Disappear | Libro #1 (saga Disappear)

Capítulo uno

Capítulo 01

 

“Desaparecer”

 

Necesitas respirar, relajarte y seguir...

Al demonio las palabras de mi hermana, tengo unas ganas de gritar y encerrarme en mi habitación de por vida.

¿Por qué es tan difícil encajar en una nueva ciudad?

― ¡Beatrice, pies en punta!

Esa era mi instructora de baile, Sabine. Cuando nos mudamos a California hace dos años luego de mi intento de suicidio, mi madre decidió dejar todo atrás e iniciar una nueva vida lejos de los malos recuerdos que nos había dejado Pittsburgh.

Ya el baile para mi, no era lo mismo, porque cada paso, cada momento, cada baile... me recordaba a mi padre.

Cuando vivíamos en Pittsburgh y mi vida no era una mierda como lo es ahora, mi hermana mayor y yo solíamos asistir a una academia de danza, y recuerdo que en cada presentación, papá estaba apoyándonos e incluso felicitándonos así no hubiésemos ganado.

Pero todo se fue a la borda cuando el aceptó ese maldito trabajo en Nueva York. Ahora vivíamos en California y a mamá le pareció una estupenda idea inscribirnos a Hannah y a mí en la academia de danza Streetix como en los viejos tiempos.

Pero ella aún no entiende que ese recuerdo sigue lastimándome. 

Durante nuestro descanso, me dirigí a la cafetería para comprar una botella de agua, estaba cansada y no solo físicamente por el agite de la coreografía, estaba también cansada mentalmente, cansada de seguir hundiéndome en mi porquería, cansada de no poder alejarme de aquel mal habito que descubrí en Pittsburgh cuando mi padre murió y cansada de que no me entiendan y solo decidan ignorarme. 

Camino de vuelta al salón me topé con un grupo de chicos, estaban en la clase de hip-hop masculina, desde que se había inaugurado esa clase exclusiva para chicos, todas las chicas se quedaban mirando de vez en cuando, a excepción de mi.

He estado totalmente perdida en mi propio mundo últimamente ignorando todo a mi alrededor y nadie parecía notarlo, sin embargo tampoco me interesaba mucho la idea de pasar horas frente al gran ventanal viendo una clase masculina. 

Un chico me sacó de mis pensamientos, iba tan sumergida en ello que ni siquiera noté cuando choqué con él. Lo observé detallándolo, era la primera vez que lo veía, de seguro estaba yendo a la clase de hip-hop.

―Disculpa, no te vi. ― por un momento me perdí en esa mezcla verde con avellana en sus ojos. El chico era alto, vestía una camiseta negra junto a un mono deportivo gris, su cabello castaño lucía desordenado y se veía distraído y apresurado.

―Lo sé, creo que ya eso me había quedado claro. ― frunció el ceño al escuchar mi respuesta.

― ¿Bailas aquí?

¿El chico era estúpido o qué?

―Llevo ropa de baile, ¿Tú que crees?

La verdad no suelo hablar con casi nadie de la academia, y tampoco tengo interés en hacer amigos en esta ciudad, mi soledad es mi mejor compañía. 

―Está bien, he comenzado con el pie izquierdo. Comencemos de nuevo, mi nombre es Adam Rodes, ¿Cuál es el tuyo? ― estuve a punto de ser grosera con el chico, pero simplemente resoplé dejando pasar mi maravillosa oportunidad y decidí ser amable por primera vez en mucho tiempo.

―Beatrice... Beatrice Blake.

―Lindo nombre, ¿Tienes ensayo?

―Sí, y tú estás haciendo perder mí tiempo intentando ser gentil conmigo. Debo irme. ― Sin esperar respuesta lo esquivé y me dirigí al salón donde ya se encontraban algunas chicas esperando para iniciar nuevamente el ensayo.

Practiqué el baile una y otra vez intentando no olvidar un solo paso hasta lograrlo. Sabine, la instructora, entró al salón para supervisar la rutina. Mi mente se volvió blanco, olvidé todo lo que había practicado en solo segundos y eso solo la enfureció más. Molesta apagó la música y se dirigió a mí con el ceño fruncido.

― ¡¿Qué demonios fue toda esa porquería?!

―Olvidé los pasos.

―Eso pude notarlo, Beatrice. ― se sentó nuevamente y suspiró frustrada pasando sus manos sobre su rostro. ―Ya no sé que hacer contigo. ¡Eres un desastre!, tan solo mírate, Hannah a los tres años era seguramente mucho mejor bailarina que tú ahora, ¡Eres una perezosa!

Ese último comentario me hizo sentir una basura, sin embargo tenía razón. Hannah le dedica pasión y tiempo al baile, se notaba su energía y felicidad cuando bailaba; yo solía ser así, hasta aquel accidente de papá cuando vivíamos en Pittsburgh. Los recuerdos invadieron mi mente por un segundo, ya no sentía esa felicidad al bailar, porque ya no tenía a mi padre dándome ánimos mientras estoy arriba de un escenario.

A veces solo quería desaparecer, olvidar o quizá... ser escuchada y entendida.

 




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