꧁dipsomanía꧂

Capítulo 13

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 13

ℰ𝓁 𝓅𝒶𝓈𝓉𝑜 𝒹𝑒𝒿𝒶𝓇á 𝒹𝑒 𝓈𝑒𝓇 𝓋𝑒𝓇𝒹𝑒

_____________! CC ¡____________

 

Unos días habían pasado ya, aunque los sentí muy rápido. Estaba sentada en el jardín mientras destrozaba a pedazos una hoja que cayó del árbol. Se supone que la gente disfruta estar así, pero yo no sentía nada; la angustia y la frustración de desaparecían ni por un momento. Sentía que le habían arrebatado el sentido a mi existencia.

No sé qué voy a hacer ahora

Ni siquiera he salido para intentar volver al burdel

Aunque el señor Gary Moore me había ofrecido repetidas ocasiones llevarme a donde gustara, no le veía el sentido. Soy tan mal agradecida, no ayudo en nada en esta casa y el señor Gal aún no me ha corrido.

Extrañar a las chicas se había quedado en segundo plano, el vacío en mi interior me atormentaba. No había sentido nada así desde la última vez que vi a mi padre, ya hace mucho tiempo.

–¿Vas a quedarte ahí todo el día? – Gal hablaba a unos metros de mí.

–Ese era mi plan–

–¿Segura que no quieres venir a la oficina? –

–No…– que desgraciaba sonaba, igual que una niña caprichosa haciendo berrinches por todo y por nada–…aunque si quiere que vaya…

–No servirá de nada si no nace de ti– y se marchó.

Supongo que debe pensar que soy una inútil, de todas maneras, no se equivocaría. Terminé el colegio, pero no seguí la universidad, como estaba sola no podía pagarla.

–Señorita… ¿No quiere dar un paseo? – mis ojos se posaron en el dulce rostro de Judith.

–Me temo que no soy buna compañía…–

–No lo sabré hasta que demos un paseo– Y con una sonrisa me ayudó a levantarme.

Salimos de la casa, había grandes terrenos vacíos alrededor de toda esta. La casa más cercana quedaba a dos kilómetros de aquí, junto con las mini tiendas y las residencias. Así que pudimos dar un paseo sin que nadie nos moleste, como si estuviéramos en un campo, lejos de la ciudad. La señora caminaba algo lento, lo que desesperaba un poco, pero ahora me da igual.

–¿Están cómodos los zapatos deportivos? – me preguntó al caminar un poco más atrás que yo.

–Si, muchas gracias nuevamente–

Aunque ya me había acostumbrado a usar tacones, el no tenerlos era una sensación liberadora.

–No sé qué este pasando con el señor o con usted– Continuó la señora.

–Nada en particular…–

–Le seré sincera, nunca había escuchado hablar de usted, ni siquiera por casualidad. Por eso me sorprendió tanto que de un día al otro estuviera viviendo con el señor–

¿Qué se supone que tenía que responder? No podía despejar su duda, pero tampoco quería alimentar su curiosidad. Ahora entiendo el refrán de “Entre la espada y la pared”, estancada.

–Pero se nota que es buena señorita…– sonreía tiernamente con sus ojos entrecerrados.

No señora Judith, no soy una buena persona, ni una buena amiga, ni una buena conocida. No soy buena, he hecho tantas decisiones en el camino que he quedado podrida, pero no quiero que lo sepa porque

Aunque sea solo usted la que me crea “buena”

Tendré la motivación para serlo de verdad.

–Gracias– continué 

Paseamos de ida y de regreso, admirando aquella bella mañana de jueves, como un regalo. Parecía como si el mundo me pidiera que lo aclame, que grite que es hermoso, pero…” Si no nace de ti no servirá de nada” …tenía tanta razón. Mi vida aún no había acabado, tenía más por delante

Definitivamente lo incierto apesta

Vi como el auto del señor Gal se estacionaba en la entrada, pero de él salieron dos siluetas más a las que no reconocía. Supongo que tendré que comer arriba hoy.

Al cabo de unos momentos mientras limpiaba la habitación, la puerta fue tocada. Di el paso, abriéndose y dejando ver ese cabello peinado hacia atrás y su traje bien cuidado. 

–¿Necesita algo Gal? –

–Pido que bajes por favor–

Pensé un momento, parecía de buen humor. No quería molestarlo así que lo seguí hasta la sala para ver que se encontraba el señor Ricci y la señorita Miranda. Al verme Miranda se acercó para abrazarme con fuerza.

–Vaya, me preocupaste. No has ido a la oficina estos días y creí que algo que había pasado…– que amable, aunque el tiempo de convivencia con ella fue algo corto, se notaba que tenía aprecio – Gal no quiso decirme nada porque según el “no me incumbía” – movió las manos en forma de burla.

–Aun lo creo…–Mencionó el mientras ponía unas bolsas en el mesón de la cocina

–Señorita CC, un gusto volver a verla…–me saludo el señor Ricci levantando la mano a la vez que se quitaba su leva.

–Que amable de su parte, gracias– No sabía que decir en verdad, no tenía muchas ganas de compartir tiempo con personas ahora.

Pero si nunca lo intentas, no podrás cambiar el curso en el que vas. Qué remedio…

 

–Ayudaré a Judith a preparar la cena…– busqué una excusa para salir de ahí.

–Judith ya se fue, Ángel trajo comida a mi petición – Gal sacaba los recipientes de plástico de las fundas blancas.

–Que molestia que eres…– El señor Ricci se arremangó para ayudar.

–¿No le gusta la comida a domicilio señor Ricci? – intenté quitar el ambiente tenso que solo yo sentía.

–Llámame Ángel, el señor y mi apellido me dan un sabor a junta de negocios– Hizo una mueca para después continuar– Y contestando a tu pregunta no, no me gusta traer la comida de un restaurante a casa. Se pierde toda la emoción, lo interesante es comer en el restaurante y no traer la comida a casa donde ya conoces…

–Te quejas mucho, mejor trae los platos– 

–Y tú eres muy mandón– El señor lo regresó a ver con molestia– …enseguida jefe– continuó el señor Ángel burlándose.

 –Y CC, me gustaría hablar contigo un momento– la pelinegra me sonrió.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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