꧁dipsomanía꧂

Capítulo 26

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 26

ℛ𝑜𝓅𝒶 𝓆𝓊𝑒 𝒹𝑒𝓈𝓅𝓇𝑒𝓃𝒹𝑒 𝒽𝓊𝓂𝑜

____________! Gal ¡____________

 

Cigarrillos, cigarrillos, cigarrillos en mis bolsillos 

Uno encendido sostenido por mis labios 

 

Su silueta apareció frente mío, estaba con los tacones en sus manos, caminaba desclasa por el camino mientras las luces iluminaban su rostro.

–Llegaste– dije mientras le daba otra calada al cigarrillo. No podía fumar en el balcón de mi cuarto por miedo a que les llegara el olor a los demás 

–Si…– se acercó un poco mas a mí hasta quedar en frente.

–¿Qué tal estuvo? – pregunté 

–Me divertí– tomó asiento en la grada junto a mí un poco alejada

–¿Este año dieron recuerdo? ¿O es el mismo de año anterior? – Michel siempre daba unos pequeños empaques con fotos o un adorno

–Bueno…– rebuscó en su bolso hasta sacar una caja de madera y una foto– esto…– 

Tomé la caja de madera para ver que en su interior había caramelos de café y papel decorativo rojo. La foto seguía en su mano, pero pude distinguir a dos personas en ella.

–¿Es Miranda? – me referí a la persona de la foto

–Oh no…– me la extendió para poder apreciarla mejor– Es Mario Cock, lo conocí hoy– dijo con una sonrisa.

–Uno de mis administradores– 

–Eso me dijo…– 

La foto estaba tomada con flash y dejaba ver a Cock y CC muy juntos en la cabina. Ella sonreía dejando ver sus dientes mientras que él lo hacía más discreto con sus mejillas sonrojadas. Le devolví la foto y ella guardó todo nuevamente para levantarse.

–Gracias por permitirme ir…– 

–No es nada– la interrumpí 

Me deseó buena noche y entró a la casa cerrando la puerta detrás de ella. He fumando por lo menos unas dos horas, me estoy matando, pero quería esperar a que llegara. Cuando la dejé en la constructora ni siquiera la miré ¿Por qué? Pues por miedo a pedirle que se quedara en mi auto. Toda la noche. Decirle que se veía preciosa con el vestido negro y el delicado maquillaje sobre su rostro. Y que me daba miedo que se fuera con alguien después de la fiesta y que olvidara que vivía conmigo.

Soy un ridículo

Claro que ella no iba a hacer eso

Pero en ese momento solo pude imaginar todas las miradas puestas en ella, su sonrisa dirigida a otras personas y las conversaciones que llegarían a tener. Pero ella no tiene porqué privarse, era bonita, y cualquiera que pudiera apreciar eso, sería afortunado.

Cualquiera que encontrara grato el hablar con ella y ver las expresiones que ponía al dirigirse al alguien, sería afortunado. La manera en como entabla una plática haciéndola más amena para ambos, con sus preguntas relajadas y su semblante tierno. Solo pueden darse cuenta los que han conocido el arte.

Esperaba que ella pudiera hacer amigos o al menos conocer a personas, pero eso significaría que yo quedaría atrás.

Un egoísta como yo no merece una sonrisa tan pura como la suya

Porque quería que me dedicara cada una de sus pláticas a mí

Al cabo de un rato, entré a la casa. Todo está muy silencioso con las luces apagadas y todo ordenado, bajo el árbol de navidad estaban los regalos, principalmente para mis sobrinos. Pero una caja algo pequeña con papel azul y un listón morado llamó mi atención ya que previamente no esta ahí. Desplegué la tarjeta pegada a la envoltura, tenía un pequeño mensaje que no leí y alado estaba “Para: CC De: Miranda Currey”.

Qué amable al regalarle algo. Dejé todo como estaba y subí a mi cuarto para echarme en mi cama solo con pantaloncillos. No tenía piyamas limpios por la falta de ayuda de Judith, las lavaré mañana por mi cuenta. 

¿Debería regalarle algo? Ni siquiera le he preguntado que le gustaría, pero de lo que he notado podría regalarle frituras o una manga pastelera. Una película o una salida al cine tampoco estarían mal. 

 

 

Después de una breve llamada para coordinar la revisión del nuevo hotel, quedamos en ir la semana después de año nuevo y quedarnos tres días. Tomé el cesto de mi ropa sucia estaba repleto, bajé las escaleras abriendo la puerta de la lavandería hasta que la suave voz me detuvo.

–Buenos días Gal– volteé para verla, tenía un bonito vestido anaranjado con un saco blanco largo.

–Buenos días– contesté

–Si quiere le puedo ayudar con eso– refiriéndose a mi ropa sucia. Estaba por aceptar pero recordé que mi ropa interior también formaba parte

–No descuida, ¿Ya desayunaste? – negó con la cabeza

–¿Usted? – 

–Tampoco– 

Un silencio nos invadió hasta que ella se ofreció a llevar el desayuno a mi estudio. Aun era muy temprano para comer con los demás, así que acepté. Dejé mi ropa en la lavadora y me encaminé al estudio.

Tenía que revisar las nuevas fechas de revisiones e inauguraciones de proyectos antiguos y nuevos. No quería dejar nada pendiente para poder concentrarme en el viaje. 

 

Unos toques detrás de la puerta hicieron que dejara de teclear en mi computadora para dar el paso. Ella llegó con una bandeja en la que estaba el desayuno. La puso sobre el escritorio y se sentó en la silla frente a este

–Gracias– dije mientras tomaba la taza de café

–De nada– mencionó ella dando un sorbo a la suya.

El desayuno era simple, pero estaba delicioso, no pude ignorar el hecho de que estaba con su mirada fija en mí, mi rostro tomó color por la atención que me proporcionaba, no aguante y pregunté.

–¿Qué? – 

–Su cabello se ve bien– sonrió– lo hace ver más joven–

Como no me había peinado por el apuro de hacer cosas de mañana, mi cabello estaba desordenado, los mechones castaño claro obstruían un poco mi vista y o hacían ver más abundante.

–G-gracias– evité mirarla para avergonzarme



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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