Shin caminó los túneles por más tiempo del que esperaba. Recorrió un río subterráneo en una canoa y ayudó a sus amigos en cada lugar que pudo. Aprendió un poco de su lenguaje y entrenó con los exploradores para aprender algunos de sus trucos. Aprendió a comerciar con ellos y escuchó todas las historias de los túneles. Su fama se había esparcido por las estaciones y era conocido como el visitante de las estrellas. Conoció a varios de los cazadores y había escuchado una hermosa melodía de un músico y su peculiar instrumento. Su amistad con Kacper y los exploradores había florecido y ya lo trataban como a uno de ellos. En estos momentos estaban recorriendo un oscuro túnel en un carro manual, él y Myśliwy iban haciendo tracción mientras que Władysława y su esposo iluminaban el camino con sus linternas.
“No tenías que alardear con los exploradores, Shin.” Decía con seriedad la cazadora. “Ahora van a contar historias sobre tus habilidades hasta el fin de los tiempos.”
“Parece que los exploradores son un grupo alegre.” Respondió divertido Shin. “No me gusta cuando desconfían de todo lo que digo, además me sirve la práctica. En estos momentos ya puedo usar mis habilidades con normalidad en este mar de oscuridad que me rodea…”
“Ya falta poco.” Dijo contento Kacper.
El enon iba aferrado a su esposa para no caerse del carro. Shin estaba encantado con la pareja, ya que eran reservados pero cariñosos al mismo tiempo.
“Entraremos por la entrada de servicio, así que tendremos que anunciarnos en la barrera.” Dijo pensante Kacper. “Quiero disculparme por la tardanza, Shin…”
“No hay nada de que disculparse, Kacper. Estoy contento de poder decir que he ayudado a los túneles.” Dijo divertido Shin.
Keyfour también estaba feliz con haber ayudado.
“Nuestro mecánico amigo se siente igual que yo, tiene un don para las redes eléctricas.” Dijo divertido Shin.
“Gracias por todo, Keyfour… Me disculpo por la desconfianza de nuestros hermanos.” Dijo con respeto Kacper.
“Es raro sentir gratitud por una máquina.” Dijo agitado Myśliwy. “Este tramo fue más largo que el anterior.” Terminó mirando a Shin.
“No sé cómo pueden tener tanta energía…” Dijo sorprendido Kacper.
“Deberías empezar a entrenar con nosotros, esposo. Le haría bien a tu salud.” Dijo pensante la cazadora.
“No sé…” Dijo apenado Kacper. “Estoy feliz de poder seguirlos…”
Władysława lo apretó con cariño.
“Tal vez puedas acompañarme a alguno de mis viajes…” Dijo sin cuidado.
“Me encantaría… Aprendí algunos trucos de Shin.” Dijo divertido Kacper.
“A mí me encantaría pelear con alguno de ustedes algún día, especialmente con alguien que sepa pelear sin armas…” Dijo al aire Shin.
“Nadie pelea sin armas, Shin. Ya lo sabes…” Dijo pensante la cazadora. “Hace años que no tenemos problemas entre los túneles, nuestros únicos enemigos son las máquinas y nadie puede derrotarlas con sus manos.”
“Tú lo viste hacerlo, Władysława…” Dijo ofuscado el cazador.
“Si algún día recobramos nuestra magia deberás enseñarnos esa técnica, Shin.” Dijo contento Kacper.
“Mi hermosa Alara me enseñó bakuuni hace mucho tiempo…” Dijo sonriente Shin. “Sería un placer entrenarlos.”
