Directiva

5 - Alara - 3

Alara estaba sentada en la cabina del Cóndor mientras recibía miradas curiosas de su copilota, Satele. Sus afilados ojos terminaban sobre ella por unos segundos para luego volver a la hiperlane o sus instrumentos. Sus amigos mandalorianos estaban organizándose en la sala de carga y ella ya quería volver a ver a sus amigas. La última mirada de la jedi la empujó a empezar a hablar.
“¿Me estás juzgando?” Preguntó divertida Alara.
“Estoy pensando en lo que me has dicho y en lo que has hecho. No sé cómo llegar a este momento, Alara.” Dijo con seriedad Satele. “¿Cómo lo perdonaste?”
“No creo que puedas entender lo que sucedió, Satele. En la Orden nos destruyen la salud emocional, como dice Shin. Por eso los caídos son tan… fáciles de corromper. No sabemos qué hacer con nuestros sentimientos cuando aparecen y siempre van a aparecer en las circunstancias correctas. Cuando decidí ir a visitarlo al templo… No sé, mi corazón tenía todo, tenía miedo, sentía ansías, estaba enojada… todo lo que se te ocurra. Shin estaba esperándome en la playa con su hermosa túnica rosa, la misma que le había regalado hace tantos años. Cuando bajé de mi nave solo estaba pensando en que decirle.” Dijo pensante Alara. “Me dijo que iba a ser egoísta y me anunció que me amaba con todo su ser…” Agregó sonriente. “Yo me sentía igual que él…”
Satele la estaba mirando con atención.
“Después de eso hablamos por semanas. Shin se siente como un monstruo y piensa que voy a dejarlo. No es el hombre que todos piensan que es, está roto…” Sumó apenada. “Por eso tengo que ir a buscarlo, no quiero que haga algo estúpido porque no estoy a su lado.”
“Eso no es lo que dicen en el templo…” Dijo pensante la jedi.
“Es normal. Hablamos de muchas cosas, me contó su vida en el Imperio, su vida como sith… Mi hermano… Mi hermano rompió su temple por completo, cuando despertó el Korriban le mostró su funeral, le contó que ya tenía a Tori de aprendiz…” Dijo apenada Alara. “Me confesó que perdió las ganas de morir por gente que ya se había olvidado de él. Así empezó su camino, en Korriban, solo y olvidado…”
“Debe ser difícil ver tu propio funeral…” Dijo con cuidado Satele. “Como la galaxia sigue girando sin ti.”
“Siempre pienso en eso, pero… Creo que Shin nos veía como su familia y él nunca fue un jedi como nosotras, él sabía lo que es tener una familia. Nosotros usamos de manera equivocada esa palabra… No puedes proteger algo que no amas, esa es la lección que aprendí de él en mis primeros en el templo.” Dijo con seriedad Alara. “Es una verdad que solemos obviar en la Orden. Nos jactamos de ser los Guardianes de la República, pero… solo amamos la idea de eso. No amamos a la República, no amamos la gente que la compone. ¿Cómo podemos amarlos y dejarlos morir mientras esperamos que la oscuridad aparezca para hacer fácil nuestro trabajo? No quiero convertirte, Satele. Solo estoy describiendo lo que he aprendido con los grises, con Shin más que nada.”
“Yo siempre he estado de ese lado, Alara.” Dijo pensante Satele.
“Creo que necesitaba hablar de esto contigo…” Dijo al aire la gris. “No creo que quieras escuchar los detalles románticos, pero aprendí a disfrutar de la vida en general y aprendí que todos somos personas antes de que… representantes de una Orden. Luego aprendí a controlar mis emociones… es mucho más difícil de lo que parece.”
“Lo imagino, no sé cómo hacen los siths, pero no debe ser…”
