꧁dipsomanía꧂

Capítulo 16

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 16

𝒩𝑜 𝓅𝓊𝑒𝒹𝑜 𝒹𝑒𝒿𝒶𝓇 𝒹𝑒 𝓋𝑒𝓇𝓉𝑒 𝓅𝒶𝓈𝒶𝓇 

_____________! Gal ¡_____________

 

Estaba en la mesa del comedor sentado mientras le daba un gran sorbo a mi café, leía los párrafos de un libro que había cogido de la librería sin siquiera leer a sinopsis, debí de hacerlo. Trataba de una historia romántica y cursi de dos universitarios enamorados los que no podían continuar su relación por el qué dirán de la gente

Esto es muy nefasto 

Se supone que no era un gran fan de las historias de amor y estas tonterías. Jamás conocí a mi chica ideal en una fiesta o al ver el atardecer mientras tomábamos vino o cosas así. Así que el romanticismo no es lo mío, estaba acostumbrado a ser tan directo con las personas que quitaba ese plus del misterio al conocer a alguien.

 

El sonido de la puerta abriéndose me distrajo de la lectura, la cual le había dejado a de prestar atención mucho antes de eso.

–Buenas noches– cerró la puerta detrás de ella 

–¿Cómo te fue? – dejé el libro a un lado 

–Bien, gracias– 

Que seco, como si hubiéramos tenido la misma conversación por mucho tiempo. Solo esas mismas frases que se repiten sin cesar

Estoy harto de esto

Claro que tiene motivo para estar molesta y no voy a pedir que seamos mejores amigos 

Pero un poco más de interés no me caería mal 

Estaba a punto de subir las aburridas escaleras, como siempre, pero la detuve.

 

–¿Ya cenaste? – 

–Pensaba hacerlo arriba– se detuvo en el primer escalón

–No hay por qué, siéntate– 

Ella me miró como si le estuviera dando una orden, que pedante que sonaba a veces.

–Es decir, si gustas, siéntate– corregí 

–Si…– 

Tardó un poco en poner un individual al otro lado de la mesa y poner su café encima, para después sentarse con un poco de recelo. 

Me arrepiento 

Me pones incómodo 

Ándate 

Jugueteaba con sus dedos a lo que fruncí el ceño ligeramente al ver que no me veía. ¿Por qué no me ves? ¿Tanto desprecio te doy? Estaba tenso, pero también se sentía tranquilo, la música con bajo volumen sonaba de fondo. Lenta, con ritmo se sentía casi ameno 

–Con respecto al trabajo…– al fin dijo algo 

–Ya me rechazaste ¿verdad? – 

–Es decir…si– 

–Si quieres decir algo, solo dilo y ya– estaba empezando a perder la paciencia por sus constantes métodos para intentar insinuar algo.

–No es nada, solo pensaba ¿si podría ir a la oficina algún día? – 

Sus palabras me desconcertaron, estaba seguro de que ella no tenía interés en incorporarse al mundo que me rodeaba.

–Si gustas te llevaré– la vi sonreír por lo bajo

–Gracias–

No sabía el nombre de la canción que sonaba de fondo, pero parecía una melodía de los años cincuenta. Hacía al ambiente menos tenso de lo que suele ser.

–¿Aún quieres ir al burdel mañana? – pregunté 

–Si, por favor– 

–De acuerdo, ¿buscas recuperar tu trabajo? –

–En realidad no lo sé…–

–Ya veo…te ayudaré de cualquier manera– estaba a punto de agradecerme, pero la detuve con un movimiento de mi mano– ¿Tienes algo más que decir aparte de “gracias”? –

–En realidad no…– contestó 

–Pues, discúlpame– 

–¿Qué? – parecía confundida 

–Si, no debí comprarte en primer lugar–

–No es nada, estoy acostumbrada. Igual usted tiene necesidades y esas cosas…– 

No esperaba que tuviera una mala impresión de mi después de que no le he hecho nada, pero si, no hay justificación para lo que hice. No medí las consecuencias, supongo que solo me dejé llevar. Pues moriré teniendo miedo a no saber que es acosarse con alguien a quien no conoces.

–No te contraté para eso…– 

Estúpido, claro que sí, pero al final te acobardaste.

–Señor, no hubiera comprado a una prostituta si no quisiera tener s…–

–Hablo de que… –la interrumpí rápidamente antes de que terminara su frase–me equivoqué, en realidad no quería eso. Lo hice sin pensar.

–¿Por qué a mí? –

–¿Qué? – 

–¿Por qué me escogió a mí? –

No lo sé ¿de acuerdo?, no estaba seguro del porque te había visto solo a ti. Pero no puedes saber eso.

–Porque tienes buenas cualidades–

–Señor, de ser así…hubiera escogido a otra chica que tuviera más– 

Creo que lo mal interpretó. Veía como sonreía un poco intentando contener su débil risa.

–No me refería a eso– me apresuré a decir– eras la única que tenía una mirada fuerte, como si me vieras con desprecio–

–Entonces es un masoquista– 

–Solo pensé que tenías carácter…–

–Ese carácter me servía allá, no aquí– se apoyó en el respaldar de su asiento.

–Lo lamento–

Nos quedamos en silencio unos pesados segundos, no nos mirábamos. Yo estaba demasiado avergonzado para ver su rostro, y ella…pues ella… ¿Por qué no me miraba? Tenía todo el derecho a decirme que era un abusivo enfermo; si no quería decírmelo con palabras podía soportarlo con esa mirada córtate que tantas veces me había presentado.

–Es muy amable señor…– 

–Espera ¿Qué? – 

Me miraba, con sus ojos negros, su mirada tranquila. Sus labios entreabiertos y su mentón apoyado en una de sus manos.

–De no haber sido usted, tarde o temprano me hubieran vendido al mejor postor– Se detuvo para levantarse del asiento y acercarse a mi– Así que gracias. Sin contar con que me está ayudando–

–No es nada– me levanté de igual forma, era más bajita que yo. A unos cuantos pasos el uno del otro nos mirábamos.

–Por cierto…tome– el dinero que antes le había dado estaba esperando para que lo tomara– al final no lo utilice–

–Quédatelo– 

Dejé los platos en la mesa y me dirigí a las escaleras para subir no sin antes voltear a verla. Con el vestido de ama de llaves, sin el delantal parecía uno común y corriente.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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