𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 33
𝒯𝓇𝑒𝓈 𝒾𝓃𝑒𝓍𝓅𝑒𝓇𝓉𝑜𝓈 𝑒𝓃 𝓁𝒶 𝒻𝑒𝓇𝒾𝒶
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Las reuniones a las que debía de asistir con Mario eran muy aburridas. Gente hablando de negocios con sus graficas raras y presentaciones largas me hacía dormir. De igual manera anotaba todo lo que los empresarios y Mario concluían.
Una vez de regreso a la constructora, el aire acondicionado daba un ambiente fresco al auto de mi amigo. Cantábamos a todo pulmón canciones ochenteras, aunque no supiéramos bien la letra.
–Por cierto, Cecil…– bajó el volumen del estéreo
–Dime– me acomodé mi cabello despeinado por los movimientos de cabeza que había hecho
–¿Tienes algo que hacer mañana? – preguntó apartando la mirada y apretando el volante
–No en realidad ¿Por qué? –
–Bueno, estaba pensando que podíamos ir al parque de atracciones al norte de la cuidad–
–¿Solo los dos? – sonreí
–Si…– suspiró – es decir NO. Bueno, si quieres invitar a alguien no tengo problema…– corrigió
Solté una risita, le habían invadido los nervios
–Claro, voy a ver si alguien quiere acompañarme…–desabroché mi cinturón para bajar del auto.
–De acuerdo– me ofreció la mano para poder entrar en la constructora– ¿Está bien encontrarnos allá a las tres de la tarde? –
–Claro…– entre al ascensor para presionar el botón del piso al que quería ir– Cuídate, nos vemos mañana–
Sonrió mientas agitaba su mano y lo perdí de vista una vez que las puertas metálicas se cerraron.
Tenía solo dos opciones para invitar a alguien, sería o Gal o Miranda y la verdad no quería estar todo el día en una feria con Mario, es adorable verlo nervioso y sonrojado; pero hacía que yo también me pusiera nerviosa. Aunque éramos amigos, y el era muy cortes y amable, simplemente era tan extraño salir con tu jefe a solas. Por eso espero que Gal acepte ir nosotros.
Ya estando dentro de la oficina, me acerqué al escritorio y puse mis codos sobre él. Sus ojos claros regresaron a verme con simpleza, mi cara tomó color al instante.
–Gal…– dije
–CC…– contestó
Sin darme cuenta ya estaba jugueteando con mis dedos como habitualmente lo hacía. Vi el sonrojo en sus mejillas y nariz, no podía articular palabra ante ese hombre.
–Me preguntaba…–
Él se levantó y yo elevé mi cabeza para verlo. Rodeó el escritorio y se acercó a mí
–¿Qué sucede? – preguntó aflojándose la corbata
–¿T-tiene algo que hacer mañana? –
–Si, iré a ver la construcción en el centro de la cuidad– no respondí y me alcé para dirigirme a la uno de los sofás– ¿Necesitabas algo? –
–No, solo que…iré con Mario al parque de atracciones mañana y quería que me acompañara…– confesé
Sus ojos se abrieron mucho, bajó los brazos y entreabrió la boca
–Iré contigo entonces– soltó
–No se preocupe…pensaba invitar a Miranda si usted no podía así que…– corrí a la puerta sin esperar a que dijera algo– iré a decírselo antes de irnos. Gracias…–
Cerré la puerta y me recargué en ella. Que tonta soy, claro que está ocupado, no tiene tiempo para cosas tan infantiles como ir a un parque de atracciones.
Moví la cabeza para enderezarme y dirigirme al cubículo de mi amiga, al entrar vi a Rose en la silla frente al escritorio.
–CC… ¿Qué tal? – me saludó la pelinegra–¿Qué te hace venir a visitar a dos mortales como nosotras? – bromeó
–¿Esas son papas fritas? – pregunté señalando la bolsa de frituras que estaba comiendo.
–Si, pero no te daré– mi amiga puso el brazo para evitar que tomara alguna.
–Pero ¿Por qué? – hice un puchero
–Porque nunca vienes a vernos. Mira a Rose, también esta triste– la otra chica hizo una mueca de tristeza fingida
–Es porque tengo trabajo, y además te llamo todas las noches, no se dé qué te quejas– reproché
–No seas infantil Miranda– Rose me ofreció la silla junto a ella para sentarme
–Esta bien, dime ¿Qué paso? – se echó en el espaldar se su asiento
–¿Tienes algo que hacer mañana? – pregunté rápido
–No ¿Qué? ¿Quieres salir conmigo? – se levantó emocionada
–Contigo y con Mario ¿Qué dices? – ofrecí
–Me encanta la idea. Pero más te vale no hacerme pasar como mal tercio–
Carcajeé y negué con la cabeza
–Claro que no– tomé una fritura para comerla– En el parque de atracciones, a las tres de la tarde ¿sí? –
–¿Tengo que ir por ti? –
Lo había olvidado, no tenía cómo ir así que asentí dándole las gracias
–¿Qué te paso Rose? ¿Por qué esa cara? – noté a la chica junto a mí con una gran sonrisa y las mejillas ruborizadas
–No es nada– dijo por lo bajo
–Lo que pasa es que, yo no quería acompañar mañana a Gal todo el día en esa estúpida revisión– regresé a verla– y pues se lo pedía a Rose y Gal no se opuso–
La chica junto a mí levantó los brazos emocionada
–No puedo creer que pasaré todo el día de mañana con el arquitecto…– comentó feliz
No dije nada. Era obvio ella era su secretaria. Tenía cosas que hacer y no debía distraerse. El corazón me latió lento y bufé para ya no pensar en eso.
–¿Desde que hora es esa revisión? – pregunté por la curiosidad
–Estaremos allá desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde más o menos– dijo ella imaginando como sería almorzar con Gal.
Hice que mis labios se curvaran para formar una sonrisa, con dificultad. Rose había estado mucho tiempo junto a Gal, no debería de extrañarme que lo quisiera tanto y se preocupara por él. Además, que sus sentimientos ya estaban dedicados al arquitecto, y siento sincera no sabía si él sentía lo mismo por ella…
…
Desperté como de costumbre, debajo del cubrecama rojo y la luz entrando por mi ventana. Me asomé al balcón para ver si él estaba fumando como de costumbre