꧁dipsomanía꧂

Capítulo 50

𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 50

ℱ𝓊𝑒 𝓊𝓃 𝓅𝓁𝒶𝒸𝑒𝓇 𝒸𝑜𝓃𝑜𝒸𝑒𝓇𝓉𝑒 

__________! CC ¡__________

 

¿Hace cuanto no besaba a una persona sintiendo esto? ¿amor? Esa palabra suena muy simple y vaga para expresar todo lo que implicaba tener un sentimiento tan fuerte hacia una persona. Las “mariposas” en tu vientre y las sensaciones compartidas logran sacarte varios suspiros aliviados por un deseo mutuo.

El poder permanecer juntos 

Sonaba tan lejano para mí que intenté apagar mis esperanzas varias veces. Pero no podía.

¿Sabes cuál es el peor síntoma del cáncer terminal? Exacto, la esperanza

Porque sin importar lo que hagas, a quien acudas o intentes mejorar…las cosas periódicamente llegan a su final. 

Los finales felices son una mierda

Justamente porque no existen

Espero que él logre entender eso. Yo no lo estoy dejando. Ambos nos soltamos para poder progresar individualmente. Como unos egoístas.

El tiempo transcurrido a su lado podría asemejarse a una pintura en tonos grises; no puedes ver los colores abiertamente, pero los imaginas. Imaginas los rayos de destellante color amarillo o la tranquilidad que da el azul. Pero nunca podrá dejar de ser lo que es.

Un sinsentido 

Aunque eso es lo que lo haga verdaderamente hermoso 

 

No me aparté, ni dudé por un segundo. Puse mis manos encima de las suyas para dejarme llevar. Podía sentir sus mejillas como porcelana fría, así de delicadas, así de suaves; mientras eran inundadas con lágrimas cristalinas escapadas de sus sensacionales ojos ámbar.

Qué bien es sentirse amada. No puedes evitarlo, ni predecirlo. Como las cálidas olas al caer sobre la arena, desintegrándose para formar nuevas curvas que seguirán el mismo destino infinito. Una paradoja. Una bendición.

Lo que las hace igual de hermosas que todo lo demás 

Pero el amor no es de dos, es en realidad de uno. Uno es el que decide amar o dejarse ser amado. Uno logra ver más allá de las puertas negras y el gran salón de eventos de un lugar despreciable.

Yo decidí ver más allá de ese hombre con aspecto melancólico.

Una dicha sin explicación

Y un misterio que no he podido descifrar aun

Como dice Mercury: “Amor de mi vida, me has lastimado. Rompiste mi corazón y ahora me dejas”. 

“Romper corazones” es una metáfora muy curiosa. En realidad, nadie rompe corazones por voluntad propia, son las adversidades presentadas. Las que sean. Todos terminan lastimándose por mucho que se amen.

No quiero arruinar este recuerdo ahora. No quiero que lo último que recuerde al ver sus labios sea que yo también derramé me sufrimiento sobre ellos. Al estar tan cerca y poder percibir cada uno de sus latidos, sus suspiros y su dejar…me ponía más vulnerable.

Nos estábamos despidiendo anticipadamente. Para no tener que pasar por esto otra vez. Y lo peor era que…no quería que termine. No quería tener que separar nuestros labios de esta hermosa conexión, porque mi mente dejaría de pensar al volver a chocar nuestras miradas y percatarnos de dónde estábamos y quienes éramos.

 

 

 No podía conciliar el sueño. Me movía inquieta sobre esas cómodas sábanas blancas que no volverían a rozar mi piel jamás. Pues el camisón y pantaloneta celestes como el primer día y olvidando todo el tiempo que había pasado desde que llegué. A los lugares nuevos a los que fui gracias a él. A permitirme soltar todo lo encerrado por años.

Aprendí a curar

Porque para no recaer hay que superar. No lo comprendía hasta ahora, el verdadero significado de “superar”, no es simplemente ignorar. No. Es recordar el dolor que causó para no volver a sentirlo nunca más.

 

Pateé la cobija abrazando mis rodillas y escondiendo la cabeza entre ellas. Tenía miedo de lo muy vacía que se veía la habitación en este momento, de lo abandonada que se encontraba, tanto así que no puede sentir el olor tan fresco de la lavanda. 

Suspiré para salir de la habitación, pasando por el largo pasillo sigilosamente y bajando con los pies descalzos el mármol duro de las escaleras en caracol. Miré mis maletas en la entrada de la casa esperando a ser tomadas para correr hacia un nuevo mundo desconocido, algo inimaginable esperaba por mí y yo no podía esperar por él.

–Parece que viste un fantasma– me hablaba desde el cómodo sofá blanco de la sala

Me acerqué un poco para arrimarme al espaldar del asiento, bajando mi cabeza esperando a que no dijera nada más. Pero lo hizo.

–¿No crees que es algo temprano para buscar una botana? – no me miraba, solo estaba dirigido a los ventanales con la misma vista de siempre

–No vine por una botana…– sentía un poco de vergüenza

–¿Tú tampoco podías dormir? – 

Negué con la cabeza, pero al darme cuenta de que no podía verme conteste– No–

–Ven…– se hizo a un lado dejando espacio en medio de Arti y él. Me senté con cuidado de no perturbar el sueño del cachorro a mi izquierda y con un poco de recelo acaricié con suavidad su lomo.

Gal puso la cabeza sobre mis muslos cerrando los ojos para evitar verme, su rostro ruborizado daba una vista inmejorable. Pasé mis dedos acariciando cada suave mechón de su claro cabello, sintiendo la cercanía y la intimidad que esto daba.

Podía decir que esto era deleitable, los rayos de sol aún no salían teniendo poca luz fuera de la casa. Era como si todo el ambiente se tornara azul claro navegándonos en un mar de melancolía y desconcierto.

Acaricié sus mejillas y pasé mis dedos cuidadosamente por sus ojeras marcadas como un símbolo único de él. Todo eso lo hacía deseable.

Recordé el día en el pueblo, la boda de Vivian donde aceptó bailar conmigo fuera del salón y la lluvia que nos cubrió el día de la tragedia. Todos los abrazos que fueron proporcionados por ambos y los roces de manos que “accidentalmente” teníamos.



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En el texto hay: millonario, vida dura, burdel

Editado: 19.05.2024

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