꧁dipsomanía꧂

Capítulo 7

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 7

ℒ𝑜𝓈 𝓈𝒾𝓃 𝓈𝑒𝓃𝓉𝒾𝒹𝑜𝓈 𝒹𝑒 𝓁𝒶𝓈 𝓅𝑒𝓇𝓈𝑜𝓃𝒶𝓈 

_________! Gal ¡____________

 

Ella se subió al auto sin decir nada y sin mostrar alguna emoción ni preocupación. El camino silencioso era mortificante, como si estuviéramos en un taxi compartido y solo con habernos mirado supiéramos que no era grato hablar entre nosotros. Tenía asuntos de la empresa y planos que manejar por lo que estaba muy atento a mi celular, lo que alivió mi tensión un poco.

Me sentía mal por lo que había hecho, solo sentí pena de ver como trataban tan mal a esas mujeres que pensé que podía ayudar; pero no, no podía y lo único que había hecho era cargar con algo a lo que no me había llamado ni me competía.

Por eso pensé en que al menos podría darle una oportunidad, darle empleo de asistente o de encargada de mantenimiento, lo que sea; lo pensaba desde que me fui a acostar la noche anterior. Después de darle empleo y que ahorre lo suficiente podría conseguir un lugar propio para vivir y poder salir a delante ella sola. De esa forma si puedo ayudar

Aunque hubiera sido mejor ahorrarme esto

Idiota 

Ella ni te conoce y seguramente no quería tu ayuda.

Estaba a punto de hablar hasta que ella lo hizo primero 

–¿Podría cancelar el contrato, por favor? –

Mi boca entre abierta se quedó inmóvil y mis ojos no resistieron sorprenderse ante aquellas palabras, simples, pero significativas 

 ¿Acaso está pidiendo que desista?

Pero si no le he hecho nada en ese sentido 

–¿Quieres volver al burdel? – Pregunté regresando mi celular al bolsillo de mi pantalón.

Asintió.

–No lo comprendo…– ella volteo su cabeza ligeramente mientras bajaba la mirada.

–No tendría por qué…– Su voz sonaba ronca, apagada y sin sentir. La primera vez que escucho su voz y tenía que ser tan áspera.

 

¿Acaso a esta mujer le gusta ese trabajo? No es mi problema, pero suponía que iba a estar un poco aliviada de salir de ahí, aunque a decir verdad de todas las demás era a la que se le desbordaba el coraje y actitud. No me voy a oponer. Pero para el viaje a ese lugar necesitaba tiempo que no disponía. Hoy era domingo y mañana tendría que volver al trabajo.

–¿Podrías esperar dentro de una semana? Mi agenda es algo apretada– 

Ella se limitó a bajar la cabeza y asentir nuevamente.

Supongo que ya no la podré ayudar, tendré una semana muy pesada. No puedo dejarla en la casa todo el día así que si le gusta podría llevarla a la oficina.

El auto paró frente a un centro comercial muy grande a lo que bajamos para poder entrar mientras Gary estacionaba el auto en el parqueadero.

La vi con los ojos resplandecientes mirando el centro comercial hasta el techo impresionada.

–¿Te gusta? – pregunté 

–Sí– respondió sin despegar su mirada de las resplandecientes letras publicitarias que se encontraban en la estructura exterior.

–Es uno de mis proyectos más antiguos– Caminé unos pasos para entrar 

–Usted…–

–Es mío…desde hace cuatro años– La vi avanzar detrás mío con nerviosismo.

¿Fue demasiado? 

No quería intimidarla 

Caminamos por un par de tiendas hasta llegar a una en donde vendían ropa holgada y juvenil. Ella se paró en seco viendo los maniquíes con las prendas y los accesorios; me adentré en la tienda a lo que ella no dudó en seguirme. Pasó su mano por las prendas colgadas y me miró.

 

–Escoge lo que más te guste, pagaré– Me miró con frialdad de nuevo y disgusto como si dijera “claro, tú pagas por todo idiota”. No era de esas personas que abusaba del dinero y se sobreponía a todos por algo como eso.

 

–Si gustas…– corregí a lo que ella regresó sus ojos negros a las prendas para ver.

Agarró después de unos minutos cuatro prendas: dos camisetas amarillas sin estampados, Unos pantalones grises flojos y un buso blanco de manga larga que se veía abrigado.

–¿Segura que solo quieres eso? – Bajo la mirada como tantas veces y asintió con pena, no es una situación agradable para ella. No la culpo

En la cuenta salió alrededor de veinte dólares…

Ya veo 

Escogiste las prendas más baratas 

De acuerdo, no voy a ir en tu contra…

Paseamos un rato más por las tiendas en completo silencio y un poco alejados mientras ella sostenía la bolsa, no quiso que yo la llevara hasta que vi que alentó su paso.

 

–¿Sucede algo? – Me voltee para verla, no decía nada, pero parecía muy avergonzada. Miré la tienda a su lado y oh dios…

Ropa interior 

No

No necesito esto

Le extendí cuarenta dólares para que fuera a comprar, me senté en una banca a lado de una planta muy grande mientras pasaba mis dedos por mi mentón.

¿Cómo se me había olvidado?

Necesitaba ropa interior claro está

No trajo nada del burdel 

Al verla salir me levanté y caminé unos pasos, pero me sostuvo de la camisa. Me entregó treinta dólares de cambio, ¿Cuánta ropa interior había comprado? Necesitaba para una semana, ¿le avanzará?

Pasamos por el patio de comidas alrededor de las tres de la tarde. Mientas buscaba un lugar en donde comer, ella se quedó en una mesa a aguardar. Un local de pollo frito me llamó la atención así que volví a donde CC estaba para preguntar si le apetecía.

–¿Te gusta el pollo frito? –

Se quedó pensando un rato, como imaginando que era hasta que asintió seguido de un ligero “gracias por todo señor”. Ordené la comida y unos minutos después la teníamos en la mesa.

Quité las envolturas de papel colorido para encontrarme con ese agradable olor a comida caliente, condimento y carne. No soy muy fan de la comida rápida, pero es placentero probarlo de vez en cuando.



#2430 en Novela romántica
#114 en Joven Adulto

En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.