Disappear | Libro #1 (saga Disappear)

Capítulo tres

Capítulo 03

 

“Nadie podría arreglar este desastre”

 

Aire, era lo único que necesitaba en estos momentos. Me sentía asfixiada, me estaba ahogando en mi propio dolor que al parecer no parecía detenerse, sino que aumentaba cada segundo que pasara.

Mi vista se encontraba nublada debido a las lágrimas, necesitaba detener este dolor que quemaba mi pecho. Ardía como nunca, mi garganta estaba seca y mi cabeza dolía de tanto tiempo que llevaba llorando. Tenía tantas cosas en mi cabeza que se me hacía difícil pensar con claridad.

Miré mi reflejo en el espejo e inmediatamente me odié a mi misma, me sentía inútil, un asco de persona, me acerqué a la caja donde se encontraba mi diario, tomé la navaja dudosa y la observé durante pocos segundos para después pasarla con toda mis fuerza una y otra vez por mi muñeca. Me detuve cuando reaccioné viendo mi muñeca llena de sangre, no sentía dolor; el dolor había desaparecido años atrás, ya estaba acostumbrada a sentir la navaja cortar mis venas, que de algún modo la sensación aliviaba el dolor que llevaba en el pecho.

Al darme cuenta el error que había cometido entré en pánico, le había prometido a Travis, que jamás volvería a intentar suicidarme después de aquel accidente, y había mantenido mi promesa hasta ahora. Después de aquella tarde en Pittsburgh no volví a cortar mis venas de esta manera.

Mis manos temblaban, en cualquier momento llegaría mi madre y mi hermana, no podía dejar que me vieran cubierta de sangre.

Entré al baño nuevamente y me deshice de cualquier tipo de evidencia que pudiera delatarme. Cuando salí del baño acomodé mi habitación y me acosté en mi cama.

¿Qué me estoy haciendo?

***

―Beatrice...― la voz de Hannah inundó mis oídos. ―Bea, despierta. ― ahora me sacudía suavemente.

Abrí mis ojos encontrando la claridad atravesando la ventana de mi habitación, cerré mis parpados nuevamente al sentir los rayos de sol colarse en mi campo de visión. Hannah se encontraba sentada en mi cama observándome fijamente a mi lado. Fruncí el ceño.

― ¿Qué hora es? ― pregunté.

―Hora de ir a la academia o llegaremos tarde. Vistete, te quedaste dormida. ― es lo que dice antes de salir de mi cama.

― ¿Dónde esta mamá?

―Abajo esperando por ti, asi que será mejor que te apresures.

― ¿Cuánto tiempo llevan en casa? ¿Hace mucho llegaron?

―Lo mismo me pregunto yo sobre ti, mamá llegó hace unos minutos, pero yo llegué hace dos horas, tenía pensado pasar por ti en la escuela pero me llevé la sorpresa de encontrate en tu habitación durmiendo. Luego me contarás que sucedió y por qué decidiste regresar a casa, no creas que te escaparás de esta conversación, así que vístete, estaré abajo esperando por ti.

Sí, definitivamente Hannah era la madre que nunca tuve. Arreglé mi bolso de danza metiendo todo lo necesario para la clase y luego bajé rápidamente.

―Me pregunto cuando será el día que estés lista a tiempo, no puedo creer lo irresponsable que eres, Beatrice.


―Mamá, por favor no ahora. ― dije antes de pasar por su lado y entrar al auto.


La conversación no siguió por lo que durante el camino simplemente me limité a mirar por la ventana. Al llegar me dirigí junto a Hannah al salón donde nos indicaron ensayar primero el baile grupal y por último los solos.


― ¡Beatrice, pies en punta! ¡Kendall, no te encorves! ¡Mia, ¿Qué rayos estás haciendo?! ― Sabine gritaba por todo el salón. ―De acuerdo, basta. Pasemos a los solos.


Sabine insistió para que pasara primero Hannah y así lo hizo, ella quedó fascinada con su actuación, cuando terminó su solo Sabine empezó a aplaudir, nunca había hecho eso por cualquier otra chica, pero Hannah era la excepción, como siempre solía serlo. Cuando Hannah terminó su solo, mi turno llegó. Me sentía nerviosa bajo la mirada de Sabine examinando cada uno de mis pasos torpes, no me sentía del todo preparada.


―No puedo hacerlo...― murmuré al comenzar a sentirme algo mareada.


Sabine empezó a gritar todo tipo de cosas comparándome con mi hermana, las lágrimas no tardaron en salir, mis piernas empezaron a temblar así que decidí salir del salón ignorando los regaños de parte de Sabine. En el pasillo me encontré con Adam saliendo de uno de los salones, no me importó en lo más minimo que él me viera de esa forma, me sentía mal y lo que menos quería era dar explicaciones, así que segui mi camino evitándolo.


Me tensé cuando sentí una mano en mi brazo halándome y sin darme cuenta me vi envuelta en los brazos de Adam. Estaba tan sorprendida por el acto tan repentino que no me alejé, simplemente pasé mis brazos alrededor de su cintura ocultando mi rostro en su pecho. Ninguno de los dos dijo una sola palabra, él solo me abrazó hasta que ya estaba tranquila. No me di cuenta que había dejado las lagrimas salir hasta que me di cuenta que había empapado parte de su camiseta.


―Bee, ¿Qué ocurre? ― susurró en mi oído sin deshacer el abrazo al sentir que ya me había calmado.


No respondí, solo seguí llorando en silencio. Él no volvió a preguntar y lo agradecí.


Deshice el abrazo y me di mi tiempo para observarlo finalmente, el no dijo nada, solo me observaba en silencio, esperé encontrar alguna pizca de lastima en sus ojos pero me sorprendio no encontrar nada.


―Gracias... lo necesitaba. ― dije refiriéndome al abrazo.


―No hay problema, todos necesitamos desahogarnos a veces. ¿Te sientes mejor?


―Un poco... ― respondí dirigiéndome con el detrás de mí a los vestidores en busca de mi bolso. Saqué mi botella de agua y bebí un poco bajo su mirada.


―Quería disculparme contigo, ya sabes, por lo de esta mañana. Fui grosero contigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.