ade, mi lealtad está contigo, si eres una diosa aún más— me tomó de la mano y entrelaza nuestros meñiques, me acercó y besó cálidamente su mejilla, mientras le revuelvo el cabello.

Salgo corriendo de ese lugar, mientras mis mejillas se tornan rojas, y no por el ejercicio, corro más rápido de lo que normalmente estoy acostumbrada, mi pecho arde, mientras tomo las bocanadas de aire, esquivo varios lugares, pero estoy en un lugar desconocido.

Es como un callejón, no sé cómo llegué, pero hay mucha suciedad, una chica rubia aparece enfrente mío, tiene la cara cubierta, pero en su mano tiene algo que parece una navaja.

—Diosa madre un placer conocerla— la chica se inclina y lo noto su cabello es negro— Usted no sabe quién soy yo, pero yo sí y si antes se lo dijo mi amo se lo diré yo, si quiere que todo esté bien, aléjese de esto y denos los objetos.

Escucho cómo sonríe y un nombre me llega a la cabeza: Amira— No te tengo miedo Amira, así que dile a tu "amo" que se cuide de nosotros— empuño mis manos, no se pelear, pero siempre se debe de dar la cara en una pelea.

—Si esa es su voluntad se lo haré saber— me acerca hacia mí, pero algo me impide mirar su cara—Buena suerte, Adeline.

Un viento azota ese callejón levantando polvo y toda la basura que se encuentra allí, y logró mirar el camino de regreso, corro hacia la salida y para dirigirme con mis amigos, me encuentro cansada, pero eso no me importa, cada vez estoy más cerca de la tienda.

Entró a prisas buscando a los chicos, estos se encuentran sentados y todos pálidos, incluso Albert.

—Adeline...bueno Sejmet— dice Anthony confundido.

—El viejo ¿Dónde está? — ignoro el saludo, pero le tomo el hombro para abrirme paso.

—Está con Daarick...— me señala Noah.

En eso el viejo entra con un Daarick pálido, pero a diferencia de los demás sus manos se encuentran vacías, todos tenían el objeto que los dioses nos habían concedidos, me acerco a él.

—Seth, ha vuelto, he hablado con él y a reclutado a chicos, lo he visto— tomo mi copa y se la entregó— necesito saber más de mis recuerdos ahora.




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