Dioses y Monstruos

CAPÍTULO 5

UN TOQUE DE INSEGURIDAD

 

Lo primero que siento al despertar es la llovizna pegando contra la ventana, y un ligero olor a café de la cocina. Y luego estaba aquella extraña sensación de que algo estaba pasando, pero no sabes de qué se trata.

Lo empujo hacia un lado.

Y, entonces, recuerdo que hoy en 21 de marzo. Mi cumpleaños.

Una sonrisa aparece en mi rostro mientras hago mi rutina mañanera y, con el uniforme ya puesto, voy al comedor donde están desayunando mis padres.

― ¡Munchkin! ―exclama mi padre. Se levanta de su asiento y me abraza con fuerza, luego me besa un costado de la cabeza ―. Feliz cumpleaños, munchkin.

Papá me abraza por un rato más con fuerza, y el cariño que me estaba dando hace que se me cristalicen los ojos.

― Ya déjame abrazarla Creek ― refunfuña mamá.

Mi papá me suelta y echa un guiño, haciéndome reír. Esta vez fue el turno de mamá de abrazarme y desearme un buen cumpleaños.

Ambos me hacen sentar en la mesa y papá me da mi desayuno especial de cumpleañera. Contó algunos chistes malos, pero mamá se reía de todas formas y eso me hacía sonreír a mí.

Les conté de mi cita y ellos se alegraron por mí. Incluso les agradó, y les hacía sentirse seguros, que Keats me invitara a una cita dentro de la preparatoria en vez de un centro.

Las pocas veces que he ido a Merchant City he tenido accidentes por los monstruos que se me acechan todos los días, es normal que ellos se preocupen porque he llegado con aspectos terribles y preocupantes a casa.

Salto en mi asiento, adolorida, cuando algo me rasguña en las piernas y me quejo en voz alta, sobresaltando a mis padres.

― ¿Estás bien, Ireland? ―preguntó mamá con preocupación.

― Sí… sí ―contesto entre dientes.

Miro debajo de la mesa con disimulo y me paralizo cuando veo una criatura negra de múltiples ojos y grandes garras, observándome con una escalofriante sonrisa.

Lo pateo asustada y me levanto bajo la mirada consternada de mis padres.

― ¿Segura que estás bien, munchkin? ―inquirió papá.

Asiento varias veces y me reviso las piernas solo para encontrar las medias rasgadas y rasguños con rastros delgados de sangre. Me arden.

― Me cambiaré las medias, se me rompieron ― aviso antes de salir del comedor e ir a mi dormitorio, esperando a que no hayan visto los rasguños.

Me cambio con rapidez, con unas medias gruesas, y antes de salir caigo de rodillas cuando algo me agarró el tobillo. Suelto chillido.

Oigo unas risas oscuras y llenas de malicia. El dolor palpitante en la mandíbula se expande por la zona donde me golpeé, pese a que alcancé a poner las manos para amortiguar la caída.

Miro por mi dormitorio y percibo varios ojos observándome. El miedo se arraiga en mi cuerpo y palidezco.

No entiendo. ¿Por qué me atacan dentro de mi casa? Nunca ha pasado, y no me han lastimado de esa forma.

Salgo, y continúo desayunando distraída viendo si hay alguno de ellos por ahí. Cuando termino me despido de mis padres prometiendo llegar temprano para celebrar mi cumpleaños, incluso invitaron a Nora.

Estoy paranoica mirando por todos lados por si algo me sigue, siento que me observan. Cada paso que doy es observado, pero no veo a nadie. Estoy asustada que se me revuelve el estómago en nudos.

Escucho sus risas a lo lejos y varias muy cerca de donde estoy.

Me acerco al cruce y espero a que el semáforo cambie a verde junto a un montón de gente que va a sus colegios o trabajos.

Estoy rodeada de gente, no creo que se atrevan a atacarme.

Percibo a alguien que se ubica detrás de mí y no puedo dejar de prestarle atención porque su presencia es fuerte, pero continúo mirando a mi alrededor en busca de ellos.

Entonces, un empujón me hace trastabillar y, luego, un tirón en el brazo.

Una ráfaga de viento del camión que pasó justo enfrente de mí choca con mi rostro. Una oleada de murmullos empieza a mi alrededor y yo no sé qué ha pasado. Mi mente está en blanco, sin caber lo que ha pasado.

Todo fue rápido.

― Oye niña, ten más cuidado. ¿En qué pensabas? ―exclamó el hombre trajeado con visible molestia.

Me ayuda a levantarme del suelo y suelta mi brazo, porque me caí cuando él me tiró de la extremidad para evitar el accidente.

Solo entonces mi cerebro pudo procesar bien lo que pasó.

Le doy gracias al señor sintiendo calor en el cuerpo de los nervios.

Busco a la persona que me empujó hacia la autovía y veo a… eso no es alguien, es una criatura del aspecto de una persona.

Se le cae la piel como restos de pintura vieja y le falta carne en varios lados, por lo que puedo ver huesos y pus negro saliendo de los agujeros.

Eso me sonríe y desaparece.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.