꧁dipsomanía꧂

Capítulo 27

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 27

ℒ𝑜𝓈 𝓇𝑒𝑔𝒶𝓁𝑜𝓈 𝓆𝓊𝑒 𝓅𝒶𝓈𝒶𝓃 𝒹𝑒𝓈𝒶𝓅𝑒𝓇𝒸𝒾𝒷𝒾𝒹𝑜𝓈 

_____________! CC ¡______________

 

Por fin había llegado navidad, esa fecha tan sublime que hace reunir a las familias. Después de tanto tiempo, pude sentir calidez en una casa, rodeada de personas amables y con abundante comida para todos. Reunidos en la mesa con la familia de Gal, con la visita de Miranda y Ángel, todos estaban disfrutando del típico pavo al horno y el vino. 

Por mi parte, estaba sentada en el extremo de la mesa opuesto al de Gal, él no me veía, pero tampoco veía a nadie más; su mirada fija en el plato de comida hacía que todo le pareciera lejano supongo. El suave toque de su madre hizo que la regresara a ver.

–Cecil, ¿nos acompañarás al aeropuerto? – preguntó ella 

–Bueno si Gal quiere llevarme…– regresé a verlo 

–No hay espacio en la camioneta– respondió

Cada miembro de la familia tenía que viajar a un lugar distinto. Vivian y Roxan irían a Londres donde será su boda. La señora Josephine viajará esta vez a la India. Tanto Hazel como Edisson irían a sus casas. 

Tan alejados unos de otros. Me provocaba ganas de gritar. Todos se tenían los unos a los otros y no lo estaban disfrutando, pero al menos se querían mientras estaban cerca.

–Cecil, estás invitada a nuestra boda– me dirigió la palabra Vivian mientras ponía más aderezo a su ensalada.

–¿En verdad? – no estaba segura de haber escuchado bien.

–Si por supuesto, entregamos las invitaciones hace un tiempo, pero puedes ir como acompañante de mi hermano– respondió 

–Será el 10 de febrero, espero que puedas ir– complementó Roxan ante la idea de su novia.

–Claro, intentaré estar ahí– sonreí 

Mentira. Todo esto era una mentira. No voy a volverlos a ver, ni siquiera van a saber de mí una vez que me vaya. Así esta escrito. Pero no debería de doler, supongo que les agarré cariño. Son lo más cercano a una familia que había tenido desde que llegué a esta ciudad.

Vi al frente y esos fascinantes ojos color ámbar por fin habían puesto interés en mí, dos brillantes pupilas viéndome, poniéndome un misterio que quería resolver. Pero no podía.

 

Estaban los niños abriendo sus regalos. El papel de color decorativo y los listones salieron volando por doquier, Alex tenía un montón de ropita de bebé y baberos de animales; Patric, por su lado, tenía una cocinita de juguete con muchas piezas, unos robots y una pista para autos. Vivian no se había quedado atrás, le regaló a su madre unas medidas muy lindas, a Edison unos disfraces para Sofía y una libreta para su esposa; a Gal le regaló una colonia que se puso al instante para verificar su aroma. A mí me regaló los tacones que llevé a la fiesta de navidad.

Ángel y Miranda habían compartido sus obsequios mutuamente con anterioridad, por lo que no abrieron ninguno. Finalmente, solo quedó la caja con el papel azul metálico para mí, Miranda me lo pasó con una sonrisa y un gran abrazo.

–No quiero reproches ¿de acuerdo? – me advirtió a lo que asentí 

Despojé la caja del papel y una imagen muy colorida apareció. Un celular completamente nuevo. Instantáneamente la regresé a ver, ella exclamó un “sorpresa” con sus brazos bien abiertos 

–Miranda gracias, pero no lo puedo ace–

–No– me interrumpió 

–Pero…– 

–No– insistió 

–Gracias– me rendí y la abracé 

–Ahora sí, pásame tu número de teléfono– insistió riendo 

 

Cuando los niños ya estaban dormidos, los adultos se pasaros de copas. Lo cual no era especialmente bueno por el vuelo que tendrían en unas horas. Todos tenían que estar en el aeropuerto antes de las tres de la tarde o perderían sus respectivos vuelos.

Aun así, a nadie parecía importarle, todos estaban catando villancicos navideños y bebiendo muchísimo vino, en el mesón estaban siete botellas de vidrio vacías. 

Vivian estaba bailando con David mientras Hazel trenzaba el cabello de Roxan dormida. La señora Josephine no paraba de regañar a Gal por no haberle dado nietos y Edison se reía en una esquina. Yo solo espectaba la situación desde la silla del comedor; había bebido mucho pero no estaba ebria, solo algo contenta.

Lo que me sorprendió fue la tolerancia al alcohol que tenía Gal, al igual que yo, los dos éramos los únicos que no parecíamos tambaleantes y con ganas de reír por todo. 

 

Los dos estando en el sofá comenzamos a conversar de algo que sinceramente no puse mucho empeño en atender. Su cabeza estaba sujetada por sus manos, con los codos en sus rodillas.

–Te irás…– dijo mientras reía por lo bajo

–Eso me temo– contesté

–Eres el producto…– regresó a verme – de una acción impulsiva ¿sabes? –

–Que gusto saberlo– contesté con sarcasmo

Lo entiendo bien. Las personas que toman decisiones impulsivas, sufren las consecuencias. Lo conozco bien, enserio no piensas con claridad. Yo cometí el mismo error al venir a esta cuidad solo por haber atravesado una mal situación.

No puedo culparlo

Creo que el alcohol por fin hizo efecto en él, por eso voy a pasar por desapercibido lo que diga.

–Eres una mancha en mi historial de perfección– continuó

–Soy el tomate en su ensalada– bromeé 

Comenzó a reír de nuevo, retiró su cabeza de esa incómoda posición y acercó su sonrojado rostro a mí.

–No importa cuantas veces lo diga…no sirve– 

–¿Por qué? –cuestioné al no entender

–No sirve de nada…porque no lo siento así– 

–No entiendo– respondí

Cambió de tema después de dar un largo suspiro.

–Puedo ayudarte con eso– me dijo señalando la caja con el celular

–Pues bueno…– le pasé la caja

Lo prendió y le puso un estuche transparente que venía incluido. Después de llenar unos datos y pasar configurándolo por fin me lo pasó.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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