꧁dipsomanía꧂

Capítulo 1

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 1

𝐸𝑙 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑙𝑜𝑟 á𝑚𝑏𝑎𝑟

Volveré 

A donde siempre me sentí seguro  

A donde la luz te baña con ese brillo cegador

Y ves lo bueno que ha sido decidir 

El hecho de sobreponerme sobre todo lo evidente me resulta una completa bajeza de mi parte, los problemas cotidianos suelen pasarse por alto con frecuencia; no nos damos cuenta que están ahí hasta cuando se vuelven mayores. Nuestra mente suele estar ocupada de tanta información que vagamente recordamos lo cotidiano.

En mi caso

Lo cotidiano soy yo.

Cuando era pequeño solía tener una fascinación hilarante por las hojas que caían al estanque de mi patio, pensaba que no se podía llegar más profundo que hasta el duro cemento del fondo del estanque. 

Pero si

Me di cuenta que se puede llegar más profundo

Tan profundo que la luz del sol llega a parecerte un sueño lejano, una cosa tan adversa a tu propia razón que simplemente dejas de creer en ello.

Y este pensamiento constante perturba mi mente desde que lo descubrí accidentalmente.

La razón por la que algunos creemos que estamos aquí, es la felicidad

No la meta de ser feliz, simplemente esa búsqueda interminable de esta.

¿Pero qué pasa cuando se supone que ya eres completamente feliz?

Bueno, en ese caso te vuelves como yo. Un hombre con una gran constructora, casa grande, una familia que lo quiere y donde cada momento parece que debería vivirse con regocijo por lo que se tiene.

Una auténtica felicidad.

Las personas suelen quejarse, quejarse demasiado de hecho, de sus problemas. Pero no se dan cuenta que la falta de ellos hace de tu vida una constante “paz”, aunque lo definiría más como un estado vegetativo. Donde al parecer ya no puedes avanzar ya que llegaste a la cima.

En ese caso, mi problema sería la falta de estos mismos.

La vida pasa lenta cuando no se tiene problemas que solucionar

Como si hasta el mismo tiempo se cansara de transcurrir.

Aquí, sentado en mi cómoda silla, en el piso más alto del edificio de mi constructora; estoy quejándome de no tener de que quejarme.

Me encanta mi trabajo, escogí la mejor carrera a la que siempre tuve vocación. Supongo que las decisiones correctas hacen que tus problemas se reduzcan.

Los deseos carnales suelen saciar ese vacío, al menos por efímeros momentos, necesitaba eso.

Un estrepitoso ruido de la puerta hizo que volteara mi silla, quedando frente al escritorio, para ver así a mi socio de ventas con una pila de papeles en brazo izquierdo.

 

–¿Cómo ha estado el gran jefe? - mencionó con un tono alegre el sujeto delante mío, el cual vestía un elegante traje color azul marino.

 

– Veo que vas de salida – Dije, mientras me levantaba de la silla para poder observar la ciudad desde el gran ventanal de mi oficina.

 

– Justo eso quería comentarte – el sujeto, el cual en realidad era mi amigo, se acercó a mi escritorio de manera tranquila para dejar la pila de papeles encima.

 

–¿Necesitas un permiso?, Pues coge el sello y ponlo en el espacio del formulario donde lo autorizo – Dije, sin despegar mi vista de las calles concurridas por las que montones de personas pasaban sin darse cuenta de la existencia de los demás, en su pequeña burbuja llamada indiferencia.

– Bueno no tienes que ser tan frívolo ¿sabes?, necesitas relajarte un poco – Mencionó mi amigo mientras tomaba el sello y pasaba las hojas para buscar el espacio para autorizar su salida temprana.

–No necesito nada de eso. Ya me voy, son alrededor de las seis de la tarde; mi trabajo aquí a terminado por hoy – Tomé la leva de mi traje y el maletín de cuero café oscuro que me había acompañado desde la universidad.

–Creo que solo dices eso para librarte de mí, solo invítame a una cita y ya – 

–Aunque eres encantador no te veo de esa forma –

–Desde la universidad que somos amigos, me burlé de ti por querer crear esta empresa a los 23 años, claramente me dejaste en ridículo –

–Ve al punto… –

–El punto es que, te conozco lo suficiente para decirte que necesitas un poco de locura por tu vida, tienes una cara de sufridor desde hace tiempo ya –

–¿Qué sugieres en ese caso? ¿Un tatuaje? – Dejaba las carpetas llenas de datos de la empresa en los cajones negros de mi escritorio.

–No estaría mal, pero ¿Que tal una linda chica? –

 

Lo miré con el rabillo del ojo por unos pesados segundos, lo estaba meditando con cuidado cuando finalmente dije:

 

–No necesito trivialidades como esas –

 

Mi socio soltó una ligera risa que más se asemejaba a un suspiro seguido de un leve movimiento de cabeza en forma de negación.

–No lo decía para que tengas una relación romántica…. –

–Te refieres a… –

–Si…solo una noche–

–No necesito una persona que intente que le rinda cuentas porque simplemente se ilusionó –

 

Las mujeres que tenía en la constructora eran solo por trabajo, nunca se me pasó por la mente tener una relación o algún tipo de apego emocional hacia alguien.

 

–Solo digo que…podrías ir a lugares que te ayuden con eso –dijo en un tono en el que fácilmente se notaba su picardía.

–No frecuento lugares como esos y lo sabes, es imprudente que un jefe de una empresa arquitecta lo vean en un lugar como ese –

Se quedo mirándome con los ojos bien abiertos y con una sonrisa de sorpresa en el rostro.

 

–¿Qué? –

–Lo consideraste…Tengo unos contactos, claramente no los utilizo yo porque amo a Miranda…Pero a ti podría serte útil –

Él saco su celular para poder revisar sus mensajes y encontrar la oferta que le habían hecho hace tiempo pero que rechazó.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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