꧁dipsomanía꧂

Capítulo 6

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 6

𝒰𝓃 𝓇𝒶𝓎𝑜 𝓃𝓊𝓃𝒸𝒶 𝒸𝒶𝑒 𝒹𝑜𝓈 𝓋𝑒𝒸𝑒𝓈 𝑒𝓃 𝑒𝓁 𝓂𝒾𝓈𝓂𝑜 𝓁𝓊𝑔𝒶𝓇

 

_________! CC ¡__________

 

 ¿Qué diablos?

El señor salió de la habitación de golpe

Pero… ¿Por qué?

 

A pesar de mi disgusto por aquella actitud tan tonta que tomó el señor conmigo, miré alrededor de mí; la habitación era realmente hermosa y acogedora, pasé mi mano por el cubrecama suave. Una ligera sonrisa formó parte de mi rostro, pero al momento se esfumó.

Desearía que ellas estuvieran aquí también

Que no tuvieran que dormir en los colchones duros 

Y que pudieran deleitarse con este aroma fresco que trían las flores del jardín.

Me abroche de nuevo el brasier de encaje negro para levantarme de la cama y pasar a ver el cuadro que estaba en la pared.

Es una playa, con olas llenas de espuma y el cielo en donde solo se entrometía una nube blanca. Jamás había ido a la playa, pero de solo imaginar la frescura de la brisa y el sonido de las olas al chocar con las piedras, me hacían tener unas ganas infernales de querer ir.

Todo mi cuerpo estaba helado, me asomé lentamente al baño, era gigante; tan grande que tenía una ducha y una tina por separado, un lavamanos con un espejo muy reluciente encima de este. Un cesto para poner toallas y otro para poner ropa. Y todo estaba perfectamente limpio como las salas de los quirófanos esperando a ser ocupadas para salvarle la vida a alguien.

Escuché el sonido de la puerta abrirse, me asomé para ver; el señor estaba poniendo unas toallas blancas sobre la mesa y lo que parecía un conjunto de ropa. Al verme, este cubrió sus ojos avergonzados y se dirigió la puerta.

–Te traje unas toallas para que puedas tomar un baño si gustas…– 

Su voz intentaba sonar calmada y neutral, pero se notaba un poco el nerviosismo y la lucha interna que seguramente estaba teniendo.

¿Odio a este hombre? 

Un poco

Porque, sin darse cuenta me arrebató el mundo al que ya estaba acostumbrada.

Aunque sentía algo de compasión por él

Se notaba que, en una casa tan grande, solo vivía él.

Sin embargo, eso no lo expía de ninguna culpa…

 

–¿Tienes hambre? – preguntó mientras regresaba ligeramente su cabeza para verme un poco. Negué.

–Bien, mañana te indicaré lo demás, buena noche– y sin más salió de la habitación.

 

Sostuve en mis manos el conjunto de ropa que había puesto en la mesa y lo extendí para apreciarlo bien. La camisa celeste era muy grande para mí y la pantaloneta igual, aunque esta incluía un elástico ajustable que evitaría que se me cayera. Tomé las toallas en mis manos y las acerqué a mi pecho

Lavanda…

Huele a lavanda…

Hace tanto que no había olido algo igual que simplemente me deleitó.

Tomé una ducha para después ponerme el conjunto de ropa y secarme el cabello con una toalla. Corrí la cortina dejando a la vista el ventanal grande que daba a un bonito balcón que tenía dos sillones naranjas con cojines blancos y una mesita de centro circular de madera.

Toqué el barandal del balcón y miré a mi izquierda, pasando una habitación había dos balcones más. En uno pude ver la luz de la habitación encendida

Supongo que esa es su habitación

Es más grande claramente 

Algo ambicioso de su parte…

Como ya era de noche pude ver el jardín cubierto por ligeras luces que formaban un camino hacia la entrada de la casa, una pileta a lo lejos y lo que arecía una mesa y unas sillas. De todas maneras, la casa no parecía de una persona que le encantara verse pomposo en decoración.

Una vez Rick me llevó a una fiesta en la casa del jefe de la banda que cuidaba nuestras espaldas en el barrio. Era una casa, pero más se asemejaban a una mansión, con paredes animal print y cuadros gigantes del dueño; Una barra gigante para bebidas frente a los sillones con formas extrañas de colores fosforescentes. La pista de baile dentro de la casa estaba junto a la piscina en donde había hasta un trampolín, los tumbados eran muy altos y los pisos eran de mármol negro. 

El perfecto lugar para que lo confundieran con una discoteca.

 

Me recosté sobre la cama cubriendo mi cuerpo frío con las cobijas, estaba tan caliente, tan acogedor, tan pacífico. Pero no podía quedarme por mucho, tenía que regresar al burdel por las chicas; ellas siempre tan temerosas no podrían defenderse de lo salvaje que podía ponerse Ricky, o de los malos tratos de Dust que nos ponían en constante peligro.

Pensaré en eso mañana, por hoy me relajaré aquí. Ha sido un día largo y pesado, pero he tenido peores, buscaré que el señor desista de mis servicios y volveré al burdel. Tantas cosas pasando por mi cabeza terminarían dándome una jaqueca.

Hasta que me di cuenta que…

No sé su nombre

Había pasado por alto el nombre del señor todo este tiempo

Se lo preguntaré mañana.

Los finos rayos de sol sobre mis párpados y la brisa fría mañanera hicieron que despertara con facilidad. Miré el tumbado de la habitación, este estaba completamente blanco, con una bonita lámpara cristalina colgante.

Pero no tenía grietas, y ya no veía el colchón de la cama arriba mía sostenido por esas maderas delgadas. Y el mundo me pareció tan lejano. 

La vida parecía tan simple en ese momento, tan simple como pensar que si me quedaba podría vivir una vida feliz, sin complicaciones ni pensamientos constantes atormentando mi mente.

Pero era imposible, no me querían aquí para que pueda ser feliz. Mis problemas no desaparecerán si no me levanto de la cama o si decido quedarme un momento más con los ojos cerrados escuchando a los pájaros cantar.



#7616 en Novela romántica
#1024 en Joven Adulto

En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.