Myśliwy se detuvo cuando una poderosa luz se posó sobre ellos. El reflector era blanco y poderoso, pero se apagó cuando la voz de Władysława llegó a los guardianes de la entrada. Shin empujó junto a Kacper el carro para pasar por la compuerta metálica. Los enon los saludaron con respeto mientras los revisaban con curiosidad. Shin se asombró con la vista de la nueva estación, Ośrodkowy era toda una ciudad en comparación al resto. Shin se subió al andén bajo la curiosa mirada de sus habitantes. Estaba seguro de que había sido un centro comercial en el pasado y pudo ver como los niños se asomaban por las ventanas a espiar al visitante de las estrellas. Lo que solían ser locales en el primer piso del lugar ahora era un gigantesco mercado, en el segundo piso parecían estar las pequeñas casas y algunos puestos de vigía. Había muchos más soldados que en las otras estaciones y parecía que muchos estaban entrenando a algunos novatos, ya que todos estaban en grupos de al menos tres. Ellos no estaban yendo hacia ese lugar. Kacper los guio a través de la multitud del mercado hacia un peculiar arco. La vía que atravesaba el lugar había sido construida mucho después que la que habían usado para viajar hasta allí, podía notar los golpes de los picos en los costados y las marcas en lo que solía ser una vereda. Lo que encontró detrás de ese lugar fue la verdadera ciudad. Una gigantesca compuerta de metal oxidada estaba abierta y nunca iba a volver a cerrarse. Era circular y parecía imitar a un gigantesco engranaje con el emblema de los Druidas en el centro. Shin ya quería entrar al lugar, pero primero iban a tener que anunciarse en la entrada. Los exploradores revisaron con recelo al visitante y su máquina antes de permitirles el paso. Detrás de la compuerta había un gigantesco complejo militar, el lugar debería haber sido un búnker en su época, pero ahora era el verdadero corazón de los túneles. Allí todo lo que había visto antes estaba multiplicado, encontró gente, soldados y muchos niños. Kacper anunció que había una escuela y que había una fábrica de armas y comida. Caminaron por los pasillos siendo espiados por la población hasta llegar a los más profundo del bunker. Frente a ellos había una hermosa compuerta abierta que estaba siendo protegida por dos estatuas. Shin miró las estatuas con curiosidad sin tocar nada, ya que no quería desmayarse antes de conocer a los Druidas. Kacper los guio directamente hacia una sala de reuniones. Las esquinas estaban decoradas por banderas y todo estaba perfectamente iluminado. En el centro de la sala había una larga mesa de madera con una docena de sillas a sus lados. En la punta encontraron a un peculiar enon. Este tenía una gran túnica marrón y por lo que podía ver era tuerto, ya que tenía un parche sobre uno de sus ojos, además, estaba seguro de que su cola era demasiado corta. Encorvado, el enon se acercó a ellos mientras Shin lo ignoraba por completo, ya que detrás de él había un hermoso mural. Este describía el árbol que había visto en sus visiones del pasado. Este ocupaba el centro de la imagen mientras que a sus alrededores estaban los druidas con sus bastones haciendo alguna especie de ritual mirando hacia las estrellas.
“Archidruida, buenos días.” Dijo con respeto Kacper.
“Ah, aprendiz… Bienvenidos…” Respondió con curiosidad el enon. “Parece que tu amigo es bastante curioso…”
“Mis disculpas, Archidruida. Mi nombre es Shin Aleaus Karadin, Primero de los Grises.” Dijo sonriente Shin. “Apretaría su antebrazo, pero no quiero desmayarme…”
El enon tenía su computadora de muñeca lista para traducir sus palabras.
“¿Dónde está mi maestro?” Preguntó con curiosidad Kacper mientras el druida saludaba a los exploradores.
“En camino, aprendiz. Espero que no hayan tenido muchas dificultades en el camino, Kacper. Gracias por traer al visitante de las estrellas hasta aquí.” Dijo con serenidad el enon.
“Shin es un gran amigo, Archidruida.” Dijo pensante Kacper.
“Es un gran guerrero, Mściwój.” Dijo con seriedad la exploradora.
“Y nos ha ayudado mucho en el camino.” Aportó Myśliwy.
Keyfour estaba seguro de que ese mural era una puerta.
“Es una puerta como la de Karastros, Keyfour…” Dijo al aire Shin mientras los demás se acercaban a él. “Este es el mismo árbol de mis visiones, Kacper, puedo oler el perfume de sus flores si me concentro…”
Shin invocó sus sentimientos para potenciar su telequinesis mientras intentaba abrir la puerta. Un pequeño temblor sacudió un poco los alrededores, dejando correr tierra desde el techo. La puerta brilló en azul por un instante mientras sus amigos retrocedían un poco. El mural empezó a ocultarse hacia arriba mientras sus manos temblaban un poco. En el templo abrir esta puerta habría sido algo cotidiano, como acomodarse las botas o apretar un botón, aquí, en el medio de la oscuridad de la galaxia, era como intentar mover un crucero con sus manos. Shin cayó de rodillas cuando el mural se perdió en el techo. Sus sorprendidos amigos se acercaron a ver que había del otro lado. Shin estaba seguro de que era una sala de meditación. En el centro había un pequeño altar circular y sobre él una extraña escultura de madera. Si tenía que adivinar era un pájaro. Shin sabía que el eco estaba por acercarse, pero no era hora de dormir. Apretó su mandíbula para invocar la soledad que sentía, protegiéndose de la herida en la Fuerza. Sus brillantes ojos rojos llamaron la atención de Kacper y Mściwój.
“¿Estás bien?” Preguntó preocupado su amigo.
“Eres un brujo.” Dijo con severidad el Archidruida.