“No hacemos lo mismo, Shin me contó como los rompen antes de rehacerlos a la imagen de su Orden…” Dijo apenada Alara. “Shin me ayudó a sacar algo que había ocultado profundamente dentro de mí. La primera vez… le grité que lo odiaba y lo intenté lastimar con mi sable.” Agregó avergonzada. “Mi cuerpo ardía por el odio que sentía por él, odio que tenía por Ihsahan, odia que sentía por mi debilidad, todo junto se lo arrojé a él y el simplemente sonrió…” Terminó sonriente.
“La guerra me ha enseñado algunas cosas, Alara.” Dijo con seriedad Satele. “He visto caer a algunos maestros ante… la adversidad de perder un aprendiz o fallar su misión.”
“Eso es lo que Shin quería enseñarme, hay circunstancias que siempre van a sacar algo oculto dentro de ti, es parte se ser una persona y nadie, ni el más experimentado de los maestros está ajeno a eso.” Dijo con seriedad Alara mientras salían de la hiperlane.
Frente a ellas había una batalla entre la República y el Imperio. Erdos entró corriendo para ver qué pasaba mientras ella descendía para esquivar lo grueso de la batalla. La nave de su prometido estaba oculta detrás de una montaña en el satélite del planeta. Los sensores anunciaban una atmosfera corrosiva y peligrosa. Artemios apareció en pantalla, llevaba un denso traje espacial puesto.
“Ali, voy camino hacia ti. Intenta estacionar cerca.” Dijo pensante el sith para cortar la comunicación al instante.
Alara destrabó la escotilla para esperar por él en el hangar con el resto de sus amigos. Artemios sonreía como siempre y la abrazó en el momento que se quitó el traje.
“Buenos… días, digamos.” Dijo divertido. “¿Cómo estás? ¿Tienes noticias de nuestro ilustre jefe?”
“Nada…” Dijo apenada Alara. “Te presento a Satale Shan, Caballera de la Orden Jedi.”
“¿Shan?” Dijo divertido Artemios mientras se acercaba a la jedi.
El sith tenía una sonrisa particular cuando se interesaba en algo.
“Es la hija de Vaner.” Dijo pensante Alara. “No la molestes, todavía no pudo hablar mucho con su padre.”
“Mucho gusto. Lord Artemios, Gran Archivista de los Grises.” Dijo el sith mientras apretaba su mano. “Por eso me recuerda a su abuela.” Agregó jocoso. “Vengo a enseñarles el ritual para proteger la nave. La vamos a necesitar para el ataque.”
Satele miraba con curiosidad al sith.
“Encantada.” Dijo con seriedad Satele. “Tendré que acostumbrarme a mi apellido.”
“Ah, mis disculpas.” Dijo apenada Alara. “No quería…”
“Nada que decir, Alara.” Dijo con seriedad la jedi. “¿Qué necesita este ritual?”
“Un poco de la Fuerza y un poco de serenidad.” Dijo jocoso Artemios mientras apretaba el hombro de Erdos. “Shia estaba extrañándolos.”
“No me sorprende, sith.” Dijo divertido el hombre. “Suele ser aburrido ser el único mandaloriano del lugar.”
Lura sonrió divertida.
“Sus palabras textuales.” Dijo al aire Artemios.
“Este sith es extraño.” Dijo al aire Satele.
“Shin dice que hubiera sido un gran jedi en otras circunstancias.” Dijo divertida Alara. “¿Alguna referencia?”
“¿Recuerdas la técnica que nos enseñó Shin para protegernos de gases y venenos?” Preguntó al aire Artemios. “Es parecida, la diferencia es que tienes que… usar una barrera con el resto de la nave en lugar de protegerte a ti mismo.”
“¿Pueden controlar su respiración?” Preguntó sorprendida Satele.
“Secreto de gris.” Dijo jocoso Artemios mientras se sentaba sobre sus piernas. “Una jedi con tu presencia no debería tener problemas en aprender estos trucos.”
Alara se sentó a su lado sabiendo que iban a estar un rato ocupadas.



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En el texto hay: starwars, star wars, acción drama romance

Editado: 27.11.2023

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