PRÓLOGO: CUANDO DIANA FUE ADOPTADA
DIANA SE ENCONTRABA leyendo un libro de Oscar Wilde en su cama cuando una de las hermanas la mandó a llamar con Cassidy, una niña con apenas cinco años de cabellos rubios como los de ella y ojos celestes.
Esta, soltando un bufido, se paró de la cama con pereza. Había terminado sus deberes hace tiempo para poder tener un rato libre y a solas. Se arregló su falda y, siguiendo a la rubia, bajó las escaleras hasta llegar al despacho de la hermana Carmen, la jefa del orfanato.
Cuando entró, observó a muchas más personas de la que solían haber en aquellas cuatro paredes. Había una señora que más bien parecía una abuela, una chica de algunos veinticinco años y otra de como cuarenta al lado de ella. Diana notó como Cassidy se ponía nerviosa, eso le solía pasar cuando habían mucha gente alrededor de ella, así que la rubia mayor la tomó entre sus brazos levantandola del suelo. Cassidy, debido a eso, posó su cabeza en el cuello de Diana.
—¿Me mandó a llamar hermana Carmen?—preguntó suavemente la mayor en lo que cerraba la puerta tras ella.
—Claro que sí, querida. A ambas mejor dicho.—dijo la hermana Carmen en lo que le indicaba a Diana en donde sentarse. Cassidy se acomodó mejor pero nunca dejó la comodidad del pecho de Diana.
Las rubias observaron mejor a la gente que estaba a su alrededor. Ambas sabían que significaba eso. Cassidy sería adoptada por este grupo grande de mujeres.
—Verán chicas, esta es la familia Rodríguez. Han vivido aquí en Canadá desde hace ya ocho años y desde hace cinco han solicitado el poder adoptar niños porque, bueno, ellas no pueden tener hijos.
—¿Son hermanas?—preguntó Diana sin deseos de ofender.
—No querida,—dijo la mujer que parecía tener cuarenta años.—somos esposas. Y ella es mi madre.—señaló a la mujer que parecía una abuela en la sala.
Cassidy abrió los ojos y miró a Diana a la cara.—¿Las mujeres se pueden casar con mujeres?—le preguntó en un susurro.
—Claro que sí, piojo.—le dijo la rubia mayor antes de seguir atendiendo a la hermana Carmen.—Entonces me imagino que adoptarán a Cassidy, ¿no?
La hermana Carmen sonrió.—Esa es la cuestión Diana, ellas te quieren adoptar también.
Diana casi se ahoga con su saliva e hizo una mueca. ¿Adoptarla? ¿A ella? ¿A una chica de 17 años que casi era independiente? Lo único que la rubia podía pensar en ese momento era: pero, ¿por qué?