“Más bien un sith, pero como dije antes, soy uno de los Grises. Nosotros usamos nuestras emociones para conectarnos con la Fuerza más allá de sus reglas morales y creencias, simplemente es una manera de entendernos con ella.” Dijo divertido Shin.
“¿Los siths corrompen la magia?” Preguntó con curiosidad Kacper.
“Corromper…” Dijo al aire Shin. “Desde tu punto de vista, sí.” Agregó con una sonrisa. “Podemos discutir filosofía más tarde, me gustaría activar ese holocron. Parece que los jedis y los druidas tienen más en común de lo que esperaba. Este lugar debe ser una sala de meditación…”
Mściwój lo estaba mirando de cerca con mucho recelo.
“Señor, no quiero ser irrespetuoso, pero no debería juzgarme solo con las historias de sus antepasados sobre sus enemigos.” Dijo divertido Shin. “Esto solo está protegiéndome de los recuerdos, de las visiones, del vacío que hay en la Fuerza.”
“¿Qué es esta… Fuerza que nombras?” Preguntó con seriedad el anciano.
“Shin dice que nuestra magia es conocida con ese nombre en el resto de la galaxia.” Respondió con cuidado Kacper.
“¿Cómo es que puedes manipular magia? Hemos sido olvidados por la Madre Naturaleza y se ha llevado su magia para siempre…” Dijo sorprendido el druida.
“La Fuerza es… algo que une todo en la galaxia. Cuando digo todo, lo digo… pensando en todo. En las rocas, en el suelo y la tierra, en las estrellas y las personas, toda la vida. La Fuerza está presente en todos nosotros… excepto aquí, en este rincón de las estrellas está… muerta y eso es lo que quiero entender, en todos mis estudios nunca he leído nada sobre matar a la Fuerza, pero aquí estoy… sintiendo este vacío a mi alrededor.” Respondió pensante Shin.
Su mano tocó la estatua para que esta emita la imagen de un enon frente a ellos. La sala tenía una peculiar forma y descendía hacia donde estaba la estatuilla. El enon tenía unas peculiares túnicas y su bastón estaba pulido.
“Hoy es el día, después de tantas preparaciones, de tantos ensayos, hoy terminará la espera. El ritual va a unir a nuestros pueblos a través de las estrellas gracias a la Madre Naturaleza.” Dijo con entusiasmo el druida. “Los líderes quieren tomarse más tiempo, pero ya hemos esperado décadas, ya es hora de completar la misión de Gaia.”
El enon caminó hacia la izquierda para desaparecer y caminar en silencio hacia afuera de la imagen. Poco tardó en volver a aparecer, pero Shin sintió como su mente se marchaba hacia algún lugar en el pasado. Abrió los ojos para ver el gigantesco árbol frente a sus ojos. Esta vez la visión tenía otros detalles para mostrarle, pero la situación era la misma. El árbol estaba rodeado por una multitud, los más cercanos eran los druidas. Sus capas estaban bailando con el viento mientras sus bastones tocaban la tierra. Todos estaban cantando, recitando o hablando lo mismo, el ritual era hermoso, no porque pudiera percibirlo, ya que no entendía una sola palabra, sino porque eso traía el recuerdo en el Fuerza. Sentía que el ritual era lo más hermoso que había pasado entre las estrellas. Entre la multitud encontró lo que la visión quería mostrarle encapuchados infiltrados entre la gente. Sus túnicas negras eran lo único que los diferenciaban entre la gente. Sus ojos brillaban en rojo, amarillo o naranja como los siths que había conocido en el pasado. La visión lo acercó a uno de ellos, el único detalle que tenía era su bastón, que en lugar de ser de madera era un frío metal. Sus palabras eran un susurro, un suspiro entre las voces del lugar que tenían el poder de la oscuridad. Al mismo tiempo, los druidas y los brujos terminaron su ritual. Lo único que quedó fue el dolor en la Fuerza. Los druidas se convirtieron en piedra al igual que los brujos, la gente no podía creer sus ojos. Los druidas que estaban canalizando la Fuerza del planeta simplemente se desintegraron, volvieron al polvo estelar que los creó. Ningún brujo sobrevivió el ritual, estaba seguro, ya que podía sentirlo en la Fuerza. Todo terminó con un destello, con un muro de luz que se elevó hacia los cielos, con un error o defecto en el ritual. Shin terminó de entender el pasado, terminó de entender el futuro. La Fuerza necesitaba ayuda y las visiones que plagaban a sus amigos eran sus gritos de dolor. Shin sintió el golpe del suelo en sus rodillas y no pudo abrir sus ojos otra vez, ya que solo quería soñar con Alara, aunque solo fuera por un rato.